Ha llegado el tiempo
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Esta es una buena época para sacar nuestros dones a la luz. ¿Es nuestra vida un reflejo de lo que realmente somos?
Si no es así ¿qué es lo que no nos deja dar lo mejor de nosotros mismos?
Es un buen momento para preguntas y también para encontrar respuestas y comenzar a alinear nuestra energía hacia el lugar correcto. Si nos concentramos en un punto, la expansión será aún mayor.
Los canales de comunicación son nuestra vía de acceso al mundo interno y externo. Siempre necesitamos preguntarnos ¿Quién soy? ¿Qué quiero? ¿Qué elijo? ¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde quiero ir? y escuchar las respuestas que provienen de nuestro interior. Si esta comunicación con nosotros mismos está bloqueada, nuestra comunicación con el exterior no es clara ya que se encuentra teñida de demandas inconscientes hacia los demás exigiendo respuestas que sólo pueden provenir de nuestra sabiduría interna.
Éste es un buen momento para plantearnos qué objetivos nos proponemos para este año, qué cambios queremos hacer en nuestra vida y qué pasos vamos a dar para ponernos en marcha. La corriente del mundo tiene cada vez más fuerza. Necesitamos poner toda nuestra energía para no ser llevados por ella. Escuchar muy profundamente nuestro interior para no hacer otra cosa que lo que lo que nuestro corazón nos está diciendo.
Si nos conectamos con nosotros mismos y nuestras propias necesidades podemos establecer un vínculo más sano con los demás, especialmente con nuestros hijos. Cuanto más pequeño es el niño, más depositario es de todas nuestras necesidades no resueltas y esta incomunicación con nosotros nos lleva a una incomunicación con ellos más allá de todas las palabras que podamos expresar.
Muchas veces menospreciamos a los niños por su corta edad, como si la edad y la conciencia tuvieran una relación directa. Es cierto que quienes llegamos antes a este mundo tenemos más experiencia en el plano terrenal (en el mejor de los casos) pero ésto no implica una mayor comprensión de las realidades más sutiles y multidimensionales que hacen a la experiencia del ser humano.
Los niños necesitan que los reconozcamos y les demos un espacio para participar abiertamente en la transformación de las estructuras obsoletas que rigen en nuestra sociedad. Tienen mucho para aportar.
Mirémoslos, escuchémoslos y comprendamos su lenguaje. Ellos muestran con la acción, hablan con la imagen y sienten con el corazón.
Los niños de hoy tienen una serie de características que por chocar con la vieja estructura se consideran como problemáticas. Si podemos verlas a la luz de un nuevo paradigma, podremos considerarlas como las semillas y los potenciales que ellos traen para construir juntos una nueva sociedad.
Sólo necesitan que volvamos a conectar con quienes somos para poder habilitarles una conexión real consigo mismos y su verdadera identidad.
Éste es el mayor gesto de amor que podemos brindarles, permitirles ser quienes son.
Es tiempo de acción… recordemos y pongámonos en marcha... hagámoslo juntos.
Sandra Aisenberg
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