http://www.ecoportal.net/Eco-Noticias/Como-absorber-la-energia-de-los-arboles
Cómo absorber la energía de los árboles
1. Los poderes curativos de los arboles Los Maestros taoístas
advirtieron que los arboles son plantas sumamente poderosas. No solo
absorben di6xido de carbono para transformarlo en oxígeno, sino que
también absorbe en fuerzas negativas y las transforman en energía sana.
Los arboles están muy bien arraigados en la tierra y, cuanto más
enraizado el árbol, más arriba se extiende. Los arboles permanecen de
pie muy quietos y absorben la Energía de la Tierra y la Fuerza Universal
de los Cielos.
- El arbol, sanador y amigo
- Elección de un árbol con el que trabajar
Si bien los pinos son a menudo la mejor elección, se pueden usar muchos otros árboles o plantas. Los aids grandes son los que contienen más energía. Entre los más poderosos se encuentran los arboles que crecen junto al agua corriente. Algunos son más cálidos o fríos que otros. Practique distinguir las diversas propiedades de los diferentes arboles.
- Los cipreses y los cedros reducen el calor y nutren la energía Yin.
- Los sauces ayudan a eliminar los vientos malsanos, a liberar la humedad excesiva del cuerpo, a reducir la alta tensión sanguínea y a fortalecer el aparato urinario y la vejiga.
- Los olmos tranquilizan la mente y fortalecen el estomago.
- Los arces persiguen a los vientos malsanos y ayudan a mitigar el dolor.
- Las acacias blancas ayudan a eliminar el calor interno y a equilibrar la temperatura del corazón.
- Las higueras de Bengala limpian el corazón y ayudan a eliminar la humedad del cuerpo.
- Los canelos eliminan el frio del corazón y del abdomen.
- Los abetos ayudan a eliminar cardenales, a reducir la hinchazón y a curar los huesos rotos mas rápido.
- Los espinos ayudan en la digestión, fortalecen los intestinos y reducen la tensión sanguínea.
- Los abedules ayudan a eliminar el calor y la humedad del cuerpo y a desintoxicarlo.
- Los ciruelos nutren el bazo, el estórnago, el páncreas y tranquilizan I a mente.
- Las higueras eliminan el exceso de calor del cuerpo, aumentan la saliva, nutren el bazo y ayudan a detener la diarrea.
- Los ginkgos ayudan a fortalecer la vejiga y alivian los problemas urinarios de las mujeres.
Existe un determinado limite de tamaño de los arboles más accesibles a los seres humanos. Si el árbol es demasiado pequeño, no tiene la suficiente energía para impresionarle. Si es demasiado grande, el problema es el contrario, es decir quo precisara más tiempo para que le interesen los arboles grandes. Como fuente de energía sanadora, lo mejor es elegir un árbol grande y robusto dentro de la escala de tamaños accesibles. Para la interacción con humor, lo conveniente es escoger un árbol entre pequeño y mediano. Si bien no es necesario trepar al árbol para establecer una relación, as1 se abre de veras un mundo completamente nuevo. Trepe con suavidad y cuidado para no dañarlo.
Existen determinados métodos para acercarse, interactuar y alejarse de un árbol. Siguiendo unos pasos específicos puede crear un rito de comunión en silencio que tanto usted como el árbol puedan comprender y asi aumentar el
potencial de la interacción armoniosa. Los pasos provienen de la observación del curso natural de los acontecimientos en la comunión de la energía sutil y valen para la comunión con casi cualquier cosa: árbol, roca, ser humano o animal, si vieras los siguientes pasos corresponden específicamente a los arboles.
En primer lugar, cada árbol, al igual que cada persona, tiene una personalidad, anhelos y vida propia. Los arboles difieren ampliamente en su gusto por el contacto humano. Algunos son muy generosos y quieren dar toda la energía que absorben. Otros son débiles o están enfermos y precisan su energía reparadora. Algunos son simplemente almas amigables que disfrutan de la compañía del hombre. Otros son bastante indiferentes a los hombres. Puede aprender y crecer trabajando con todos ellos. Intente ser abierto y respetuoso en lugar de presionarlos para que sirvan a sus propósitos. De esta manera, los arboles le proporcionaran algo más que otra fuente de energía Chi: amistad, expresi6n humorística y amor.
Los arboles aculan en una escala temporal más extensa que los seres humanos. Puede contribuir a cerrar esta brecha regresando una y otra vez al mismo árbol para que se establezca una relación. Visítelo en forma peri6dica para que el árbol sepa cuando ira y pueda esperarlo. Es probable que perciba con toda claridad que el árbol realmente lo extraña cuando desaparece durante un tiempo más prolongado que el habitual.
La comunión espiritual con los arboles, de to das las actividades humanas, es la que mas se asemeja a la unión sexual. Como tal, debería haber un toque de sensualidad y de ternura. No siempre tiene que manejar la situación. Permítase relajarse y fundirse en la comunión. Deje que el árbol lo conduzca hacia las maravillas de su vida interior. Trabajar con árboles de este modo puede ayudar a descargar la frustración sexual. Es probable que descubra que algunas de las practicas presentadas aquí se pueden adaptar fácilmente para usar en el acto sexual.
a. Absorba energía Chi Yin con las palmas para compensar la energía Yang (Figura 2.29)
El mejor momento del día para practicar con un árbol es durante la mañana hasta el mediodía.
- Asuma una postura. P6ngase de pie o siéntese dos o tres metros delante del árbol.
- Abrase a un árbol. Relájese y céntrese. Sienta como sus límites se desdibujan. Permítase ser mas perceptivo y de alguna manera vulnerable, preparado para comunicarse con el árbol. Sienta cómo su campo energético se abre como una flor sin emitir ni absorber energía, solo se abre y está disponible (Figura 2.30)
- De la bienvenida. Extienda los brazos y exponga la palma de las manos al árbol. Extienda su energía hacia el árbol en actitud amistosa de "ofrenda". Cuando el árbol responda extendiendo su energía hacia usted, acéptela, inspire para llevarla dentro del cuerpo con una actitud de "bienvenida". Use la mente y los ojos de la siguiente manera: Con la parte inferior de los ojos, concéntrese en la punta de la nariz. Con la parte superior de los ojos, mire las palmas y el árbol.
Absorba la energía Chi con la palma izquierda, la mente y la parte superior de los ojos.
- Lectura Paralela. Permanezca centrado en si mismo, sin aproximarse ni retroceder, y observe la relación sutil que hay entre el árbol y usted. Use la concentración contemplativa para abstraerse en su conexión con el árbol sin intentar de manera activa cambiar o analizar lo que ocurre. No intente profundizar ni disminuir la comunión. Controle la propia energía y observe el árbol mientras este controla su energía y lo observa. Esto se conoce como Lectura Paralela. Este estado neutral puede producirse varias veces durante una sesi6n en niveles de intimidad profundos y no tantos.
- Atraerse y mantenerse unidos. Deje que el campo energético entre el árbol y usted se intensifique, se espese y contraiga para acercarlos y mantenerlos unidos. Puede que haya movimiento físico o no. La sensación es que los dos se envuelven en un capullo de energía a la vez que exponen sus corazones cada vez más al otro. Por Último, se estrechan en un abrazo
Mueva la parte superior de los ojos para guiar la energía Chi lentamente por el interior (lado Yin) del brazo izquierdo para hacerla subir por hombro izquierdo, el lado izquierdo del cuello, la oreja izquierda hasta la coronilla. Desde aquí, haga descender la energía Chi por el lado derecho a la parte posterior de la oreja derecha, el lado derecho del cuello, el hombro derecho, el interior del brazo derecho hasta la palma de la mano derecha. Proyecte la energía Chi hacia afuera, hágala entrar en el tronco del árbol. Absórbala una vez más en un circulo (el Circulo Energético Yin): 36 ciclos para los hombres y 24 ciclos para las mujeres.
Extiéndase a un nivel más profundo. Ahora comience a intercambiar energía con el árbol en un nivel más profundo. Compartir con el árbol en un nivel más profundo significa comunicar una parte determinada de su cuerpo con una parte determinada del cuerpo del árbol y respirar la energía de uno a otro. Hacer circular significa ahora guiar la energía por un conducto que pasa por ambos cuerpos y regresa a su punto de partida. Puede guiar la energía Chi como en el punto anterior. Finalmente descubrirá que hay varios esquemas diferentes posibles.
8) Inspirar y retener para no terminar en forma brusca. Inspirar y retener es muy importante pues así evita absorber más energía del árbol de la que puede usar sin llegar al desequilibrio. También evita drenar demasiada energía de un árbol pequeño o débil o dejar demasiada de su energía negativa sin procesar en ese árbol. Además, sella las conexiones que hizo con el árbol para que la energía no se escape al aire una vez que se haya ido. Todo esto contribuye a una meditación estéticamente completa y demuestra respeto por el árbol. Cuando sienta que ya es suficiente y quiera comenzar a regresar al estado de conciencia normal o a un nivel de comunión menos profundo, intente hacerlo de manera lenta y gradual para no alterar la belleza de lo que ha compartido. Sentirá que poco a poco regresa a usted mismo, puede separar la energía que le pertenece de la energía del alto y establecer nuevamente el límite entre los dos.
A los árboles les gusta mucho] a comunicaci6n con el hombre y es probable que deba esperar mucho tiempo hasta que el árbol le diga que se vaya.
- Debe desviar la atención poco a poco del contacto con el árbol y concentrarse mas en su persona.
- Al hacerlo, mucha de la energía compartida entrara en su cuerpo, entonces "empuje hacia atrás" la corriente de energía del árbol para evitar que entre, a la vez que permite que su energía humana regrese.
- Luego, cuando sus polaridades se inviertan, deje que la energía del árbol regrese a el pero mantenga su energía consciente dentro del cuerpo.
- Después de algunos intercambios, el árbol comprenderá su intención y comenzara a cooperar. En unos pocos minutos habrá regresado por completo a su cuerpo y estará preparado para el cierre.
- Para librarse de un esquema de circulación poderoso, concentre la atención poco a poco en la región umbilical, el lugar donde finalizar la meditación. A medida que la energía se acumula allí, deje que cualquier exceso de energía fluya dentro del árbol.
- Si el árbol intenta proporcionarle energía desde otro punto, rechace este flujo de la manera descrita mas atrás.
Cuando la comunión con el árbol es muy intensa, es probable que deba "alejarse demasiado lejos" para retirarse de una sola vez. En cambio, después de inspirar y retener en forma parcial, continúe haciendo circular y compartiendo pero de modo no tan intenso. Poco a poco, después de repetir varias veces estos pasos, volverá por completo a usted mismo.
- Cierre. Siempre termine con un cierre. El cierre es un gesto preciso y de alguna manera abrupto que rompe la conexión, asegura cualquier curación que se haya realizado e imparte un sentimiento de buena voluntad, todo esto en uno o dos segundos. El cierre puede ser un movimiento, un sonido o simplemente un cambio en el campo de energía sutil, como aplaudir con las manos o asentir con la cabeza. Un movimiento suave del purio en arco hacia arriba que termina con un leve puñetazo hacia abajo es muy eficaz. Los sonidos "Ah" y "Amen" que se utilizan para terminar las plegarias también son ejemplos de gestos de cierre, como darse la mano con fuerza o un pequeño apretón al final de un abrazo. Además de estos gestos de cierre, despídase con la mano o dele un beso rápido al tronco para terminar el cierre.
b. Absorba la energía Yang con los dedos
para compensar la energía Yin (Figura 2.29)
- Póngase de pie a unos dos o tres metros delante del árbol. Acérquese al árbol lenta y suavemente. Sienta como el campo energético que lo rodea se vuelve espeso como la miel.
- Estire los brazos hacia el árbol con las Palmas mirando hacia el tronco y los dedos extendidos.
- Mientras se acomoda lentamente para estar más cerca del árbol, menos "miel" lo separa de las energías brillantes que se encuentran en su corazón.
- De igual modo, su resplandor se revela al árbol.
- Al mismo tiempo, la energía parecida a la miel que lo rodea actúa como
- Cuando llega al árbol y lo envuelve en un gran abrazo, las energías radiantes de ambos se unen y es probable que durante unos instantes se pierda en la dicha de la unión.
- Después de establecer contacto de este modo, tal vez sea preciso que se quede quieto durante un rato hasta que las otras conexiones más profundas entre usted y el árbol se estabilicen y simplifiquen. Pronto se encontrara en el estado de lectura paralela descrito anteriormente, a partir del cual tiara circular y compartirá la energía.
- Sienta primero la energía del árbol. Cuando sienta la energía Chi del árbol, concéntrese en la punta de la nariz con la mente, la vista y la parte inferior
- Absorba la energía Chi con los dedos de la mano izquierda, la mente y la parte superior de los ojos.
- Mueva poco a poco la parte superior de los ojos para guiar la energía Chi hacia arriba por el exterior (lado Yang) del brazo izquierdo, el hombro izquierdo, el lado izquierdo del cuello, la oreja izquierda y la coronilla. Lleve la energía hacia abajo por el lado derecho comenzando por la parte posterior de la oreja derecha, el lado derecho del cuello, el hombro derecho y el exterior del brazo derecho hasta la palma y los dedos de la mano derecha. Proyecte la energía hacia afuera desde los dedos, combínela con la Energía de la Partícula Cósmica y guíela dentro del tronco. Absórbala otra vez en un circulo. Los hombres repiten el ciclo 36 veces; las mujeres, 24 veces (Vease Figura 2.30).
- Si desea terminar la experiencia en este momento después, siga las instrucciones de la sección a), puntos 7), 8) y 9) para intensificar, aligerar y romper por Ultimo su conexión con el árbol.
- Siéntese o póngase de pie a unos dos o tres metros delante de un árbol.
- Extienda los brazos hacia el árbol con las palmas mirando el tronco (Figura 2.31).
- Sienta primero la energía del árbol. Cuando sienta la energía Chi del árbol, absórbala con la mente, los ojos y las palmas por medio de estas Últimas. Lleve la energía Chi hacia arriba por el interior (los lados Yin) de ambos brazos hacia los hombros, ambos lados del cuello, las orejas izquierda y derecha y la coronilla. Desde la coronilla lleve la energía hacia abajo por el Canal Funcional hasta la mitad de la ceja, la garganta, el corazón, el plexo solar, el ombligo y el caldero detrás del ombligo.
- Siga llevando la energía hacia abajo desde el caldero hasta el perineo, las plantas de los pies y luego aproximadamente hacia tres metros dentro del suelo.
- Lleve la energía hacia arriba hasta las raíces del árbol, luego dentro del tronco. Sienta como su energía fluye por el árbol, luego emerge del tronco y entra en su palma. Repita el ciclo nueve, 18, 24 6 36 veces.
- Practique enviar su energía por el tronco desde la palma de la mano derecha, a través del árbol, a la palma de la mano izquierda y desde la palma izquierda, a través del árbol, a la palma derecha. Los hombres deberían practicar durante 36 ciclos; las mujeres durante 24. Es muy
d. Absorba la energía Chi del árbol por la coronilla
- Póngase de pie a unos dos o tres metros delante de un árbol con los brazos al costado del cuerpo. Sienta el aura del árbol (Figura 2.32).
- Si no la siente, puede acercarse un poco más.
- Cuando sienta el aura del árbol, absorba la energía por la coronilla. La energía equilibrada del árbol es suave y tiene un efecto sanador muy poderoso.
- Absorba la energía del árbol por la coronilla y déjela circular hacia abajo por los Canales Impulsores o por el Canal Funcional hasta el perineo y después hasta ambos pies. Exhale la energía por las plantas de los pies dentro de la tierra. Lleve la energía desde el suelo a las raices y luego hacia arriba por el tronco.
- Sienta cómo absorbe la Energía de la Tierra y la del árbol (Figura 2.33) y corno éstas purifican su energía y eliminan la energía malsana o negativa. Cuando sienta que brota desde el tronco, absorba la Energía del Plano Humano (Partícula Cósmica) y regrese la energía a la coronilla. Sentirá que las energías combinadas nutren el cerebro, las glándulas y los Órganos. Repita el proceso nueve, 18 6 36 veces.
1) Adopte cualquier postura cómoda en la que pueda alcanzar una rama sin esforzarse.
- Alargue un brazo hasta que pueda tocar el árbol con la palma o la punta de los dedos. Sienta la energía vital bajo la corteza y haga contacto con ella, dando un cierto tiempo para que el contacto se desarrolle.
- Al cabo de un tiempo sentirá que comienza a compartir, como si un aura suave se transmitiera en ambas direcciones entre su mano y el árbol.
- Amplié el proceso gradualmente hasta que se encuentre inhalando y exhalando energía a lo largo de todo el brazo, desde el centro de su corazón al árbol y viceversa. Permita que este flujo mutuo se prolongue por un rato.
- Ahora incluya el otro brazo. Puede apoyarlo en la misma rama, cerca de la otra mano, o puede apoyarlo en otra rama.
- Permita que la energía del árbol fluya a lo largo de un brazo, se mezcle con su propia energía en el centro del corazón y fluya por el otro brazo. Cada poco invierta la dirección del flujo en un brazo o en los dos.
- Para una experiencia más profunda, intente extender el flujo desde el corazón hasta el ombligo, dejándolo correr desde el árbol al corazón, de allí al ombligo y luego retornar.
- dónde va la energía después de salir de sus manos y entrar en el árbol? Si sigue su recorrido con la mente, comenzará a descubrir algo mas respecto a la sutil anotomía del árbol.
- Puede que descubra aéreas bloqueadas o congestionado sobre las que puede trabajar haciendo circular la energía de una mano a la otra. Sienta la respuesta del árbol hacia estos esfuerzos y permita que le guie su intuición.
- Genere calor en su ombligo y lleve la energía hacia la coronilla.
- Proyecte la energía Chi hacia el exterior hasta la cima del tronco del árbol. Entre en el árbol y sienta que establece una conexi6n con el.
- Durante este proceso puede pararse a cierta distancia del árbol (entre tres y diez metros). A medida que progrese en esta práctica podrá proyectar su energía hacia el árbol con facilidad desde una distancia mayor. Permita que el árbol absorba la energía enferma o negativa. La energía que retorne a usted estará en equilibrio.
- Permita que su energía fluya tronco abajo hasta alcanzar las raíces e introducirse en la tierra (Figura 2.34).
- Deje que la Energía de la Tierra purifique su propia energía. Absorba esta energía combinada a través de las plantas de los pies, subiendo hasta el perineo y luego ascendiendo a través de los Canales Impulsores o a través del Canal Gobernante que corre a lo largo de la espina dorsal. Permita que la energía fluya hasta la coronilla y proyéctela una vez más hacia el exterior. Repita el proceso nueve, dieciocho o treinta y seis veces.
Meditar mientras se esta sentado bajo un árbol
Una vez que haya desarrollado su capacidad de sentir la energía Chi del árbol, podrá sentarse bajo el árbol a meditar. Absorba la energía del árbol a través de las estaciones (puntos) de la Orbita Microcósmica (Figura 2.35)
Extraído de los libros de Mantak Chia y Maneewan Chia
Ecoportal.net
Energía Craneosacral
http://www.energiacraneosacral.com
Earth in True Perspective
Vídeos relacionados
|
Everything is relative. You don't
need to be Einstein to understand that. A human is as big to an ant as a
building may be to him. However, the world always seems such a huge
place; so many countries, cities, forests, oceans, lakes, icebergs. So
many animals and species. So much history.
But ever since we developed the
ability to look beyond our atmosphere, it became more and more apparent
that our blue marble is tiny. Too tiny to even comprehend, when compared
to other planets, stars, galaxies and the universe itself. So just to
give you an idea of how tiny we really are here on planet earth, here
are some visual aids.
|
Want to see more? Try our JEWELS OF THE UNIVERSE post
|
LOS ÁRBOLES DE VAN GOGH
Zen Your Diet
Thich Nhat Hanh on 7 Ways to Eat Mindfully
An excerpt from Savor: Mindful Eating Mindful Life
After a few conscious breaths, look at each other with a gentle smile and acknowledge each other’s presence. If you are eating alone, don’t forget to smile to yourself. Breathing and smiling are so easy to do, yet their effects are very powerful in helping us and others to feel at ease. When we look at the food in such a moment of peace, the food becomes real and reveals our connection with it and with everything else. The extent to which we see our interrelationship with the food depends on the depth of our mindfulness practice. We may not always be able to see and taste the whole universe every time we eat, but we can do our best to eat as mindfully as possible
When we look at our food on the table, it is helpful to name each dish: “pea soup,” “salad” and so on. Calling something by its name helps us touch it deeply and see its true nature. And mindfulness reveals to us the presence or absence of toxins in each dish so that we can stop eating something that is not good for us. Children enjoy naming and recognizing foods when we show them how.
Being with our family and friends to enjoy food is precious. Many people are hungry and without family. When we eat in mindfulness, we generate compassion in our heart for them. With compassion and understanding, we can strengthen our commitment to helping nourish the hungry and lonely people around us. Mindful eating is a good education. If you practice this way for some time, you will find that you will eat more carefully, and your practice of mindful eating will be an example for others. It is an art to eat in a way that brings mindfulness into our life.
The 7 Practices of a Mindful Eater
One way to incorporate mindfulness into your meals is to simply use the breath. Before eating, make a practice of pausing. Breathe in and out a few times so that you can be one with the food you are about to eat. Mindful eating takes dedicated practice, and there are seven practices that you can develop to help you eat mindfully for good health.1. Honor the food. Start the meal with the five contemplations, or with whatever traditional grace or prayer you prefer to use to express your gratitude.
The Five Contemplations
1. This food is the gift of the whole universe: the earth, the sky, numerous living beings and much hard, loving work.
2. May we eat with mindfulness and gratitude so as to be worthy to receive it.
3. May we recognize and transform our unwholesome mental formations, especially our greed, and learn to eat with moderation.
4. May we keep our compassion alive by eating in such a way that we reduce the suffering of living beings, preserve our planet, and reverse the process of global warming.
5. We accept this food so that we may nurture our sisterhood and brotherhood, strengthen our community, and nourish our ideal of serving all living beings.
If you are eating with others, steer mealtime conversations toward the food: Acknowledge the local farmer who grew your lettuce and tomatoes, thank the person who prepared the salad; or talk about other topics that help nourish your gratitude and connection to your food and each other. Refrain from hashing over work or the latest atrocities in the news. Refrain from arguing. This can help you make sure that you are chewing only your food, not your frustrations. In Vietnam it is a custom to never chastise anyone while they are eating, so as not to disturb their eating and digestion. We can learn from this very commonsense wisdom. Eating in this way, we have the opportunity to sit with people we love and to savor precious food, something that is often scarce for many people in the world.
At all Plum Village practice centers, we eat our meals in silence during the first 20 minutes of the meal so that we are fully immersed in the experience of eating. We encourage you to experiment with a silent meal at home — even just a silent cup of tea. But you do not need to eat every meal in silence to become a more mindful eater. You can start by simply unplugging from daily distractions during mealtime: turn off the television, the laptop, the cell phone, so there is no watching, no surfing, no texting.
2. Engage all six senses. As you serve and eat your meal, notice the sounds, colors, smells and textures as well as your mind’s response to them, not just the taste. When you put the first bite of food in your mouth, pause briefly before chewing and notice its taste as though it was the first time you had ever tasted it. With more practice in engaging all of your senses, you may notice that your tastes change, increasing your enjoyment of what you may once have perceived as “boring” health foods.
3. Serve in modest portions. Moderation is an essential component of mindful eating. Not only does making a conscious effort to choose smaller portions help you avoid overeating and weight gain; it is also less wasteful of your household food budget and our planet’s resources. Using a small dinner plate, no larger than 9 inches across, and fillling it only once can help you eat more moderately.
4. Savor small bits, and chew thoroughly. Consciously choosing smaller bites and chewing them well can help you slow down your meal as well as allow you to fully experience the taste of your food. It can also help improve your digestion, since the process of breaking down our foods begins with enzymes in the mouth. Chew each bite until the food is liquefied in your mouth; that may be 20 to 40 times, depending on what you are eating. Chewing well allows your tongue and palate to taste the food better. Once you have swallowed this bite, you will still be able to savor the wonderful taste that the food offers you.
5. Eat slowly and avoid overeating. Eating slowly may help you notice when you are feeling pleasantly satisfied so that you can stop before you have eaten too much. There is a difference between feeling that you have had just about enough to eat and feeling as though you have eaten all that you can possibly eat. Mindful eaters practice the former so that they are not overtaxing their bodies — or overtaxing the planet’s resources — by consuming more food than they need. In Chinese medicine, it is recommended to eat only until you are 80 percent full and never to “top off your tummy,” because this weakens the digestive power of your stomach and intestines, putting too much stress on them over the long haul. There is ongoing scientific research on the effects of caloric restriction on longevity, though the results are far from conclusive in humans. Of course, avoiding overeating is half of the secret to weight control.
One way to slow down is to consciously put your eating utensils down in between bites. Be aware of your body as you eat. When we eat mindfully, we are relaxed and calm. There is no rush to attend to other tasks; there is no hurry. There is only the present moment. To help you practice this, make sure to allow enough time to enjoy the meal. If your mealtime is short — for example, during your lunch break at work — plan on a smaller meal rather than cramming down a large meal quickly.
6. Don’t skip meals. Skipping meals can make it harder to make mindful choices. When hunger consumes us, the strong forces of habit energy may lead us to grab whatever foods are close at hand — be they from a vending machine or a fast-food restaurant — and these foods may not further our healthy-eating or weight-loss goals. So-called grazing — moving from one food to another, a few bites of this, a few bites of that, without ever sitting down to a regular meal — can also work against your healthy-weight goals, because you may consume more food than you realize without ever feeling truly satisfied. So give yourself the opportunity to make mindful choices throughout the day; plan regular meals and, if it suits you, healthy snacks in between. It is also good to eat your meals at the same time each day, to help your body settle into a consistent rhythm. And give yourself enough time to fully savor your food so that you are aware of all the sensory delights your meals have to offer.
7. Eat a plant-based diet, for your health and for the planet. When mindful eaters look deeply at the meal they are about to eat, they see far beyond the rim of the plate. They see the dangerous toll that eating some types of animal foods can take on their bodies — the higher risks of colon cancer from red meat and processed meats, for example, or the higher risk of heart disease from the saturated fat found in meat and dairy products. And they see the equally dangerous and destructive toll that meat production and dairy farming take on our environment. Researchers at the University of Chicago estimate that, when it’s all added up, the average American could do more to reduce global warming emissions by going vegetarian than by switching from a Camry to a Prius. Even just switching from red meat and dairy to poultry or eggs for one day a week could have a measurable impact on global warming — and a bigger environmental impact than choosing locally sourced foods.
Excerpted from Savor: Mindful Eating, Mindful Life © 2010 by Thich Nhat Hanh and Lilian Cheung, with permission from HarperOne Publishers.
https://www.youtube.com/watch?v=_vTWswnqg0k
dieta disociada arroz rojo
“Juicing”, zumos que curan
Desde hace veinte años, una verdadera locura se ha apoderado del
“movimiento bio-orgánico” en Estados Unidos que, curiosamente, aún no ha
cruzado el océano: la locura del “juicing”.
“Juicing” viene de la palabra “juice”, jugo (o zumo), y simplemente consiste en hacer en su propia casa jugos frescos de verduras y frutas crudas, que se consumen diariamente, incluso varias veces al día, para obtener un efecto determinado sobre la salud.
En efecto, no se trata sólo de disfrutar, aunque muchos cócteles son realmente deliciosos. Según los especialistas de los zumos, hay combinaciones:
Pero si usted tiene sobrepeso, si tiene presión arterial alta, diabetes o riesgo cardíaco, es mejor centrarse en los jugos de verduras orgánicas, especialmente de los vegetales verdes (en lugar de los de frutas, que son ricos en azúcares).
Lo sorprendente es que se puede hacer zumo con cualquier fruta y verdura (excepto con el plátano y el aguacate, que sólo pueden batirse, salvo que use una potentísima máquina de última generación y altas revoluciones, capaz de extraer jugo también de ellos).
Están, por supuesto, el jugo de tomate, el de zanahoria y el de remolacha, pero son muy dulces.
De hecho, los grandes clásicos del “juicing” orgánico son las hojas de col de todo tipo (blanca, roja, verde, rizada…), el brócoli, el apio, los nabos, los pepinos, el hinojo, el perejil, las endivias, el calabacín, y los pimientos rojos, amarillos y verdes, los guisantes, el ajo y la cebolla (de la cebolla poca cantidad, porque no es fácil de digerir y produce gases).
Casi siempre se puede añadir un trozo de jengibre y jugo de limón o de lima.
Para mejorar aún más el sabor, no dude en poner una gota de estevia, un edulcorante natural que tiene sabor a regaliz y que va muy bien con los jugos de verduras.
Se dará cuenta de que las combinaciones son infinitas, y obtendrá los sabores más variados, en general muy agradables. Es una verdadera aventura en el mundo de los sabores olvidados, además de un gran regalo de nutrientes para su cuerpo.
Para hacer los zumos algunas personas utilizan una licuadora, que puede adquirirse a un precio asequible, pero que tiene el inconveniente de no extraer correctamente todo el jugo y la pulpa. Con la mayoría de las licuadoras, parte de las frutas y verduras terminan en la basura en vez de en el vaso.
Por ello, la única herramienta realmente eficaz para hacer jugo de vegetales es el extractor.
Es mucho más caro, pero se aprovecha mucho más jugo y nutrientes. La pulpa que sale del extractor está casi seca, no se desperdicia nada. En cambio, el jugo es más puro que con una licuadora, que deja pasar gran cantidad de fibra.
El extractor tiene la ventaja añadida de mantener el jugo todo el día, a salvo de la oxidación.
Sin embargo, es esencial elegir un modelo simple, que haga fácil su instalación y limpieza, o de lo contrario acabará no utilizándolo. Si sólo va a hacer jugos para una sola persona, hay extractores manuales que le podrán servir, que son mucho más baratos.
Volveré a hablar en www.saludnutricionbienestar.com de posibles mezclas para hacer zumos de vegetales. ¡Son una fuente inagotable de salud y entretenimiento!
¡Apúntese al “juicing”! Comparta las combinaciones de frutas y verduras que más le gusten y sus nuevos descubrimientos con todos los lectores de saludnutricionbienestar.com haciendo un comentario un poco más abajo.
“Juicing” viene de la palabra “juice”, jugo (o zumo), y simplemente consiste en hacer en su propia casa jugos frescos de verduras y frutas crudas, que se consumen diariamente, incluso varias veces al día, para obtener un efecto determinado sobre la salud.
En efecto, no se trata sólo de disfrutar, aunque muchos cócteles son realmente deliciosos. Según los especialistas de los zumos, hay combinaciones:
- contra la migraña
- para dormir mejor
- contra los las impurezas de la piel
- como “elixir de juventud”
- contra la hinchazón abdominal
- para prepararse antes de una comida copiosa
- para remineralizarse
- etc.
¿Cómo funciona?
Hay cuatro razones principales que podrían motivarle a hacer usted mismo sus propios zumos:- Los jugos ayudan a absorber más nutrientes que si los vegetales están enteros. Esto es importante porque la mayoría de nosotros sufrimos de digestiones alteradas o incompletas por los malos hábitos alimentarios adquiridos durante años. Extraer el jugo de los vegetales crudos permite romper las fibras y, por lo tanto, absorber más fácilmente los valiosos nutrientes.
- El zumo de vegetales es un elemento vivo que tiene muchas virtudes. Tiene el mérito de ayudar a las mucosas digestivas a reconstruirse, algo interesante y útil en caso de colitis, gastritis e inflamaciones en general; contiene todos los nutrientes de las verduras sin las fibras insolubles, que son las partes más duras, pero con las fibras solubles que son fermentadas por nuestras bacterias y fortalecen nuestro intestino.
- Los zumos permiten comer más verduras frescas. A muchas personas ya les cuesta trabajo tomar 5 frutas y verduras al día, cuando probablemente harían falta 8 ó 10, y mejor verduras en lugar de frutas. Bebiendo un vaso de zumo, aportará directamente a su cuerpo lo mejor que hay en varias verduras.
- Permiten tomar más variedad de verduras. Muchas personas comen las mismas ensaladas todos los días, lo que termina por cansar. Sin embargo, es muy fácil hacer jugos de verduras que normalmente usted no consume. También le dará la oportunidad de descubrir nuevos sabores con combinaciones sorprendentes (como por ejemplo la manzana y el apio).
Qué frutas y verduras utilizar
Los jugos de frutas son deliciosos, y la mezclas de frutas y verduras a veces incluso más, gracias al ligero sabor amargo o ácido que aportan el apio, las espinacas, las hojas de col…Pero si usted tiene sobrepeso, si tiene presión arterial alta, diabetes o riesgo cardíaco, es mejor centrarse en los jugos de verduras orgánicas, especialmente de los vegetales verdes (en lugar de los de frutas, que son ricos en azúcares).
Lo sorprendente es que se puede hacer zumo con cualquier fruta y verdura (excepto con el plátano y el aguacate, que sólo pueden batirse, salvo que use una potentísima máquina de última generación y altas revoluciones, capaz de extraer jugo también de ellos).
Están, por supuesto, el jugo de tomate, el de zanahoria y el de remolacha, pero son muy dulces.
De hecho, los grandes clásicos del “juicing” orgánico son las hojas de col de todo tipo (blanca, roja, verde, rizada…), el brócoli, el apio, los nabos, los pepinos, el hinojo, el perejil, las endivias, el calabacín, y los pimientos rojos, amarillos y verdes, los guisantes, el ajo y la cebolla (de la cebolla poca cantidad, porque no es fácil de digerir y produce gases).
Casi siempre se puede añadir un trozo de jengibre y jugo de limón o de lima.
Para mejorar aún más el sabor, no dude en poner una gota de estevia, un edulcorante natural que tiene sabor a regaliz y que va muy bien con los jugos de verduras.
Se dará cuenta de que las combinaciones son infinitas, y obtendrá los sabores más variados, en general muy agradables. Es una verdadera aventura en el mundo de los sabores olvidados, además de un gran regalo de nutrientes para su cuerpo.
La organización
El problema del “juicing” es que requiere una cierta organización, ya que necesitará un aparato especial para sacar todo el partido a los vegetales. Además, el jugo no se conserva, sino que hay que beberlo inmediatamente, antes de que se oxide, por lo que es imposible hacer una gran cantidad de una sola vez para irlo tomarlo después poco a poco.Para hacer los zumos algunas personas utilizan una licuadora, que puede adquirirse a un precio asequible, pero que tiene el inconveniente de no extraer correctamente todo el jugo y la pulpa. Con la mayoría de las licuadoras, parte de las frutas y verduras terminan en la basura en vez de en el vaso.
Por ello, la única herramienta realmente eficaz para hacer jugo de vegetales es el extractor.
Es mucho más caro, pero se aprovecha mucho más jugo y nutrientes. La pulpa que sale del extractor está casi seca, no se desperdicia nada. En cambio, el jugo es más puro que con una licuadora, que deja pasar gran cantidad de fibra.
El extractor tiene la ventaja añadida de mantener el jugo todo el día, a salvo de la oxidación.
Sin embargo, es esencial elegir un modelo simple, que haga fácil su instalación y limpieza, o de lo contrario acabará no utilizándolo. Si sólo va a hacer jugos para una sola persona, hay extractores manuales que le podrán servir, que son mucho más baratos.
Un último consejo
Comience a hacer sus zumos con las verduras que consuma habitualmente, para que los sabores le resulten familiares y agradables. Es muy importante saber escuchar a su cuerpo. Así, tome un vaso en el desayuno y asegúrese de que no experimenta ninguna molestia en el estómago durante toda la mañana. Si su estómago hace ruidos extraños, es que usted no soporta uno o varios vegetales. En mi caso, me di cuenta de que no podía beber una gran cantidad de jugo de col, lo cual es una pena porque es muy bueno y sus propiedades contra el cáncer están probadas.Volveré a hablar en www.saludnutricionbienestar.com de posibles mezclas para hacer zumos de vegetales. ¡Son una fuente inagotable de salud y entretenimiento!
¡Apúntese al “juicing”! Comparta las combinaciones de frutas y verduras que más le gusten y sus nuevos descubrimientos con todos los lectores de saludnutricionbienestar.com haciendo un comentario un poco más abajo.
- Categoría: Nutrición
CIENCIA Y FILOSOFIA |
La Alquimia, el virtuoso arte de ennoblecer (1ª Parte) | |
Por Eloy Millet Monzó | |
1.- CONSIDERACIONES DE PREÁMBULO.-
La mutación es un cambio superficial en el que lo que muta adopta otro
aspecto sin dejar su identidad. El cambio se asemeja al trueque, una
cosa por otra de semejantes características. La
transmutación es convertir algo en otra cosa, con la condición de que
han de variar las características de la cosa resultante, de manera que
el final puede dar lugar a algo más o menos preciado que la cosa
original. Así es la alquimia, un proceso de transmutación. El objetivo
final de la alquimia clásica es convertir en oro al plomo y conseguir el
elixir de la inmortalidad. Pretende la transmutación desde un metal a
otro más valorado y con características diferenciadas. Con el deseo de
eliminar el trance de la muerte subyace el temor y la incomprensión del
proceso evolutivo, con lo que la alquimia reproduce este proceso en el
intento de controlarlo.
En
un sentido filosófico, el cambio es un problema del devenir, porque
existirá incertidumbre en lo que respecta al futuro, mientras que en la
transmutación no existe tal incertidumbre porque se conoce y se persigue
un final muy concreto. Esta es una característica de la alquimia,
conoce perfectamente su meta y a ella queda limitada. La máxima
aspiración de la alquimia consiste en purificar la materia o plomo, es
decir, que transmute a oro o espíritu porque constituye lo más preciado,
pero visto desde la propia materia, ya que desde el espíritu, la materia sería lo más valorado.
El camino a recorrer entre el plomo y el oro requiere un movimiento y
todo movimiento es acción, así como toda acción provoca una reacción.
Si
analizamos la palabra “re-acción” significa repetir la acción pero en
otros ámbitos distintos del que se originó, hasta que la energía inicial
se consume totalmente en una cadena de reacciones. Así,
una idea hace reaccionar la capacidad de razonar y provoca un
pensamiento, que a su vez hará reaccionar al cuerpo emocional provocando
un sentimiento que acabará en un movimiento o actitud en el plano
físico. De la misma manera que el radio transmuta a helio y radón y
este, después de transmutar en elementos intermedios, a plomo,
invirtiéndose en el proceso el poder radiactivo del radio.
Los alquimistas no se cansaban de argumentar su “solve et coagula”,
disuelve y vuelve a unir, expresión que pretende significar que la
acción de una operación constituirá la reacción de la próxima, lo que
implica que se tendrá que desprender de la reacción anterior, es decir,
que la energía o causa de un movimiento habrá de convertirse en fuerza o
efecto del movimiento siguiente, para que el grado de pureza conseguido
en una acción sea la base material para el próximo movimiento.
Es
una espiral ascendente –desde la materia hacia el espíritu- en la que
la materia utilizada en una acción es el resultado de la acción
anterior, hasta conseguir la más noble, el “oro”, la espiritualización
de la materia que constituye el objetivo de la gran obra. La acción y la reacción nos han legado dos aspectos en la alquimia, uno esotérico que ha dado lugar al corpus místicum
y el otro exotérico o experimental, de cuyos resultados derivan
industrias actuales como la farmacopea, la química o la metalurgia.
Ambos aspectos han permanecido unidos en un tiempo, y en otro se han
diferenciado para volverse a unir. Coinciden los analistas en señalar
que en el sexto milenio adC toda acción se correspondía con su homóloga
reacción, es decir, que toda causa tenía su efecto y no se concebía
efecto sin causa. Por lo que los dos aspectos de la alquimia permanecían
unidos.
A
pesar de esta unión, existía un elemento diferenciador, ya que la
acción o mundo de las causas era exclusivo de la casta sacerdotal
egipcia, mientras que el trabajo era efectuado por castas inferiores. En
cuanto no era atendida esta exclusividad y se producía la mezcla entre
castas, iba desapareciendo el elemento que las diferenciaba,
diluyéndose. Comoquiera que este
proceso de disgregación se ha repetido en la historia, constituye la
primera parte de la alquimia, la “solve”, que origina otro movimiento en
sentido opuesto para volver a unir, pero de otra manera y con
peculiaridades diferentes, completándose el ciclo con el “coagula”.
El
actual Caduceo de Mercurio viene a simbolizar los dos aspectos de la
alquimia y el proceso de desunir para volver a unir, pues los cuerpos de
las serpientes forman lazos de mayor diámetro cada vez. El
Caduceo anterior y que pertenece al imperio egipcio, tenía una única
serpiente con tres cabezas, símbolo de la unión original entre ambos
aspectos de la alquimia, unión que empezó a disgregarse con la llegada
del mundo helénico a Egipto.
Las
dos serpientes del Caduceo de Mercurio se devoran la una a la otra y
entran en la fase de putrefacción para producir una sustancia noble, son
las simientes masculina y femenina.
El
término “alquimia” lo abarcaba todo, constituía el conjunto de “artes”
formado por las técnicas y conocimientos de una civilización, de manera
que, al mezclarse con otro pueblo daba comienzo el proceso de su
disolución, produciéndose movimientos oscilantes entre ambos aspectos. Mientras
dura este movimiento se potencian ambos aspectos, pero por separado, y
así observamos a la alquimia de hoy que se encuentra desprovista de
aquellas “artes” para llevar a cabo su meta, ya que las ha cedido a
otros ámbitos, principalmente a la farmacopea, a la química y al
tratamiento de metales, habiéndose reducido a una creencia sin una clara
conexión con su realización
material, perdiéndose aquel “saber hacer” de los antiguos, por lo que ha
de recurrir a un lenguaje oscuro basado en símbolos y mitos,
especulativo.
No
es nociva esta separación, pues a su amparo, el aspecto externo de la
alquimia ha alcanzado el actual grado de evolución tecnológica, mientras
que el interno o esotérico desarrolla en mayor medida la capacidad de
comprender a través del razonamiento lógico, y no mediante una creencia. Parece
que la tendencia sea que ambos aspectos de la alquimia vuelvan a
unirse, pues la casi siempre forzada mezcla entre pueblos, propicia el
intercambio de sus culturas, creencias y “artes”, cuyo resultado siempre
supera el grado de desarrollo que tenía cada civilización anterior por
separado. Esta nueva unión exige mutaciones y cambios que acabarán por
producir la transmutación, obteniéndose un “oro” más cualificado que el
resultante de la anterior mezcla. Por lo tanto y gracias a la alquimia,
el mundo material se ennoblece.
2.- ANTECEDENTES
Según
los más antiguos textos de los que disponemos, la alquimia se conceptúa
como un arte, y en la terminología griega todo lo artístico tiene
carácter “divino”, tal como nos lo presenta Olimpiodoro entre otros, al calificar de “divino y sagrado”
el arte de la “lapis” o piedra de los filósofos, es decir, de
hierático, en un intento por parte de los griegos para adoptar la
cultura egipcia.
Todo lo culto en la antigua Grecia es la analogía de lo digno de admiración, de lo extraordinario y fuera de lo común. Así
eran conceptuadas por los griegos las artes en el Egipto que empezaban a
colonizar y debido a la confluencia de varios pueblos con sus
correspondientes culturas, coexistieron denominaciones para designar a
los “artistas” tales como “sacerdotes” entre los egipcios, “filósofos”
entre los griegos, “profetas” entre los persas o “poetas” –los que
hacen- entre los bizantinos.
En su acepción más universalista, la alquimia es la acción para un cambio que podría producirse en un sentido material y en otro espiritual. En
el momento y lugar en los que confluyen ambos sentidos producen
aspectos diversos dentro de la propia alquimia, diversidad que ha
originado dos corrientes diferenciadas, una que corresponde al sentido
materialista tendente a la transmutación de metales y a la obtención de
una medicina universal para curar enfermedades y lograr la inmortalidad
física, y la otra que correspondería al sentido espiritualista cuya
tendencia se expresa en lograr la pureza, recuperando las ideales
condiciones del Paraíso o Edén y retornar al estado anterior al pecado
original, creando un auténtico sistema filosófico debido, por un lado a
la interpretación metafísica de las labores y operaciones que se han de
ejecutar, y por el otro, debido a la mezcla entre religiones.
Estas
dos corrientes parece que se originaron entre China, Egipto y Grecia,
para pasar a unificarse en el mundo islámico que influirá decisivamente
en Europa, corrientes que se unieron con la Kabalah judía y el cristianismo. Esta
unión ha implicado, desde el punto de vista linguístico, la aparición
de un conjunto de expresiones en hebreo y griego cuyo objetivo es
registrar las prácticas experimentales y las teorías filosóficas, por lo
que es necesario considerar que los alfabetos hebreo y griego carecen
de caracteres numerales y que a cada letra le corresponde un determinado
valor numérico. Resultado de ello es que a cada palabra hebrea le corresponde un número y cada número tiene su correspondiente palabra.
Como ejemplo puede observarse la referencia que se hace en el Apocalipsis cuando menciona “el número de la bestia”, con una clara alusión al binomio palabra-número. Por esta razón, la Kabalah
supone que las palabras de igual valor numérico están relacionadas
entre si y en ello consiste la ciencia llamada gematría, con la
característica referencia a los jeroglíficos, pues estas relaciones
palabra-número tienen su correspondiente simbología jeroglífica para
registrar en lo posible el legado egipcio sin perder su significado
original.
Biblia sefardí de 1.385
Es
el Tetragrámaton con las cuatro letras de Jehová, JHVH. Todas las cosas
son por la combinación entre estas cuatro letras. Gershom Scholem en su
obra “De la cábala y su simbólica”, 1.989, cita el exhorto de un rabino
así:
“Hijo mío, se escrupuloso en tu trabajo porque es divino, si omites o añades una sola letra, destruirás el mundo entero”.
Así
pues, de la correcta aplicación en el orden de las palabras depende que
el significado tenga una mayor o menor corrección al expresar el
original y podrá interpretarse una u otra sentencia mística, pudiendo
diferenciarse mucho ambas sentencias. Quizás sea esta la razón de las
distintas y diferentes interpretaciones que existen de los textos
antiguos y que muchas de ellas se hayan tomado literalmente, como por
ejemplo y respecto de la alquimia, la creencia de que todos los metales
se forman mediante la combinación de cantidades distintas entre el
mercurio y el azufre, siendo la más perfecta y equilibrada de todas la
que corresponde al oro. En la búsqueda de esa combinación se han obstinado alquimistas de todas las épocas, como
el árabe Geber, que variaba el orden de las letras de las palabras que
nombran los metales, bajo la suposición de que cambiaría la combinación
de las proporciones entre el mercurio y el azufre contenidos en el
metal, para encontrar la proporción exacta que forma el oro.
En
China, allá por el siglo IV adC, el taoísmo predicaba escapar del mundo
ilusorio y alcanzar la inmortalidad mediante prácticas dietéticas,
gimnasia, respiración y drogas, lo que propició la aparición de
supersticiones populares que encontraron cierta base en el budismo, al
que el taoísmo se unió manifiestamente a partir del siglo II de nuestra
Era. La cultura de Mesopotamia y de Persia influyó en el pueblo chino en
lo que se refiere a la creencia de que los astros son determinantes en
la formación de los metales en el interior de la tierra.
Paralelamente
al Tao, en Egipto se desarrollaban prácticas alquímicas reservadas a
los sacerdotes hierofantes, prácticas que conocemos gracias a los
filósofos griegos y a las posteriores traducciones islámicas, pues en el
año 292 el emperador romano Diocleciano ordenó la quema de todos los
manuscritos y textos sobre alquimia existentes en la biblioteca de
Alejandría, en todo Egipto y Palestina, debido a que recelaba del
posible enriquecimiento de la comunidad judía allí muy numerosa y que
ello pudiese provocar la rebelión contra Roma.
Aparecen así las dos tendencias, una en la
que predomina la fabricación de sustancias y jugos para ser
administradas como medicinas, para el curtido de pieles, para obtener
tintes o para el tratamiento de metales, y la otra encuentra su
expresión en Aristóteles a través de sus entelequias o de su “filosofía
natural” y en Platón con su idealismo.
Reinhard Federmann define así a la alquimia: “Es
la ciencia del pretendido arte de fabricar oro. Esta es, en cierto
modo, una respuesta muy primitiva pero tiene la ventaja de no contener
ninguna inexactitud”. No se detecta que los antiguos alquimistas
tuvieran voluntad de separar el aspecto experimental del metafísico,
pues desde los tiempos más remotos se ha unido a la filosofía natural o estudio de la naturaleza, el correspondiente aspecto
filosófico, de la misma manera que parece más completa la metafísica
acompañada de su correspondiente experiencia objetiva. Es decir, que a
toda causa le atribuyen su correspondiente efecto y viceversa.
Sin
embargo no ha existido un léxico común a ambos aspectos, por lo que ha
llevado a los alquimistas a expresarse mediante términos y símbolos de
la mitología bíblica, de la astrología, de la kabalah o de la filosofía y
del esoterismo, traduciéndose todo ello en un intrincado y oscuro
lenguaje que, al haberlo unido a la creencia religiosa, sus métodos más
bien parecen irrealizables conjuros
mágicos constituidos por experimentos sin conexión entre ellos y la
realidad, debido a la enorme carga simbólica llena de afirmaciones
contradictorias, en la mayoría de las veces, o imposibles en otras.
El
Sefer-ha-Zoar o Libro del Esplendor, escrito en España en el siglo
XIII, en él se dice que Dios tiene aspecto dual, una cabeza es la luz y
la otra las tinieblas, una blanca y la otra negra, de gran influencia
entre la comunidad judía.
La alquimia clásica utiliza el fuego como energía para cambiar el estado de la
materia y obtener su sustancia o esencia, fuego que hay que saber
dominar y dosificar, quizás la alquimia comenzó con la utilización del
fuego por parte del hombre prehistórico, tal como afirma Jonathan Norton Leonard en su publicación sobre alquimia “Khymos”, (Ed. Alhambra-1969) cuando dice: “Aquel hombre peludo que descubrió la manera de mantener el fuego prendido por el rayo, alimentándolo con ramas secas”.
Los registros sobre alquimia más antiguos que se conservan tienen como soporte el papiro egipcio. Resulta
evidente que si no existen registros de la propia civilización egipcia y
se sabe que la transmisión era oral, cuando se comienza a escribir es
porque empieza su decadencia y aparece el interés por perdurar algo de
lo que se tiene la impresión de que terminará, ya que una de las
características de todo sagrado arte es su transmisión personal y
particular. Así pues, los textos
que recogen el “Corpus Hermeticum” de Hermes – Thot llegan hasta
nosotros en griego y con una redacción idealista o platónica, es decir,
con un “Corpus Místicum” cuya pertenencia no parece atribuirse a los
griegos, sino que estos tuvieron que crearla a
su manera porque no tenían acceso a aquella transmisión directa de los
egipcios o porque se vieron obligados a interpretarla de alguna forma.
La
casta sacerdotal egipcia se reservaba con carácter exclusivo aquellas
prácticas que suponían el tratamiento de metales y de minerales así como
la explotación de las minas siempre bajo la cesión del faraón. Estas prácticas se consideraban de carácter sagrado y divinas
o hieráticas, prácticas de las que no se desprende que tuviesen interés
alguno por descubrir las razones de los cambios en las estructuras de
los metales y minerales, sino que ese afán corresponde a la mentalidad
griega que encaja mejor con la racionalidad.
Cuando
Egipto fue colonizado por el imperio helenístico, al dios egipcio Thot
que era el regente de las escrituras, de la magia y de las “artes”, lo
identificaron con el dios griego Hermes, conocedor del arte de curar,
señor de la comunicación y del comercio, creándose la leyenda en torno a
Hermes Trimegisto o Trismégistos, el Tres Veces Máximo,
cuya existencia se asocia a un legendario faraón que, preocupado por el
conocimiento, por las escrituras y por la magia, dotó a Egipto de una
colección de 30.000 volúmenes en la que se contenía todo el saber,
abarcando desde la filosofía natural –Aristóteles-, a la metafísica
–Platón-, condensando todo ello en la “Tabla Esmeralda”, que resumía en
sus doce afirmaciones toda la sabiduría posible siendo conocida por
occidente a partir del siglo XIV mediante traducciones del árabe.
Hermes Trimegisto con el fuego que une las dos polaridades y las operaciones de disolución-coagulación del azufre o sapo con el mercurio o águila.
Debido al lenguaje empleado en la redacción original de la Tabla Esmeralda,
su expresión en cualquier idioma se presta a diversas interpretaciones,
por lo que existen traducciones que difieren en ciertos matices. Debido
a la cantidad de literatura que
se ha producido en torno a sus posibles significados, no nos
extenderemos en su consideración, sino que transcribimos una de sus
traducciones.
3.- LA TABLA ESMERALDA
Es
incierta su procedencia y muchas son las leyendas a su alrededor. Hay
quien argumenta que resume la ciencia de Enoch cuando previno el diluvio
universal y escribió unas tablillas para que la posteridad tuviese el
resumen de las siete artes, entre las que se encontraba la alquimia. Cuando Hermes entró en el Valle de Hebrón se las encontró y de ellas obtuvo su sabiduría. Otras fuentes citan a Noé, que las llevó en su arca.
Sobre
ella se afirma que contiene toda la esencia de la alquimia, y según R.
Federmann su contenido se incluye en unos papiros adquiridos por el
vicecónsul sueco en Alejandría durante el año 1800, que se suponen
escritos por algún artesano egipcio que los recopiló de otros, mucho más antiguos. A estos papiros se les denomina “papiros de Leyden y Estocolmo”
de los que Berthelot muestra una traducción en su publicación de 1.889,
afirmando que por su forma y paleografía se datan hacia finales del
siglo III, conteniendo una centena de formulaciones para imitar oro,
plata y fabricar cristales coloreados de manera que parezcan piedras
preciosas, así como para teñir e impermeabilizar telas. Por ejemplo, la
receta número 56 del papiro de Leyden, trata de la imitación del oro y
dice así: “Un stater de asemos, dos stater de cobre de Chipre, cuatro stater de oro y fundirlo todo junto” siendo el “stater” una medida de peso y el “asemos” la estibina o cualquier vitriolo, normalmente el sulfato de cinc.
La Tabla Esmeralda
atribuída a Hermes Trimegisto, quien dice la leyenda que la grabó en
una esmeralda y fue encontrada en su tumba, aunque más tarde se demostró
que es una traducción de un texto árabe del siglo X y que, a su vez, es
otra traducción de otro texto griego del siglo IV.
El contenido de la Tabla llega a Europa en dos versiones, la del latín correspondiente a la Edad Media
y otra árabe datada en el siglo IX, en esta última se afirma que la
encontró la mujer de Abraham, Sara, en la cueva donde se supone fue
enterrado Hermes, aunque todo ello está envuelto en el halo del misterio
y de la incertidumbre. Otra leyenda afirma que fue el mismo Alejandro Magno quien la arrancó de la mano del propio Hermes, enterrado en la pirámide de Gizeh.
E. J. Holmyard dice sobre su significado que: “Un
alma o espíritu universal penetra el macrocosmos y el microcosmos y
esta unidad en la diversidad implica la posibilidad de la transmutación”.
Siro Arribas cita a Arnau de Vilanova respondiendo a un discìpulo que le preguntaba sobre la Tabla: -Maestro, no lo entiendo, y le contestó “Yo tampoco, pero ten la seguridad de que en esa esmeralda se encuentra el secreto de la piedra filosofal”
pues de la misma manera que Arnau veía la piedra en la tabla, también
la encontraba Roger Bacon y los antiguos en la combinación entre el
mercurio y el azufre.
Mucho
se ha escrito acerca de sus posibles interpretaciones y lo que puede
asegurarse es que todo alquimista siempre se ha esforzado en adecuar sus
trabajos y conocimientos a alguna de sus doce premisas.
1.-Es verdadero, verdadero, sin duda y cierto:
2.-Lo de abajo se iguala a lo de arriba y lo de arriba a lo de abajo, para consumación de los milagros del Uno.
3.-Y
lo mismo que todas las cosas vienen del Uno, por la meditación sobre el
Uno, así todas las cosas han nacido de esa cosa única, por
modificación.
4.-Su padre es el sol, su madre la luna, el viento lo ha llevado en su vientre; la tierra es su nodriza.
5.-Es el padre de todas las maravillas del mundo entero. Su fuerza es orbicular, cuando se ha transformado en tierra.
6.-Separarás la tierra del fuego, lo sutil de lo grosero, suavemente y con gran entendimiento.
7.-Asciende de la tierra al cielo y vuelve a descender a la tierra, recogiendo la fuerza de las cosas superiores e inferiores.
8.-Tendrás toda la gloria del mundo y las tinieblas se alejarán de ti.
9.-Esta es la fuerza de fuerzas, pues vencerá todo lo sutil y atravesará lo sólido.
10.-Así se creó el mundo.
11.-He aquí la fuente de las admirables transmutaciones y aplicaciones aquí indicadas.
12.-Por eso me llaman Hermes Trimegisto, porque poseo las tres partes de la sabiduría universal.
Una
vez más se produce en la historia la necesidad de conectar con lo
antiguo ante la llegada de algo nuevo, por lo que los griegos se
rodearon del glorioso pasado egipcio para enraizarse con su cultura,
pues tenían en un lugar privilegiado a su casta sacerdotal, creyéndoles
depositarios de respetabilísimos conocimientos antiguos. Sin
embargo, aquella cultura egipcia fue perdiendo su significado hasta que
acabó con el respeto que se le profesaba y se tornó en escarnio y burla
por parte del pueblo griego.
La
simbología en torno a Hermes se asocia a Mercurio y ambos son objeto de
leyendas con mucho significado, pues en astronomía se afirma que
Mercurio es el hijo de Júpiter y Maia, siendo Mercurio el “mensajero” o Mesías
del Sol y portador de la luz. En cuanto a Hermes, que en griego
significa entre otras cosas “intérprete”, representa el poder del Verbo o
de la Palabra
del Padre en la tierra, actuando como mediador entre los dioses y los
hombres, de ahí la elocuencia en la expresión característica de la
filosofía griega. El símbolo de Mercurio-Hermes se colocaba en los
recodos de cada camino como símbolo de guía, símbolos que eran ungidos
cada siete días por los sacerdotes utilizando esencias, aceites y
sustancias obtenidas por los medios que proporcionaba la alquimia. Se
afirmaba que Mercurio o Hermes, curaba la ceguera y reponía las
capacidades mentales y físicas, es decir que se consideraba el símbolo
de la “panacea universal” o
elixir, capaz de sanar y purificar todo lo impuro o enfermo, siendo
representado por los indos y egipcios con tres cabezas, de ahí la
denominación “Trimegisto”, del que decían los griegos: ”Hermes es el emblema de la palabra que todo lo crea y lo interpreta, pues es el Verbo Creador”.
En
alquimia, Mercurio es el principio seminal esparcido por todo el
universo, es el agua primaria que contiene la semilla de todo lo que
existe y que es fecundada por los “fuegos solares” para formar la
materia, de ahí que para expresar este principio creador, los egipcios
añadieron un falo a la cruz original que tenía forma cúbica, completando
los símbolos del espíritu o macho representado en su parte vertical y
de la materia o hembra en su parte horizontal.
Tengamos en cuenta que se representaba antiguamente a Mercurio como una figura en forma cúbica sin extremidades porque: “el poder del lenguaje y de la elocuencia prevalecen sin la ayuda de las manos o de los pies”, así pues el Hermes egipto-griego constituía una figura cúbica que posteriormente y por la añadidura del carácter fálico, se
desarrolló hasta convertirse en la cruz Tau o cruz egipcia, a la que se
sumó la figura del círculo formando un óvalo para completar la cruz
ansata de los antiguos faraones.
Vemos pues que la cruz era el medio de “comunión” entre los dioses y los hombres, además
de conferir a los mortales cualidades divinas, fue el principio de la
creencia en la piedra filosofal y del elixir universal ya que se basaba
en la idea de “un hombre unido a la cruz” para lo que primero tenía que
aprender bien el oficio de “carpintero o hacedor” modelando la materia y
preparándola para la comunicación con los dioses a través de su
mediador, Hermes, que constituye el símbolo del camino de la
regeneración espiritual que purificará la materia.
Este
camino de regeneración es el origen de la mística en la alquimia, cuya
pretensión clásica es la de transmutar en oro al plomo, el oro como
símbolo de la máxima pureza y el plomo como el de la materia impura.
En el afán de regeneración material, se originan las dos corrientes en la
alquimia, una que pretende la purificación actuando desde la propia
materia y la otra cree que la regeneración se ha de gestar en el
espíritu. Son las dos tendencias
del pensamiento griego, una basada en la observación y estudio de la
naturaleza o filosofía natural de Aristóteles y la otra idealizadora, sustentada por la “luz del espíritu” o tendencia platónica.
La
diferencia básica quizá consista en que la regeneración desde la
materia se sustenta de la energía de la propia materia, resultando
insuficiente para producir su completa desintegración o disgregación,
por lo que la primera obra de la alquimia, la “solve” o disolución,
queda incompleta ante su incapacidad por eliminar los restos de la
anterior estructura que formarán parte de la nueva, permitiendo que el pasado quede implantado siempre en el presente. Esta tendencia se impulsa por la codicia humana ante la pretensión de obtener oro y ser inmortal.
El
sol negro es el fuego devorador de la materia, en la alquimia árabe es
la purificación de la materia y en el cristianismo es el pecado
original.
Mientras
que la regeneración desde el espíritu implica depositar en la materia
nueva energía proveniente desde más allá de la propia materia y que
resultará suficiente para producir su completa disgregación,
completándose la primera fase de la alquimia o “solve” para pasar a la
segunda o “coagula”, cuyo resultado será una nueva estructura material
antes inexistente.
Este
es el sentido místico de la alquimia, aquella que produce el “oro
filosofal” y que no es el oro material, el que incansablemente repetían
los filósofos alquimistas diciendo “aurum nostrum non est aurum vulguis”
es decir, “nuestro oro no es el oro del vulgo”, refiriéndose con el
término “del vulgo” al oro que produce codicia en el pueblo.
La
cruz ansata faraónica, formada por un círculo y los dos brazos que se
cruzan, fue un símbolo venerado en alquimia, pues se adoptó para
representar un elemento esencial durante mucho tiempo, el antimonio,
símbolo que puede observarse en lo alto de las cúpulas de la mayoría de
nuestras iglesias y catedrales.
La cruz es la base de la rosa y supone el símbolo de las tinturas de la alquimia que producen “ la preciosa sangre rosada” o lapis, también simbolizada por la miel (las abejas en la parte derecha).
Egipto, Mesopotamia y la India,
conquistadas por Alejandro Magno en el siglo IV adC y sus relaciones
con China, permitieron la fusión de importantes culturas como la hindú,
china, griega, egipcia, caldea o la siria en la universidad de
Alejandría y según afirma el químico Siro Arribas, produjo gran cantidad
de manuscritos, más de un millón, que sirvieron posteriormente como
combustible para calentar los baños públicos en el imperio de Julio
César y también en el califato de Omar, en el año 640, repitiendo la
destrucción de registros llevada a cabo por Diocleciano 350 años antes.
En
la universidad de Alejandría se estudiaba la alquimia como asignatura
produciéndose escritos sobre los experimentos realizados y sus
conclusiones, como el texto de Bolos Demócrito datado en el siglo I adC.
Desde Alejandría se transmitió a Bizancio y de allí a la Universidad
de Constantinopla ya en el siglo IV, aunque su aspecto místico lo
desarrolló Bizancio en mayor medida debido a la influencia e imposición
del cristianismo sobre otras creencias, imposición que sobrevino en
guerras entre cristianos, herejes y paganos, lo que provocó un masivo
éxodo hacia las tierras de Persia y Siria y allí fueron depositándose
poco a poco los legajos del conocimiento anterior, siempre bajo el miedo
a la persecución.
En
la ciudad de Alejandría y alrededor del siglo II adC, se fusionaron en
gran medida las teorías de Aristóteles y las de Platón, posteriormente
desarrolladas por Timeo, siendo Bolos de Mendes el máximo representante
de esta unión de tendencias que expresaba la capacidad del hombre para
imitar a la naturaleza, provocando a través de los experimentos,
profundas transformaciones en las materias y sustancias naturales.
Es
de notar que ni Bolos de Mendes ni sus contemporáneos consideraban a la
alquimia como un camino hacia la salvación y que no era necesario el
conocimiento sobre Dios para lograrla, sino que fue cuatro siglos más
tarde, en el II de nuestra era, cuando Zósimo de Panópolis introduce la
idea de la eterna salvación, comenzando entonces a tomar cuerpo el
aspecto místico de la alquimia, pues el antiguo alquimista no separaba
al mundo en dos partes, una espiritual y la otra material, sino que toda
su ciencia sobre la materia tenía su contraparte espiritual, así como
toda su espiritualidad tenía su contraparte de realización material, o
dicho de otra manera, que sus propósitos o intenciones eran
perfectamente realizables así como que toda realización se correspondía
con un definido propósito.
Esta
era, quizás, la augusta base de la antigua civilización egipcia, que no
realizaban nada sin un propósito definido y, a su vez, no concebían un
propósito imposible de ser ejecutado. Y
si nos atrevemos a señalar un defecto, este podría ser la separación y
la falta de relación entre quienes forjaban un propósito o causa y
aquellos que lo llevaban a término. Con
este ambiente de exclusividades se encontraron los helénicos y como no
pudieron entrar en la parte que ostentaba la capacidad de proporcionar
las causas generatrices, debido al secretismo dentro de la misma casta
sacerdotal egipcia, adoptaron e imitaron la parte externa, haciendo
especulaciones sobre esa parte que se les negaba, dando lugar a un
verdadero sistema filosófico en el intento de encontrar aquellas causas,
sistema que perdura hasta nuestros días y durará mientras permanezca la
separación entre las dos corrientes de la alquimia.
A
partir de las ideas en el tiempo de Zósimo de Panópolis, comenzó esta
separación dentro de la alquimia entre sus creencias místicas y su
realización experimental, llegando hasta tal extremo que se sumió en el silencio a toda la cultura alejandrina sobre la experimentación o alquimia externa. A
pesar de que los antiguos trataban de mantenerla como un todo
conjuntado, iba estableciéndose poco a poco y con fuerza la
diferenciación entre la alquimia teórica o especulativa y la práctica de
laboratorio, pues el monje Roger Bacon en su obra “Opus Tertium” refleja esta separación al afirmar que la teórica: “especula sobre lo inanimado y sobre la generación de las cosas a partir de sus elementos mientras que la práctica enseña a hacer metales nobles, colores y muchas otras cosas artificialmente, así como que enseña a prolongar la vida humana”.
Parece
que la parte práctica de la alquimia deriva hacia el desarrollo de
técnhcas que permitan `reparar metales con apariencia de oro o de plata,
ya que no es capaz realmente de obtenerlos, pues los sacerdntes
egipcios del êltimo milenio adC se rodeaban de asesores y técnicos
especialistas en fundición y aleaciones metálicas, tal como lo demuestra
una lápida asiria que Campbell Thomson data en el siglo VII adC cuya
composición parece plata pero que no lo es, existiendo suficientes bases
para suponer que la casta sacerdotal egipcia anterior no efectuaba
técnicas de imitación sino que trabajaba realmente con oro y plata sin
preocuparse de imitarlos.
Sobre
estas técnicas habla Zósimo en unas cartas dirigidas a “su hermana”
Theosebeia cuando le cuenta que se llevan a cabo en el templo del dios
Path en Menfis y que tan solo la practican los sacerdotes, siendo
curioso el detalle que ofrece cuando reseña que allí se imita tanto al
oro como a la plata y que además tienen técnicas para aumentar el peso
del oro rebajándole la calidad. Y esto solo ocurre cuando empieza la
decadencia del imperio egipcio y la casta sacerdotal va perdiendo se
hegemonía y exclusividad al mezclarse con las gentes de otros pueblos.
Aparte de Menfis, existieron otros muchos lugares en los que se practicaban las artes y con ciertas características que los hacían peculiares, como Egipto por la magia, Tracia por sus brujas o Chipre por sus teorías filosófhcas.&nbs`;
Afirma
Zósimo que el arte de la alquimia fue transmitido a los humanos por
“los ángeles caídos” en agradecimiento a los favores recibidos de las
doncellas que aceptaron desposarse con los dioses. Lo
que es una manera de expresar que los dioses ya no constituyen una
casta separada y representada exclusivamente por los sacerdotes
egipcios, sino que se mezclan con los humanos adquiriendo sus pasiones y
sintiéndose atraídos por sus jóvenes doncellas.
Así
pues, parece difícil de aceptar que las técnicas de imitación sean
genuinamente egipcias, resulta más lógico pensar que fueron los griegos y
las comunidades judías las que produjesen estas maneras de fabricar
imitaciones de oro, plata y gemas.
Cuando Zósimo alude a Theosebeia, así como a María la Judía,
siempre lo hace en pasado y con notable veneración, lo que indica que
nuestro admirado panopolita las incluía en el selecto grupo de “antiguos
sabios”, tal como él mismo los define, entre los que figuran nombres como Moisés, Hermes, Ostanes, Isis o Agathodaemon.Parece, sin embargo, que
la alquimia contempla más a los hombres que a las mujeres, como si se
tratase de un arte exclusivo del género masculino, cuando tiene ecos de
mujer resonando en personajes como la mencionada Theosebeia, en la
maestría de María la Judía,
en Paphnutia, en la dudosa y supuesta practicante de alquimia
Cleopatra, en la emperatriz Bárbara, en la personalísima Sabine Stuart
de Chevaliere o en la singularidad de Cristina de Suecia.
Uno de nuestros más destacados investigadores sobre alquimia, F. Sherwood Taylor, llega a la conclusión de que María la Judía ha podido ser una persona real y que se considera como la “Eva” de la alquimia. A
ella se le atribuye el aparato de tres caños para destilación
denominado “tribikos”, así como el método de mantener el calor mediante
agua o “baño maría”, aunque resulte precaria esta afirmación debido a la generalización de este método en cualquier época y lugar.
El baño maría.
Sobre María la Judía
no se tienen suficientes referencias claras para poder afirmar que fue
un personaje real o si se trata de un pseudo-epigráfico, pues los
griegos hablaban normalmente de Hermes, de Ostanes o de Pibechios sin
que se refirieran a una persona en concreto sino a un personaje mítico, y
en el caso de María la Judía
parece que se circunscriben al pueblo judío, pues entre los manuscritos
en los que figura la firma con este nombre, nos desvela Susan Ros uno
de ellos, que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Austria en el que esta escrito: “No vayas a tocar con tus manos (los materiales de la Obra), tú que no eres de la raza de Abraham, tú que no eres de nuestra raza …”Y
por su parte, afirma Zósimo que los judíos explicaron estas técnicas
solamente para ellos y los suyos, tratando de evitar la difusión fuera
de su raza, emulando quizá a los antiguos sacerdotes egipcios.
En Egipto ya se conocía la relación entre siete metales y siete planetas, argumentada también por los caldeos, es la siguiente:
El Sol ----con el oro
La Luna ----con la plata Venus -----con el cobre
Marte ------con el hierro Júpiter ----con el estaño
Saturno ----con el plomo Mercurio –-con el mercurio
con
la matización de que cualquiera de estos planetas no son representantes
de sus respectivos metales, sino que contienen su misma esencia y que
únicamente los sacerdotes y hierofantes podían obtener determinados
resultados mediante cierta “capacidad de consulta” con los dioses, de
ahí las leyendas en torno a los oráculos o piedras parlantes, como la
famosa de Westminster llamada “liafail” o piedra parlante, que solo
elevaba su voz para designar al
rey, o lo que cuenta Plinio respecto de las piedras que “se apartaban
cuando tu mano se aproxima a ellas”, como que también existían en la India y Persia, ( “Diccionario de la religiones” del abad Bertrand).
En
este sentido, Giraldus Cambrensis habla de una piedra en la isla de
Mona la cual regresaba al mismo lugar siempre que la desplazaban a otro
sitio, según relatos de la época de la conquista de Irlanda por Enrique
II, ratificados por William de Salisbury que da fe del hecho en 1554.
De
tres mil años antes data el llamado “papiro de Ebers”, en Egipto,
encontrado al lado de una tumba de Tebas junto a un cuerpo momificado,
revelando recetas para fabricar sustancias diversas que podrían
considerarse como uno de los más antiguos soportes de nuestra actual
farmacopea.
Un método para la destilación: dl pelícano doble.,/span>
Tanto
en el papiro de Ebers como en otros, así como en restos de vasijas y
utensilios encontrados, se demuestra que en Egipto utilizaron técnicas
de fabricación de recipientes a partir de una mezcla de roca y cuarzo
machacados y mezclados con agua y arena para obtener una masa moldeable,
con el nombre de fayenza
que, una vez cocida, resultaba de gran dureza, habiéndose hallado
objetos datados en 6.000 años antes de nuestra Era, recubiertos por una
capa vidriada que combina los colores verde, azul y amarillo.
Esta
capa vidriada la obtenían mezclando sílice, un carbonato sódico o
potásico y cal, añadiendo distintas proporciones de cobre o de ceniza
vegetal para que resultase de uno u otro color. En
el templo de Seth, en Naqada, se ha encontrado el recipiente de fayenza
más grande de todos, es un cetro que perteneció a Amenhotep II de dos
metros de altura.
Parece
ser que la alquimia en aquellos tiempos no tenía connotaciones místicas
respecto de la salvación eterna, de la obtención del elixir universal
para ser inmortal o de la piedra filosofal para fabricar oro en la
cantidad deseada, sino que el alquimista de entonces era el que
trabajaba los metales,fabricaba
recipientes de uso doméstico y ornamental, sabía tratar las pieles en
el proceso de su curtido, obtenía tintes e impermeabilizantes para sus
tejidos, trabajaba y coloreaba el vidrio siendo capaz de imitar al oro, a
la plata o a las piedras preciosas. El vidrio lo obtenían fundiendo
sílice, carbonato sódico y roca caliza.
Fue
en Roma cuando se comenzaron a fabricar recipientes huecos de vidrio
mediante la técnica del soplado, técnica que pasó a Europa junto con la
de la coloración, muy utilizada en las vidrieras de las catedrales e
iglesias.
En
estas prácticas de la alquimia antigua, la cal fue un elemento
esencial, pues se tiene constancia de su utilización tanto en Egipto,
como en Grecia y Roma, en el imperio asirio o más allá de la orilla
mediterránea, pues los Incas y Mayas, en China y en la India,
era de uso común en forma de mortero para la construcción o para
revestimientos, siendo una de las más utilizadas la mezcla entre cal,
arena y agua. Se cuenta que al
nacimiento de un hijo o hija, los padres preparaban el mortero para que
estuviese listo a la edad de construirse una vivienda, pues la cal
envejecida tiene plenas sus propiedades.
Aparte
de la cal, del vidrio o de la fayenza, se emplearon seis sustancias
minerales que sirvieron de base para completar la alquimia de nuestros
antepasados, son los vitriolos y alumbres, el salitre, el azogue o mercurio, el antimonio y el cinc. Los vitriolos son sulfatos
simples en su estado natural, es decir de un solo metal, derivando su
nombre del latín “vitriolum” o “vitrum”, cristal, debido a que su
aspecto es vidrioso. Los más
abundantes son los vitriolos o sulfatos de cobre, de color azul, los de
cinc que son de color blanco y los de hierro de color verde.
Los alumbres son sulfatos como los vitriolos, pero de dos metales. El
alumbre más común es el de aluminio y potasio, que en la antigüedad
procedía de un yacimiento en Siria, de la localidad de Rocca, utilizado
tanto en Grecia como en el Imperio Romano y que lo obtenían a partir del mineral llamado alunita, siendo
sus aplicaciones más comunes en tintorería, en medicina pues en un
fuerte astringente y en el curtido y conservación de las pieles.
El
salitre es una sustancia salina que aflora a la superficie de la
tierra, son minerales con gran contenido en nitrógeno y potasio. El
azogue es el nombre que se le daba al mercurio, siendo en su estado
natural el cinabrio o sulfuro de mercurio, muy pesado y de color rojo oscuro, sometiéndolo a la destilación se obtenía el metacinabrio.
Resulta dudoso si en la antigüedad conocían el antimonio metálico, pues parece
que utilizaban su sulfuro al que los romanos denominaban “stibium” o
“régulo”, pequeño rey, debido a su facilidad para alearse con el oro. En su estado natural es la estibina, que produce el sulfuro de antimonio al calentarla y lo obtenían destilando el gas de la combustión, aunque con impurezas. Lo
utilizaban para aumentar la dureza de los filos de los cuchillos,
espadas, lanzas, hachas y de los utensilios metálicos sometidos a
desgaste.
Superior: las tres cosas del arte, el antimonio o león verde, el agua sulfurosa y el vapor o agua de fuego.
Inferior: el león verde o antimonio devora al sol porque penetra en los cuerpos y los purifica.
El cinc se importaba de Oriente y lo obtenían por el procedimiento de la “vía seca”, calcinando el elemento natural o calamina con un fuego muy fuerte, destilando los gases de la combustión para limpiar el cinc de las impurezas. La “vía húmeda” es más reciente y utiliza el ácido sulfúrico.
Un personaje determinante en la mutua influencia entre el imperio helénico y el mundo oriental fue Alejandro Magno. Aristóteles
fue su preceptor en Macedonia por el año 342 adC cuando tenía 14 años,
transmitiéndole gran parte de su información científica, filosófica,
geográfica e histórica, pero no logró de ninguna manera imponerle sus
criterios políticos, ya que el joven Alejandro tenía los suyos propios y
no los cedía ante nadie, lo que
le permitió disponer del necesario ímpetu para lograr gran cantidad de
conquistas, entre las que difundió el principio de colaboración entre
griegos y orientales, hasta tal extremo que cabe preguntarse si a través
de esta enorme integración geográfica y humana, la helenización de los
asiáticos fue mayor que la orientalización de los grecomacedonios, asimismo, la libertad en la práctica de cultos aproximó y fusionó pueblos que antes habían permanecido distantes.
De
esta forma, todo el saber de ambas culturas se entremezcló,
intercambiándose la práctica metalúrgica con la elaboración de
sustancias, tanto vegetales como minerales, el alambique con la pólvora o
los tintes con la filosofía taoísta.
En
lo que respecta a recopilaciones de las tradiciones filosóficas y
prácticas de la alquimia, se introdujo en Europa una importante cantidad
de escritos en el siglo VI bajo la dirección de Isidoro de Sevilla,
quedando integradas gran parte de ellas en la doctrina cristiana y
adoptando como base las teorías originales de Empédocles sobre los
cuatro elementos, agua, aire, fuego y tierra, fusionándola con la de
Aristóteles sobre las cuatro cualidades de humedad, sequedad, frío y
calor e incorporando el tratado de los cuatro temperamentos o humores
corporales de Hipócrates (Siglo V adC), relacionados con las cuatro
estaciones, correspondiendo el otoño al humor melancólico y al elemento
tierra, el verano al colérico y al fuego, la primavera al sanguíneo y al
aire, y el invierno al flemático y al agua.
Los
Cuatro Elementos, de izquierda a derecha: tierra, agua, aire y fuego,
que se corresponden con las cuatro fases del opus y a los cuatro grados
del fuego.
Los
europeos se interesaban cada vez más por la alquimia, hasta que Persia y
Siria fueron conquistadas por los árabes en los siglos VII y VIII, y debido a que también mantenían conquistas en Europa, la alquimia con sus prácticas inició la penetración a través de los califatos de Córdoba y de Bagdad.
El
papa Silvestre II (999 – 1.003) que antes había sido el monje Gerberto
de Aurillac, teólogo y matemático, fue uno de los primeros europeos en
conocer las obras sobre la alquimia árabe y durante su papado, se
tradujeron al latín gran cantidad de manuscritos y libros árabes, pues
la alquimia se autorizó por la iglesia cristiana en esta época para
desarrollar la teología, que se basaba entonces en la creencia de que el
alma del hombre estaba dividida en dos tras el pecado de Adán, y si se
encontraba la manera de purificar estas dos partes del alma se podría
establecer contacto con Dios.
Alrededor
del siglo XIV es cuando se produce la mayor concentración de
traducciones, resaltando personajes como el filósofo y teólogo alemán
Alberto Magno, maestro de Tomás de Aquino y recopilador del saber
musulmán y judío, investigador y experimentador nato, pues sostenía que
han de delimitarse claramente las competencias de la fe y las de la
razón. Bajo su influencia se
descubren en Europa las maneras de acendrar el oro, de la acción del
ácido nítrico sobre los metales, de las primeras definiciones sobre
afinidad química y de las aplicaciones del azufre y de la potasa.
A
Tomás de Aquino pertenece la afirmación de que para practicar la
alquimia hace falta cierta “gracia o virtud divina”, cosa que excitó la
imaginación de aquellos que pretendían engañar a los demás haciéndoles
creer que la poseían, creencia que aprovechaban para simular la
fabricación de oro mediante falsas visiones y simulados éxtasis,
asegurando que iban a obtener el valioso metal por directa concesión de
Dios. Se le atribuyen varias obras sobre alquimia, entre las que resaltan “Secreta alchimiae magna” y “Tractatus alchimiae”,
habiéndoselas entregado a un compañero suyo, Fray Reynaldo y de las que
se conserva un ejemplar de la última en la biblioteca del monasterio de
El Escorial.
Como
podemos observar, la alquimia en los siglos XII y XIII todavía tiene
carácter experimental y carece del marcado sentido místico que le
otorgará posteriormente la búsqueda de la piedra filosofal. Tengamos en
cuenta que la historia depende de quien la relata y el papa Silvestre II
hizo su propia historia, como tantos otros, al hacer traducir al latín
manuscritos griegos y árabes, pero no puede afirmarse que se tradujo
todo, sino solamente aquello que servía a los intereses de la época y de
quien traducía. Sirva como
ejemplo Sir Isaac Newton, que ha dejado gran cantidad de textos
originales y que permanecen sin publicar, permitiendo el gobierno de la Gran Bretaña
que se dispersen mediante subastas, sin hacer nada para su recopilación
y difusión, quizá porque demuestren que este hombre “de ciencia” dado a
conocer eminentemente como físico, no dedicó la mayor parte de su
tiempo a la investigación científica sino a la teología en un 50%, a la
alquimia en un 25% y otro 25% a la física, según ha observado su
biógrafo G. Monod-Herzen.
Asimismo
habrá que considerar un aspecto práctico al traducir los antiguos
manuscritos griegos y egipcios, pues utilizaban el papiro como soporte
material y las “hojas” eran de varios metros de longitud, enrolladas y
desenrolladas varias veces, con lo que llegaban a desaparecer por entero
algunos de sus renglones y las traducciones quedaban supeditadas a la
interpretación que hacía el traductor sobre las partes desaparecidas,
perdiéndose la originalidad y quizá el verdadero sentido de los escritos
genuinos, tanto de los griegos como de los egipcios o de los árabes.
El mismo G. Monod-Herzen
analiza un curioso aspecto sobre la alquimia, afirmando que el secreto
de la fabricación del oro consistiría en un cebo creado por los sabios
herméticos para confundir a los neófitos, con el objeto de introducir y
difundir entre ellos el concepto gnóstico de la salvación a través del “conocimiento purificador”, que
proclama la independencia del individuo, frente al concepto de que el
individuo esté integrado en un grupo y supeditándose a unas normas
comunes, propias de las religiones organizadas que rechazan cualquier
tendencia de carácter individual, pues el hecho de potenciar la
individualidad convierte en ineficaces y falseadoras de la realidad a
todas las instituciones y poderes eclesiásticos, cuando proclaman la
salvación de manera conjunta, global, organizada y selectiva.
Este
es el sentido más oculto de la alquimia, su individualidad, ya que no
se transmite ni se domina desde la colectividad, sin embargo repercute
directamente en el conjunto y no en el alquimista, puesto que lo
alcanzado por el individuo se integra en el todo al que pertenece, a la
humanidad, aspecto que podemos observar actualmente en cualquier ámbito
social, pues lo utilizado hoy en día fue un descubrimiento de alguien en
particular, del que nos beneficiamos el resto.
Según
parece y durante el período de las cruzadas, se produjo el primer
intercambio entre árabes y europeos en cuanto a la alquimia, pues según
afirma Guy Piau, Maestre de la Gran Logia
de Francia, la transmisión no se hizo respecto de los caballeros sino
con los operarios que construían las edificaciones militares en aquellos
lugares conquistados, de manera que se establece cierta unión entre los
constructores de las catedrales en la Edad Media
y la alquimia. Este primer intercambio se efectuó en base a dos
tendencias, por una parte el tratamiento de los metales, la fabricación
de materiales y morteros para la construcción y el revestimiento, así
como la producción artificial de piedras preciosas mediante el uso de
crisoles a fuego muy violento y fuerte, lo que dio lugar a la llamada
“vía seca”, y por otra parte la obtención de aceites, perfumes, esencias y ungüentos mediante la destilación y maceración, procedimiento que requería de un fuego moderado y originó la “vía húmeda”.
En
la parte superior se representa a Venus y la llegada de los placeres y
de los colores primaverales, de ahí el pavo real en el centro, que es el
paso de la vía húmeda a la seca.
Todos
estos puntos de vista sufren un importante cambio en el siglo XIV con
un franciscano de Oxford, Guillermo de Ockham, cuando declaró que la fe
era incompatible con la razón, en un intento de restablecer las
afirmaciones de San Pablo en el sentido de que basta con la fe
prescindiendo de la lógica del raciocinio, pues esta lógica limita a
Dios y se apartó a la alquimia hasta tal punto, que el papa Juan XXII
publicó un edicto prohibiéndola y retirando por completo el permiso
para practicarla dentro del ámbito de la iglesia católica, en concreto a los franciscanos, dominicos y cistercienses, con la frase “spondent quas non exhibent”, es decir “prometen lo que no producen”.
Esta
prohibición y la persecución de la que fue objeto el alquimista,
provocaron la aparición de un intrincado e incomprensible lenguaje en el
intento de continuar expresando
los términos alquímicos pero evitando, en lo posible, el riesgo de ser
condenados por estas expresiones, expresiones que se llenan de creencias
religiosas de la época, incorporadas a la alquimia para poder demostrar
de alguna manera que no eran contrarias a la impuesta fe.
En
el Renacimiento, se marca la transición que establecerá la diferencia
entre la alquimia y la química, siendo Paracelso quien añade un tercer
elemento a los dos anteriores de la teoría aristotélica, la sal. De
la consideración resultante de las combinaciones entre las sustancias
elementales de Aristóteles, del mercurio y del azufre, y del añadido por
Paracelso, la sal, nace la distinción entre alquimia y química que va a
separarse definitivamente con la publicación de Robert Boyle “El
químico escéptico” en 1661, quien suprime la sílaba “al”, denominando
“químicos” a los practicantes de las nuevas tendencias, que relegan la alquimia a un puesto secundario, pues desde entonces la ciencia oficial la calificó de “supercherías” y se decidió ignorarla.
Es
en los siglos XVII y XVIII cuando vuelve a renacer con fuerza,
desembocando en personajes tales como Fulcanelli y su discípulo
Canseliet, Barbault o Simón H. en la actualidad.
4.- ALQUIMIA EN GRECIA Y ROMA
Los griegos hicieron acopio del conjunto de creencias del hermetismo egipcio, al que unieron la filosofía de tres pensamientos:
--
El primero de ellos fue el de Pitágoras, basado en la creencia de que
son los números quienes gobiernan el universo, observaban el sonido, el
movimiento de las estrellas y estudiaban todas las posibles formas
geométricas de la naturaleza, tratando de encontrar una razón para que
así sea y llegar a comprender el por qué de su forma geométrica y a qué
leyes universales podría obedecer.
--
El segundo fue el pensamiento jonista, filosofía que se cree iniciada
por Tales de Mileto y su discípulo Anaximandro, desarrollada
posteriormente por Aristóteles y
Platón, basada en el intento de explicar el universo mediante la
observación de los fenómenos naturales, también llamada “filosofía
natural”, cuyas conclusiones fueron parte importante en la alquimia.
-- Y el tercero es el gnosticismo, filosofía que se extendió en el imperio romano junto al cristianismo y
sustanciado en la creencia de que el mundo es imperfecto y que Dios no
lo creó, sino que fue creado de Él, por lo que se llenó de impurezas durante el proceso provocando la
ignorancia, ignorancia que trata de eludir el gnóstico, de manera que
no se considera pecaminoso por ser inconsciente sino por ser ignorante,
siendo el conocimiento el único remedio que le hará consciente, ya que no podrá contemplar a Dios mientras permanezca en la ignorancia.
El esfuerzo de los griegos supuso lograr la comprensión de la naturaleza sin la ayuda de los dioses, utilizando
la facultad razonadora y la lógica ejercida por el ciudadano libre,
mientras que se reservaban a los esclavos las tareas manuales y el
riesgo de morir probando alguna de las sustancias que se elaboraban.
Este proceso avanzó en deducciones como la de Tales de Mileto 624 adC,
al afirmar que el agua era el único elemento o sustancia origen de todo,
a la que siguieron otras tantas debidas a Anaxímedes con el aire, 585
años adC, Heráclito con el fuego, 540 años adC, Empédocles
con la tierra, 500 años adC y por fin llega Aristóteles con un quinto
elemento, el “ither” o “ousía”, el éter o quintaesencia, introduciendo
la idea de que la transmutación se produce por la interacción o
combinación entre los cuatro elementos y sus cualidades de humedad,
sequedad, frío y calor.
San Isidoro de Sevilla: “De natura rerum”
La superior: las relaciones entre los cuatro elementos y sus posibles transformaciones, dispuestos en orden a las cuatro estaciones del año y a los cuatro temperamentos, la tierra con el otoño -melancólico, el fuego con el verano - colérico, el aire con la primavera – sanguíneo, y el agua con el invierno –flemático. La inferior: el año como sistema de relaciones entre los cuatro elementos, las estaciones y los puntos cardinales.
Se afirmaba que el primer resultado de esta combinación es
el mercurio y el azufre, metales primordiales de los que se podría
obtener la totalidad del mundo metálico variando la proporción en la que
intervienen.
El
éter, quintaesencia, piedra filosofal o elixir universal, es lo que ha
perseguido el hombre a partir de un momento en el tiempo, para imitar al
Creador y sin tener que esperar a que sea la propia naturaleza quien
perfeccione todo lo creado, sino en base al supuesto de que partiendo de
la propia materia y mediante el proceso de la alquimia, llegar a
purificarla tal como lo será en el futuro, pero el alquimista quiere
hacerlo ahora, en el presente, en su laboratorio y bajo su control.
De
la misma manera que un médico aplicaba un paño caliente o frío, el
alquimista lo intentaba con la naturaleza “sanando” las enfermedades de
los metales, puesto que se creía que un metal que no sea oro estaba
enfermo, y si este metal tenía buena salud ha de ser oro, el metal más
puro de todos. Esta creencia
llegó a la práctica mediante la elaboración de remedios para curar
enfermedades, así, Bolos de Mendes utilizaba un brebaje a base de oro,
plata, púrpura y gemas, todo ello bien triturado y mezclado con agua
para su ingestión.
No
solamente se empleaban minerales, metales o sustancias vegetales tal
como se presentan en la naturaleza, sino que se sometían a cocción hasta
su calcinación para ingerir las cenizas, por lo que se hacía
imprescindible un horno.
Es
característico, por ser el más utilizado, el horno o atanor llamado
“kerotakis”, dispuesto para ser introducido en un recipiente cilíndrico y
cerrado en su parte inferior, de manera que la materia a calcinar o a
transmutar se coloca en la parte superior, que es donde se concentra el
calor. Al variar la intensidad del fuego se producen distintos colores que excitaban la imaginación del alquimista, creyendo o haciendo creer que se alcanzaba el oro filosofal.
Kerotakis, horno o atanor de la alquimia.
A: chimenea. B: destilación y baño maría. C: cámara de fuego con una marmita para calcinar metales. D: zócalo o soporte.
Estas
prácticas tenían una finalidad, y era la de purificar la materia.
Aristóteles diferenció entre la materia pura o entelequia, a la que
definía como “materia en acto”, y la materia impura o “materia en
potencia”, porque estaba enferma y hay que eliminarle sus impurezas
haciéndola pasar por el fuego del atanor. De
esta manera se creía que el destino de todos los metales es convertirse
en oro, y el alquimista no tiene más que acelerar el proceso natural a
través del catalizador o piedra filosofal, con la diferencia de que la
naturaleza lo efectúa en el medio ambiente tardando milenios en ello,
mientras que el alquimista pretende hacerlo en tan solo unos meses o en
unos años.
Debido
a todo ello, en Grecia se alcanzó un alto nivel de conocimiento, tanto
en el aspecto técnico como en el teórico, que podría resumirse en dos
estados de conciencia. El primero de ellos deriva del pensamiento platónico, mediante el que se reconoce el origen divino de
todas las cosas actuando a través de la luz, entendiendo por tal, el
contacto establecido entre lo divino y lo humano para su divinización. Y
en el segundo, correspondiente a la corriente aristotélica, se reconoce
a la materia como efecto de esa luz platónica y que es atributo de todo
lo divino, solo que la materia embrutece a la luz y aquí entra la
alquimia, cuya misión es purificarla a través del proceso que ha de
pasar por cada uno los siete metales, correspondientes a otros tantos
planetas, siendo la luz más densa o más material la que corresponde a
Saturno, cuya analogía metálica es el plomo, y la más sutil o perfecta
es la del Sol, que se corresponde con el oro.
Estos siete metales con sus correspondientes planetas, constituyen
las siete puertas de la magia o del templo de Salomón, resultando
necesario el conocimiento o gnosis para poder abrirlas y atravesarlas,
siendo objeto de la práctica alquímica los estados de la materia en cada
una de las siete puertas, hasta que logre su perfección al atravesar la
última de ellas.
El
conjunto del saber de los griegos lo recogieron los romanos, aunque con
disparidad de criterios, como el establecido por Agustín de Hipona
alrededor del año 400, poco antes de la caída del imperio romano, en el que expresaba que “el razonamiento y la fe eran buenos para acercarse a Dios”
pero rechazaba de lleno la experiencia a la que tenía por nociva y
perniciosa, por lo que todas las prácticas de alquimia se suprimieron en
aquella época, siendo perseguidos todos sus practicantes que eran
tenidos como contrarios a los designios de Dios.
Unos
600 años después, aparecieron pensadores cristianos que puntualizaban
las imposiciones agustinianas con ciertos matices, como San Anselmo,
benedictino que creía en que la fe debe anticiparse a la razón,
admitiendo la compatibilidad entre el racionalismo y la creencia, por
lo que rebajaba el carácter impositivo de la fe y le atribuía la
cualidad del razonamiento, siempre y cuando la fe ocupase el primer
lugar, por lo que se abría una puerta hacia la decisión individual y no
hacia la imposición social sin razonamientos, a pesar de que para
razonar se exigía primero creer.
Todo
lo anterior contribuyó a engrosar el cuerpo místico de la alquimia con
creencias que no se correspondían con la experiencia real, se desarrolló
la imaginación en los intentos de coordinar la razón con la creencia,
intentos tendentes a anular la práctica experimental, aunque se
comprendía que la verdad y la imaginación son como el agua y el aceite,
que nunca se mezclan.
Ya
en el siglo XIII, dos contemporáneos y ambos dominicos, Alberto Magno y
Tomás de Aquino, estudiaron el pensamiento aristotélico trabajando las
diferencias entre la filosofía griega y la teología cristiana, otorgando
mayor relevancia al método científico y al razonamiento, y como “la razón no podía oponerse a Dios”,
la fe se ha de basar en la razón y no es incompatible con la teología,
dando un vuelco a las afirmaciones de Agustín de Hipona y de San
Anselmo, entre otros, en las que el razonamiento se limitaba a explicar
la fe mientras que a partir de ahora, prevalece la razón y se cree en lo
que admita el razonamiento.
Por todo ello se le abre a la alquimia, y en mayor medida, la posibilidad de experimentar en el laboratorio, y
aunque muy poco se hizo en este sentido, al menos se cambió la forma de
pensar respecto de la influencia de los platónicos, que hacen caso
omiso del razonamiento, basándose en la iluminación divina.
5.- ALQUIMIA EN EL CONTINENTE ASIÁTICO
Parece
ser que la práctica de la alquimia en China se desarrolló antes que en
occidente y bajo la influencia del taoísmo como camino de mejoramiento,
pues “tao” significa “vía o camino”, siendo su representante más
destacado Ko Hung (283 – 343). Gran parte de la experiencia de la
alquimia en China se utilizó para la elaboración de sustancias cuyos
componentes esenciales eran el arsénico y el mercurio o azogue, así como
para fabricar gemas, colorear vidrio o elaborar elixires buscando la
inmortalidad.
Los
seguidores del Tao desarrollan una alquimia interior basada en la
creencia de que el cerebro humano es capaz de fabricar cinabrio o
azogue, es decir mercurio, para lo que adoptaban la postura de colocarse
boca abajo durante un tiempo y expulsar luego el esperma para
destilarlo, de esta forma creían que el espíritu del mercurio o de la
vida estaba contenido en el resultado de la destilación y conseguían la
inmortalidad al ingerirlo.
Esta alquimia dio lugar a dos corrientes, una que desarrolla el aspecto esotérico y la otra el exotérico. La
corriente esotérica se aleja de la práctica experimental para
introducirse entre símbolos y alegorías, mientras que el exotérico se
desprende de la espiritualidad entre hornos y alambiques, para
sumergirse en los experimentos y en su observación.
En los siglos VI y VII crece la corriente exotérica, siendo la primera que llega a Europa como la “wai-tan” operando con toda clase de materiales, también lo hace en menor medida la esotérica, denominada “nei-tan”, que actúa después de que la wai-tan haya obtenido la esencia o alma de las sustancias materiales. La
técnica del wai-tan se basa en otra más antigua que relaciona a la
alquimia china con la de obtener jugos o esencias, la técnica del jin-yin, que significa “esperma de oro” y que lo relacionaban con la inmortalidad.
El
Tao conecta con la práctica Zen a partir del siglo XIII, siendo uno de
sus máximos representantes Po Yuchuan, que identifica el cuerpo físico o
aliento con el plomo y el corazón o alma con el mercurio. Mediante
la retención del aliento se consigue la espiritualidad, convirtiendo en
mercurio todo lo que hay de plomo en el cuerpo, desarrollando técnicas
para retener y controlar el ritmo respiratorio así como para sublimar e
inmovilizar el esperma y conseguir la regeneración interior, aconsejando
la continencia de la eyaculación en el hombre y la contemplación.
Hay
que tener en cuenta que China posee grandes yacimientos de oropimente,
un sólido de color amarillo limón, utilizado para obtener tintes, en
pirotecnia y para la depilación de las pieles que van a ser curtidas, mezclándolo con una lechada de cal.
El
oropimente, así como el mispíquel, sólido blanco con brillo metálico y
el rejalgar, de color rojo o “polvo de caverna”, cuyo nombre deriva del
árabe “rahy al-gar” y abundante en Persia, son sulfatos en estado
natural, de los que se obtiene arsénico por calcinación del sólido y
destilación del vapor resultante.
Este
conjunto de prácticas pueden considerarse como precursoras de la
yatroquímica o terapias basadas en la ingestión de sustancias elaboradas
a partir de minerales y de su aplicación tópica, como la moxibustión,
consistente en quemar una pequeña superficie de la piel para evitar
infecciones, es decir, lo que hoy conocemos como cauterización, así como
la utilización del antimonio.
La
ingesta de minerales para curar enfermedades, bien en su estado natural
y reducidos a polvo o bien calcinados, la mencionada yatroquímica, es
una práctica generalizada en cualquier parte del mundo, aunque parece
que se aplica en mayor medida en Asia y Egipto, de allí pasa al mundo
islámico y de este a Europa, llegando tarde a España debido a la Contrarreforma, que la aisló de las influencias europeas, a pesar de que en la Universidad de Valencia se creó la primera cátedra de elementos químicos, que apenas duró un curso académico.
Es
razonable pensar que el antimonio metálico no fuese conocido desde la
antigüedad, seguramente era utilizado en su forma natural o estibina, de
la que China posee yacimientos. Para
su obtención se procedía calentando el mineral y destilando el gas de
la combustión para obtener el antimonio, aunque con impurezas. Otro
de sus usos frecuentes era para endurecer el armazón de las joyas.
Actualmente se ha venido utilizando especialmente en técnicas de
imprenta aplicándolo a las planchas de impresión y a los terminales de
las prensas, así como en los cojinetes de rodamientos o para robustecer
el caucho.
En
pirotecnia, parece que los chinos son precursores, pues utilizaban
tanto el oropimente como la mezcla de azufre, carbón y salitre, con lo
que obtenían distintos efectos en fuegos de artificio en lo concerniente
a los colores y a la intensidad de la detonación. Esta
técnica no llega a Europa hasta el siglo XIII en el que comienza a
utilizarse como explosivo en armas de guerra y en movimientos de
tierra.
Fue
Roger Bacon el que formuló científicamente la pólvora desde Inglaterra y
de otro monje en Alemania, Berthold Schwarz, se dice que fue el primero
en impulsar un proyectil utilizándola. En
España consta su manejo con fines militares en las crónicas del rey
Alfonso XI de Castilla cuando narra el sitio de Algeciras en 1.343. Alemania contaba con instalaciones para fabricarla en el año 1.340.
La
elaboración de sustancias que contenían minerales disueltos y que se
utilizaban como medicinas, provocó la muerte de muchas personas, incluso
de emperadores y reyes, debido a que muchas de ellas eran venenosas,
pues aunque disponían de sirvientes que ingerían el elixir para observar
el efecto que les producía, y si no les pasaba nada entonces lo tomaba
el emperador, los riesgos no se disipaban por completo, ocurriendo a
veces que morían el emperador y el sirviente.
Parece
clara la intencionalidad de buscar la curación de enfermedades, la
inmortalidad y el vigor físico, y una de las sustancias empleadas para
ello era el antimonio, pues China junto con los árabes y egipcios,
fueron de los primeros en utilizarlo y al que los romanos denominaban
también “natrium”, que es el carbonato sódico o natrón, de ahí deriva el símbolo químico del sodio o Na.
El
procedimiento que seguían para obtener el salitre era disolver el
natrón o sales de nitrato en agua hirviendo y dejarlo reposar hasta el
día siguiente momento en el que se había decantado, apareciendo el
salitre cristalizado en el fondo del recipiente. A
partir del siglo XVI se conseguía fabricar salitre artificial juntando
materia orgánica con cenizas de leña y cal, tierra de establos y
excrementos, todo ello rociado periódicamente con orines, lo que
provocaba la aparición de amoníaco en primer lugar, que reaccionaba
hasta formar ácido nítrico, para terminar con la formación de sales en
forma de nitratos cálcico y potásico.
La
pureza del salitre determinaba la calidad de las pólvoras, así, Roger
Bacon conseguía fuegos con mayores brillos y la pólvora fabricada con
salitre español estaba considerada como de las mejores de Europa,
construyéndose fábricas en Navarra, Aragón y Cataluña.
Fue
en el año 144 cuando se difundió un edicto en China prohibiendo la
alquimia fraudulenta y condenando a muerte pública a quien la
practicase, pues eran ya abundantes los engaños, tanto para producir oro
como el elixir de la inmortalidad.
Así
en el año 60 adC, un alquimista llamado Lin Hsiang fracasó ante el
emperador en el intento de fabricar oro, por lo que fue ejecutado
públicamente. Comenzó un período
místico basado en el estudio, el secretismo y el retiro, época en la
que se transmitían los conocimientos de boca a oído, como en el antiguo
mundo egipcio.
Los
chinos participaban de la creencia de que los metales “maduran” en el
interior de la tierra, así como que los recipientes de oro trasmiten la
inmortalidad. Fabricaban
píldoras utilizando jade, oro, cinabrio y piedras preciosas. Los
asiáticos y los árabes obtuvieron unas sustancias más valiosas que el
propio oro, tales como los ácidos minerales, el nítrico, el sulfúrico,
el clorhídrico y el fósforo. El
ácido nítrico parece ser que fue el primero en obtenerse y lo
sintetizaban a partir de una mezcla de salitre, vitriolo y alumbre
mediante destilación. El ácido clorhídrico lo obtenían por destilación
de la mezcla entre sal común, vitriolo y alumbre, y el sulfúrico mediante la destilación del alumbre o del vitriolo.
6.- ALQUIMIA EN LA INDIA
China y la India
se relacionaron intercambiando sus experiencias en alquimia basadas en
la elaboración de elixires y medicinas, así como en la creencia de que
la posesión de oro tenía algo que ver con la inmortalidad. Los
datos de que disponemos en la actualidad sobre Los Vedas así nos lo dan
a entender y se ha podido comprobar que sabían utilizar sus enormes
recursos de salitre con gran contenido en nitrógeno y potasio, de la
misma manera que las sales amoniacales les permitían obtener amoníaco y
ácido clorhídrico, entre los siglos I y II de nuestra Era, utilizados
para pulir superficies metálicas, ya que es un gran corrosivo de
metales.
Al Biruni, alquimista persa del siglo XI, informa que “los hindúes tienen una ciencia parecida a la alquimia a la que llaman Rasayana”,
pues ya que “rasa” significa jugo o néctar, es el arte de preparar
sustancias y zumos procedentes tanto de los vegetales como de los
minerales, siendo el mercurio su principal componente.
En
terminología india tradicional, “rasa” también se traduce como
mercurio, afirmándose que el monje budista Nagarjunacharya, director de la Universidad
de Nagarjuna Sagar, encontró un método para convertirlo en oro y aunque
se han perdido sus textos originales, no ha ocurrido así con sus
enseñanzas, que tuvieron gran influencia en toda la medicina india de
los Ayur Vedas.
Nagarjunacharya
admite la conversión de los metales en oro por la acción de las hierbas
aromáticas y el yoga, dominando las pasiones, amando la verdad y
alejándose de las ciudades porque contienen el vicio. El
alquimista hindú se encomienda al regenerador Shiva, que es el dios del
mercurio, y no cede ante el destructor Vishnú ni ante el creador
Brama.
Del
Bhaktivedanta Book Trust, 1.987, el trío de caballos representando las
tres energías fundamentales del hombre, según el hinduismo: atman como
poseedor representa a la intuición que dirige, el carro es el cuerpo y
el pensamiento las riendas.
La
alquimia hindú ha tratado de reducir el estado líquido del mercurio a
sólido mediante la “fijación”, pretendiendo conseguir así el oro, bajo
la creencia de que el mercurio cura muchas enfermedades y prolonga la
existencia, mientras que si se le añade azufre, cura la lepra y
el cansancio intelectual. El alquimista hindú también practica la
metaloterapia administrando, vía oral, metales calcinados previamente.
Básicamente, la alquimia india se centra en el logro del “Moksha”,
que busca la perfección a través de la liberación de las impurezas del
cuerpo humano, logrando la iluminación y la inmortalidad. Son
abundantes las leyendas de alquimistas que permanecen vivos cientos de
años. Tanto la medicina como la ciencia de la civilización ayurvédica,
tienen aspectos que se relacionan estrechamente con la alquimia para
elaborar elixires que curen todas las enfermedades, siendo el texto
Vaishashik Darshana de Kanada, escrito alrededor del año 600 adC, uno de
los mejores, conteniendo gran cantidad de recetas y remedios, dejando
entrever una teoría atómica casi un siglo antes de que lo hiciera
Demócrito.
7.- ALQUIMIA EN EL ISLAM
Al
finalizar la influencia del imperio romano, el foco de la alquimia se
centró en el mundo islámico, de manera que se sabe mucho más sobre
alquimia árabe que sobre otra, porque se ha documentado y conservado
como ninguna. En la segunda mitad del siglo VII se funda la dinastía de
los Omeya en Damasco y uno de sus representantes, Khalid ibn Yazid, se
interesó por las prácticas de la alquimia haciendo traducir al árabe los
escritos del monje Morienus de Alejandría.
Desde
el siglo VIII ha funcionado una escuela de farmacia en Arabia bajo el
califato de Los Abasidas y que dependía de otra escuela situada en la
ciudad de Harran, en Siria, cuya máxima autoridad se le concede a Jabir
ibn Hayyan al Sufi, conocido como Geber.
Jabir ibn Hayyan al Sufi. Geber.
Por
el mismo tiempo se afirma que un sirio practicante de la alquimia,
Calínico, inventó el llamado “fuego griego”, una mezcla formada por
petróleo, azufre y cal viva, a quien se le atribuye parte de la
salvación de Constantinopla ante el primer intento de los árabes por
conquistarla. A Geber se le atribuyen cinco estudios sobre alquimia que
constituyeron la base de conocimientos en Europa a partir del siglo XII
junto a su obra “Summa perfectionis”,
en la que adopta la teoría aristotélica sobre la dualidad
mercurio-azufre como origen de todos los metales y proporciona datos
sobre los ácidos minerales, en especial sobre el nítrico.
Ar
Razí, entre los años 850 y 923, científico persa que vivió en Bagdad,
supone el esplendor de la alquimia árabe, centrando su atención en
elaborar medicinas derivadas de los minerales, básicamente del mercurio y
del azufre, práctica que arraigará en Europa como la yatroquímica,
atribuida a Paracelso y seguida y estudiada por otros muchos, como Roger
Bacon, que analizó con profundidad a los minerales y sus aplicaciones,
ya que defendía “el experimentum” o la práctica a diferencia de otra corriente protagonizada, entre otros, por Tomás de Aquino que consideraba como superior y suficiente el puro razonamiento lógico.
A
la yatroquímica se le opone la teoría de Galeno, basada en la obtención
de elixires mediante maceración de vegetales en agua, que a partir del
siglo XVI fue sustituida por el alcohol.
Uno de los principales objetivos de Geber era crear vida artificial en el laboratorio, práctica conocida como la “takwin”,
que incluía a la vida humana, realizando destilaciones de semen y
sangre de personas jóvenes tratando de encontrar la esencia de la vida,
combinando esta experiencia con las cualidades aristotélicas de humedad,
sequedad, frío o calor.
La
práctica de destilar sangre de personas jóvenes se aplicó durante
varios siglos bajo la creencia de que se podría obtener una sustancia
rejuvenecedora, arraigando en Europa hasta avanzado el siglo XVII mezclando
alcoholes, oro y sangre para destilarlo todo junto, técnica
desarrollada por Johannes Rupescissa o también Rocatallada, personaje
calamitoso, encarcelado reiteradamente en Francia por sus afirmaciones y
fraudes, pretendiendo dar a conocer que poseía la quintaesencia del
oro.
Las
teorías de Geber permitieron llegar a la preparación del ácido nítrico
en Europa, obtener el acero, fabricar barnices, impermeabilizar telas,
fabricar vidrios y obtener el vinagre. Resulta
curioso observar los requisitos que Geber impone al practicante de la
alquimia, tales como no tener impedimentos físicos ni del espíritu, no
ser avaricioso, no padecer imbecilidad ni locura y disponer del dinero
suficiente: “la alquimia no es para los pobres ni para los miserables, al contrario, es su enemiga y totalmente opuesta a ellos”.
Se
produjo una controversia respecto de la transmutación de los metales en
oro, ya que unos afirmaban que todos pertenecían a una única especie
cuyo máximo exponente era el oro y el más impuro dentro de esta especie
era el plomo, por lo que era posible su transmutación. Mientras
que otros afirmaban justo lo contrario, que cada metal es una especie
distinta y no puede efectuarse la transmutación de una especie a otra,
por lo que niegan la conversión del plomo en oro.
Así
y en este orden de cosas, Avicena contrarió a muchos, pues se adhería a
la afirmación de que cada metal pertenece a una especie distinta y
negaba la transmutación en oro. Mientras que Al Farabi contradice a Avicena, restableciendo
las teorías de Geber sobre el elixir filosofal, al que le corresponde
la cualidad de limpiar todas las impurezas metálicas hasta llegar al
oro, afirmando que todos los metales constituyen una única especie,
admitiendo por tanto la transmutación al preciado metal desde cualquier
otro.
Con
estos razonamientos y creencias, mezcla de experiencia en el
laboratorio y un conjunto de hipótesis y afirmaciones místicas, la
búsqueda de la piedra filosofal se introdujo en Europa en los siglos IX y
X junto a la teoría de que todos los metales se forman a partir del
mercurio y del azufre, tendencias que arraigan en Europa y se
desarrollan hasta el Renacimiento.
En
este tiempo, la alquimia islámica era eminentemente práctica y se
utilizaba para desarrollar la medicina, las técnicas del tratamiento de
metales, la obtención del vidrio, la fabricación de la pólvora, el
curtido de pieles o la cerámica, entre otras.
Uno de los personajes sobresalientes es Maimónides. Su nombre árabe es Abu Imran Musa ibn Abd Allah y los judíos lo conocen como el Rabbi Moseh ben Maimon. Nace
en Córdoba en el 1.138, según se deduce de sus escritos y se benefició
de las traducciones que, tanto los judíos andaluces como los árabes,
realizaron en esta ciudad sobre medicina o sobre astronomía, tales como
un manuscrito de Discórides sobre medicamentos que regaló el emperador
de Bizancio al califa de Córdoba, en el que se contienen gran cantidad
de recetas y formularios.
Se
trasladó a Egipto debido a las persecuciones que estaban sufriendo los
almohades y se instaló en la primera ciudad que conquistaron allí los
árabes, Fostat, a 5 kilómetros de El Cairo. En
1.198 escribió un “Tratado sobre los venenos” a petición del visir en
El Cairo, Al Fadil, en el que incluye las fórmulas para la fabricación
de cerca de 2.000 medicamentos, sus propiedades y uso correcto.
Así pues, la alquimia árabe entra en Europa a través del Califato de Córdoba, de la Escuela
de Traductores de Toledo, de las cruzadas y de Sicilia. Gerardo de
Cremona, Gonsalbo y Robertus Castrensis que traduce a Morienus, son tres
de los traductores de la Escuela de Toledo más relevantes. Cabe resaltar la diferenciación que adoptó Gonsalbo en su tratado filosófico, al que tituló “Sobre la división de la filosofía”,
respecto de una “filosofía en teoría” y la otra “en práctica”,
encuadrando a la alquimia en la eminentemente práctica y negándole
teoría que le sea propia. Gerardo de Cremona, por su parte, tradujo al latín el “Vademecum”
de Abu-l-Qasim introduciendo en Europa técnicas árabes respecto de la
destilación, la sublimación o la obtención de distintas soluciones.
En
esta época era floreciente el negocio que mantenían los judíos con
Egipto, pues viajaban allí para adquirir imitaciones de piedras
preciosas y de metales nobles así como tejidos y sedas, perlas de Katifa
o de Thana, oro de Kamarup, potasio de aluminio utilizado en medicina y
tintorería o el llamado “palo brasil”, una madera india
de la que se extraía un codiciado tinte rojo de gran valor, pues por
aquel entonces una familia media se aseguraba su mantenimiento durante
seis meses con diez dinares, mientras que una carga de camello de esta
madera costaba ciento veinte dinares. En este comercio estaba ocupado el hermano pequeño de Maimónides, David, hasta que naufragó en uno de ellos.
El
mundo islámico también utilizaba en gran manera la estibina, pues posee
minas, extendiendo su uso a tintes y barnices, en fuegos artificiales
para retardar la combustión o en utensilios domésticos sometidos a gran
desgaste. Los actuales Turquía y
Marruecos aprovechaban estos yacimientos de estibina para fabricar el
antimonio, encontrándose como un sólido de color plateado y también
amarillo o negro, siendo frágil y muy pulverizable. En España existen yacimientos en Ciudad Real.
Se
utilizó el antimonio incluso en medicina como expectorante, emético y
purgante, llegándose a escribir tratados sobre sus cualidades médicas,
hasta que en 1.866 se declaró oficialmente como “veneno”. Los árabes
adoptaron usos egipcios sobre el antimonio, tales como un tinte negro al
que llamaban “kohl,” con el que se maquillaban el entorno de los ojos o bien lo usaban como ornamento en sus vasijas de cerámica.
La
alquimia desarrollada en el Islam junto con la europea, aportaron dos
corrientes, una centrada en la creencia de que la práctica de la
alquimia es de carácter divino e inspirada directamente por Dios a su
elegido alquimista y la otra expresada en técnicas tales como la
destilación, pues palabras como “alambique” y “alcohol” son árabes en
sus orígenes así como la obtención y utilización de ácidos como el
muriático o clorhídrico, el sulfúrico y el nítrico, la sosa cáustica y
la potasa, siendo el descubrimiento del agua regia, formada por la
mezcla entre clorhídrico y nítrico, la sustancia que más avivó la
imaginación del alquimista debido a que puede disolver el metal más
noble, el oro, y ello provocó la creencia de que el agua regia podría
reducir el oro a su esencia para obtener el elixir universal de la
inmortalidad y de la eterna juventud.
En
el Islam se fabricaban tintes y barnices de gran calidad, incluso con
la propiedad de impermeabilizar las telas, y el método de fabricación lo
tenían en secreto. Utilizaban el alumbre, siendo el que más predomina
el sulfato de potasio y aluminio con la característica de ser muy
soluble al calentarlo. Al
dejarlo enfriar se torna de aspecto vítreo, (por ello se denominaban
bajo el nombre genérico de “vitriolos”), que se sometía de nuevo al
fuego hasta que adquiere un aspecto esponjoso y resulta fácilmente
pulverizable, utilizando este producto para evitar la descomposición de
las pieles a curtir.
Los
dos colores más utilizados eran el rosado y el violeta, que los
procesaban añadiendo ácido sulfúrico a arcillas puras para obtener dos
alumbres, el de hierro para el color rosado, y el de cromo para el
violeta.
Todo
el alumbre que procesaba el Islam procedía del yacimiento en Rocca,
Siria, hasta que se descubrió otro yacimiento en Tolfa, Italia, en el
año 1.462, a
partir del cual se empezó a utilizar en Europa de la misma manera que
en el Islam, produciéndose una doble corriente de intercambio entre
árabes que llegaban a Europa para enseñar sus técnicas de manejo del
alumbre y de europeos que iban al mundo árabe para aprenderlas.
Se
valían de otros alumbres para obtener diversos colores, así por
ejemplo, el azul lo procesaban del alumbre del cobre, el verde del del
hierro y el blanco del del cinc. Los alumbres junto con el salitre,
vitriolos y sal común, también los utilizaban para obtener los ácidos
nítrico, sulfúrico y clorhídrico, tal como los asiáticos, por lo que no
es descabellado suponer que la relación entre el pueblo islámico y el
asiático haya sido fluida ya que las prácticas eran muy similares y a
partir de materias primas equivalentes.
Debido
al descubrimiento del yacimiento de alumbre en Italia y al intercambio
de culturas entre Europa y el Islam, la creencia islámica de que todos
los metales se forman a partir del mercurio y del azufre resultó muy
atractiva en Europa, por lo que la alquimia europea, y a partir de este
momento, va dejando de ser tan oscura y mística para pasar a un período
en el que predomina la experimentación con elementos que le son
novedosos.
8.- LA PIEDRA FILOSOFAL
En los antiguos tratados se denomina “piedra” y se reconocía con el nombre de “absolum”
a todos aquellos minerales que se podían triturar pero que no son
fundibles ni solubles, llegándose a creer durante los siglos XVI y XVII
que la piedra filosofal era el antimonio, sin embargo, en el libro que
le dedica Basilio Valentín en el año 1.603 “El carro triunfal del
antimonio”, niega que sea la piedra filosofal, previniendo del peligro de su uso. En
cambio, Ireneo Filaleteo, en tiempos anteriores y Fulcanelli en los
modernos, son partidarios de su uso. ¿Quién es el ignorante?.
Se
trata de un catalizador que, según la creencia, acelera el proceso de
la transmutación de un metal en oro. La palabra deriva de “katalysis” o
disolución, se trata de fermentos, enzimas u hormonas que pueden variar
el tiempo que tarda en producirse una reacción química. Hoy
día se sabe que los catalizadores minerales o inorgánicos actúan más
poderosamente que los orgánicos, pero a elevadas temperaturas,
precisamente el método que siguen los alquimistas mediante el que suministran fuego ininterrumpido durante muchos días con sus noches.
La idea era que la Naturaleza
produce oro, pero si se logra un catalizador puede acelerarse el
proceso natural, obtenerlo en la cantidad deseada artificialmente e
invertir en ello menos tiempo, y la “piedra filosofal” era ese
catalizador que iba a permitir transformar en oro cualquier metal,
comenzando a trabajar con sus componentes, el mercurio como aspecto
masculino o positivo y el azufre como femenino o negativo, cuya
combinación o ”cópula” da a luz una sustancia “andrógina” que, si se
solidifica es la piedra filosofal o si se mantiene líquida es el elixir
de la eterna juventud, la panacea universal.
El sol rojo es el lapis o piedra filosofal
Así
pues, la piedra filosofal no posee por sí misma el poder de la
transmutación sino que sirve de base para la preparación del llamado
“polvo de proyección”, sustancia que permite la conversión en oro a
partir de metales, proceso denominado crisopeya.
Las
mismas propiedades que a la piedra se le atribuyen al elixir universal,
con la diferencia de que la piedra filosofal permite “obtener” oro a
partir de otros metales, mientras que el elixir “cura” todas las
enfermedades, convirtiendo al hombre en un ser semejante a los dioses.
Así, Paracelso en su obra “Paragranum”, define al elixir como: “Una
esencia distribuida por igual en todas las partes del cuerpo humano.. …
que contiene los elementos de todas las influencias cósmicas y es la
causa de la acción de las estrellas sobre el cuerpo invisible del
hombre, es fuerza vital que radia en derredor del hombre como una esfera
luminosa”.
Hasta
podemos encontrar pasajes bíblicos que provocarían el empeño por buscar
ese polvo de proyección, mediante el que se conseguiría la inmortalidad
y la eterna bienaventuranza, tales como el referido por San Juan en
Apocalipsis describiendo el Edén: “En
medio de la plaza, a uno y otro margen del río, hay árboles de la vida
que dan fruto doce veces y sus hojas sirven de medicina para los
gentiles. Yahveh temía que Adán,
habiendo probado el fruto del árbol del bien y del mal, alargase su
mano y probase del árbol de la vida y viviese para siempre”.
La
piedra filosofal o principio mercurial se simboliza, entre otros
ámbitos, en la ruta jacobea hacia la catedral de Santiago de Compostela,
pues este apóstol fue patrón de médicos y alquimistas y, según la
leyenda, venció a Hermógenes, o Hermes Trimegisto en España, quedando
bajo su responsabilidad todo el saber oculto, pues “compos” significa
posesión y “stella” estrella, luz o el oro filosofal que perseguían los
peregrinos a través del camino, símbolo de la proyección de la Vía Láctea en la tierra., y este camino o Vía Láctea es la alquimia.
El alquimista receloso de su lapis filosofal.
Pero
los herméticos no se han conformado con la simbología y han buscado
enconadamente el contacto con la comunidad judía y con la árabe,
tratando de encontrar los métodos y prácticas para llevar a cabo las
afirmaciones místicas y simbólicas de la alquimia.
Roger Bacon (1214 1294), es considerado como el primer alquimista en la Europa
del Medioevo, monje franciscano en Oxford, estudió óptica, lenguas y
alquimia, participando de la idea de que la experimentación debe
anteceder a la fe y al propio razonamiento, atribuyéndosele el afán por
encontrar la piedra filosofal y el elixir de la inmortalidad, aunque
realmente tuvo que cambiar la idea de la inmortalidad por la de la
longevidad, ya que la teología cristiana es incompatible con la idea del
ser inmortal en la tierra.
El mercurio convertido en lapis o piedra filosofal.
En los fragmentos de las obras de R. Bacon, el “Opus Minus” y el “Opus Tertium”,
se aluden a los dos tipos de alquimia que venimos reseñando, una es la
experimental y la otra la idealizada, siendo esta última la que resulta
capaz de preservar la salud y mejorar la naturaleza, afirmando una vez
más, la repetida creencia de que “todos los metales son el resultado de las combinaciones entre el mercurio y el azufre”,
aseveración que ya nos resulta familiar a lo largo de la historia y que
constituye una hipótesis como otras tantas y que ha mantenido la
humanidad en distintas épocas.
Los
dos arroyos engendran la lapis o piedra filosofal triangular, que se
purifica a través del fuego para transmutar a la sustancia primera u
original, simbolizada en la corona.
En
la corriente de la alquimia experimental siempre ha prevalecido la idea
de que se ha de repetir muchas veces una operación para llegar a
obtener la piedra filosofal, de ahí el símbolo de la serpiente que se
muerde la cola o de la afirmación que constantemente repetían “solve et coagula”, disuelve y vuelve a unir.
Este
criterio comenzó a perder fuerza a partir de que Hermann Boerhaave, en
el año 1.738, realizara públicamente 888 destilaciones sucesivas de
mercurio, siguiendo las indicaciones de los alquimistas de la época y que allí estaban presentes, mientras que aquello continuaba siendo mercurio y no oro, del que jamás apareció ni rastro.
9.- TEORÍA DEL FLOGISTO
La
idea del flogisto viene desde muy antiguo, parece que tiene sus
orígenes en Aristóteles y tiene que ver con la capacidad de que algo
combustione. Se mantuvo durante los siglos XVI y XVII, descartándose a
partir del XIX cuando Lavoisier demostró que la combustión de una
sustancia se produce porque el oxígeno se combina con otra sustancia. El nombre “oxígeno” fue dado por el mismo Lavoisier y significa “generador de ácidos”.
La
teoría del flogisto supone que cualquier sustancia capaz de inflamarse
es porque contiene un ingrediente, el flogisto, que permite su
combustión hasta que se agota y acaba de combustionar. Se
asignaron cantidades de flogisto a cada elemento capaz de inflamarse y
combustionar por si mismo, y estas cantidades podían ser números
positivos o negativos, como en el caso del mercurio, que al calentarlo
aumenta de peso, por lo que se le asignó un flogisto negativo.
Esta teoría fue avalada por numerosos científicos como los químicos alemanes Johann Becher y Georg Stahl, hasta
que a finales del XVIII ya era común entre los científicos la creencia
de que intervenía en la combustión un elemento que no era el flogisto y
el químico inglés Joseph Priestley
dedujo que, para que se realice la combustión, es necesario un elemento
al que llamó “aire desflogistizado”, y no era otro sino el oxígeno de
Lavoisier.
La teoría del flogisto se explotó al máximo, siendo la mezcla más equilibrada la que ofrece Hermann Boerhaave en su obra “Química elemental”, en
1732, combinando magistralmente la alquimia teórica con la práctica,
pero sin descartar todavía el flogisto, hasta que Lavoisier en su obra “Revolución química,” apagó definitivamente la creencia de que el flogisto hacía arder la materia.
10.- EL CORPUS MÍSTICO Y LA PSICOLOGÍA
Es
el resultado de la consideración que la alquimia ha ejercido sobre la
filosofía como disciplina metafísica durante varios miles de años,
relacionando un sistema filosófico con la creencia espiritual, basándose
en la experimentación, aunque así se haya considerado unas veces y
otras no, hasta extremos como el de prohibirse totalmente la experiencia
práctica, ello ha dado lugar a una protociencia de la que se sirven
industrias actuales como la farmacopea, la metalurgia o la química. No
tiene nada de desdeñable, pues, esta protociencia de la alquimia.
La
alquimia o arte para los antiguos, tiene su arraigo místico en la
purificación del alma, cuya simbología era el oro, al que toda materia
tenía que trasmutar mediante la piedra filosofal como legado griego y la
consecución del elixir de la inmortalidad, propio del continente
asiático, y en todo este proceso se creía que el mercurio y el azufre
jugaban un crucial papel. Tanto la piedra filosofal como el elixir
universal, corresponden a la interpretación del “ousía” o éter primordial de Aristóteles como
disolvente universal, capaz de disociar la materia impura actual para
volverla a asociar con mayor pureza, porque tiene tal poder de
penetración que llega al origen de todas las cosas.
En
el sentido metafísico, se afirma que la tarea de disgregar para volver a
unir constituye un sentimiento amoroso, capaz de disolver el odio o
impureza para volver a construir formas más armónicas, cambiando las
polaridades de manera que, lo que antes era atracción se convierta ahora en
repulsión y viceversa, hasta que el pensamiento del hombre y la idea
del alma encuentran un punto de contacto, viniendo a la existencia el
germen de una forma mental pura, engendrada por el pensamiento y no por
el sentimiento, siendo esta la base de la inofensividad en el hombre,
puesto que ha dejado de exigir el cambio a su entorno, siendo consciente
de que si él cambia también lo hará su ambiente. Ese
camino hacia la consciencia es la alquimia. En este sentido, la
alquimia se realiza desde el “horno interior” hacia el exterior,
invirtiendo el fuego del alma y no la fuerza de la materia de la que se
sirve la propia alma. Esta interpretación corrobora aquella afirmación
de que la alquimia esotérica inicia su camino de regeneración en la
energía del espíritu y no en la de la materia, siendo el alma su
administradora.
Arnaldo
de Vilanova afirma en este sentido, que ninguna sustancia puede
cambiarse en otra si antes no se ha desintegrado en sus elementos
esenciales que la componían y esta es la meta de la alquimia esotérica
en su fase inicial, la de descomponer totalmente y sin residuos para
volver a componer de otra manera y que el resultado en la fase final,
sea una materia de mayor pureza, debido
a la perfección de su composición, porque utiliza nuevos elementos y no
los anteriores que corresponden a estructuras con impurezas.
La
alquimia se ha tenido por la obra del Espíritu Santo en la tierra y que
se reproduce en el laboratorio del alquimista en base a repetidas y
sucesivas operaciones para purificar la materia, constituyendo la máxima
contenida en las palabras “solve et coagula”, separa y vuelve a unir,
según su etimología de “span” o disolver y de “ageyron” o reunir,
adoptando la simbología de los trabajos de Hércules mediante la
identificación del alquimista con el argonauta en busca del vellocino de
oro y del dominio de los “tres fuegos” que dan lugar a las tres vías,
la húmeda con el fuego menor, la mixta con el intermedio y la seca con
el más poderoso, simbolizando el fuego a las energías utilizadas en la
alquimia, correspondiendo el fuego menor a la energía de la materia, el
intermedio a la del alma y el más poderoso al del espíritu o Voluntad.
“Los tres ciclos cósmicos” de Joaquín de Fiore, 1.200.
Abajo: es la primera edad o la del Padre en el Antiguo Testamento, caracterizada por el respeto a la ley y el temor a Dios.
La segunda es la del Hijo, de la iglesia católica y de sus dogmas.
La
tercera corresponde a la del Espíritu Santo, es la de la alegría y de
la libertad. Cuando llega la consecución se esta tercera edad se produce una nueva comprensión de las Escrituras y
supone el fin de la “iglesia amurallada”, es la aurora de un nuevo día
en el que Jacob Boheme y los alquimistas esperan ver en el horizonte la
anhelada reforma de los rosacruces.
Esotéricamente
se identifica con el trabajo del tercer aspecto de la divinidad o
Tercer Logos. Al trasladar todo ello al ser humano o microcosmos, se
pretende identificar el aspecto de la alquimia que transmuta la materia
densa o imperfecta en otra más perfecta, mediante la práctica en el
laboratorio, con el trabajo para perfeccionarse a sí mismo en el horno
interno del alma con la finalidad de adquirir el estado pre-adámico o
anterior a la caída en la materia. De esta manera se define a la
alquimia como el espejo interior que se refleja a sí mismo, siguiendo a
San Pablo que denominó al mundo como “el espejo enigmático de la verdad pura” o a San Gregorio de Nacianceno cuando dejó dicho “las cosas visibles no son sino la sombra y delineación de cosas que no podemos ver”, interpretando a Hermes.
Básicamente,
la alquimia mística tiene dos fuentes, el hermetismo y la filosofía
griega protagonizada por Aristóteles y Platón entre otros, aunque la
información esté oscurecida y velada por un lenguaje simbólico y muchas
veces contradictorio, lleno de alegorías para resguardarlo del uso y
abuso de los profanos, se ha transmitido un verdadero tesoro a través de
los jeroglíficos y el simbolismo hermético utilizado por muchos, tales
como Zoroastro, Hermes, Pitágoras o Platón.
La
importancia de los jeroglíficos es tal que en el Renacimiento los
tenían como un código secreto y gracias a autores como Horapolo, en el
siglo V, se han podido descifrar en gran parte, pues publicó un texto
con las claves para interpretar más de doscientos signos. Este lenguaje
sirvió de estímulo artístico a Bellini, Tiziano o El Bosco y en él
encuentra Alexander Roob el nacimiento de la ciencia emblemática, que
consiste en el estudio del simbolismo acompañándolo de una narración
explicativa.
La
alquimia recibe de Aristóteles la idea de que el alquimista ha de unir
armoniosamente los dos opuestos, pues mientras permanecen como opuestos
se manifiesta la impureza, constituyendo la materia “en potencia” que es
capaz de espiritualizarse y todavía no lo ha logrado, y la materia “en
acto” es cuando se ha purificado, constituyendo la “entelequia” o
materia espiritualizada y pura, digna de ser el receptáculo del
espíritu, supone la redención del pecado original y el retorno al Edén.
El
duque Francisco I de Médicis en su laboratorio, con la prensa extrae
sustancias vegetales, el horno y un gran destilador o “destilatorium”.
En
un sentido estricto, se denomina entelequia a la realidad capaz de
perfeccionarse por sí misma, puesto que contiene el principio activo
para lograrlo, este principio activo o catalizador es la llamada piedra
filosofal en alquimia. De ahí la afirmación esotérica de que el Maestro
permanece dentro de cada cual y cada cual tiene a su propio Maestro, es
decir, cada cual tiene su propia piedra y su exclusivo principio o
método para lograrla.
Asimismo,
Leibniz denomina “mónadas” a estas entelequias de Aristóteles y las
tendencias vitalistas las conceptúan como “fuerza vital”, o energía del
espíritu que es capaz de vitalizar a la materia. Los seguidores de estas
teorías establecen una relación entre la piedra filosofal y Jesucristo.
La
teoría sobre los tres fuegos ya la desarrolló en el siglo VI Gerardus
Dorneus y la rescató en el siglo XX Carlos Gustavo Jung (1.960),
adaptándola a la psicología al establecer un relación entre el ser
consciente, el inconsciente
personal y el inconsciente colectivo que los contiene a ambos, y que
esta relación permite el hermanamiento entre el espíritu y la materia,
por lo que esta se habrá purificado para albergar al espíritu. Sigmund Freud y Jung colaboraron juntos en el estudio del psicoanálisis, definiendo a la alquimia como “el proceso de transmutación de la personalidad a través del inconsciente”.
C. G. Jung ha expresado la alquimia interna o esotérica, revelando el
trabajo del alquimista como el seguimiento de una senda espiritual y
conjuntando la mística con la psicología, dando a entender que todo
proceso psicológico resultará en otro químico, de ahí que toda intención
provoque una adecuación de la materia para llevarla a cabo, es decir,
que una proposición modificará la materia modelándola a su precisa
ejecución, y define como “arquetipo” a la energía necesaria para
realizar un propósito, es la fuerza de la voluntad, o de la materia “en
potencia”, para convertirse “en acto”, lo que definía Aristóteles como
entelequia.
G.
Dorneus en su obra “Unus Mundus”, expone esta relación como una
alquimia mediante la que el espíritu transmuta a materia y viceversa y
Jung la identifica como el mundo futuro en el que se producirá la “unio
mentalis” a través de la máxima “hombre, conócete a ti mismo”, en su
obra “Misterium connjunctionis” que tardó diez años en redactar y en la que aplica el objetivo de la alquimia para conseguir esa naturaleza “andrógina” que “solo puede captarse alusivamente, pues en su núcleo es trascendental” según sus propias palabras.
Para Jung existe un gran peligro al que denomina “red maya”, que
consiste en nuestras proyecciones de las que impregnamos a los demás y a
nuestro inmediato alrededor, proyecciones que a través del proceso de
la alquimia han de desaparecer por el “solve et coagula” hasta que todo
quede reducido al “Unus mundus” de Dorneus, situación en la que el yo
superior ha podido absorber a todas las posibles manifestaciones del yo
inferior mediante la cocción en el horno de la voluntad individual.
Esta red de la ilusión tiene tres facetas que
se corresponden con los tres estados de conciencia. En la primera se
transmuta la conciencia individual, representada en la alquimia por la
primera fase de “nigredo”, en la que se disgrega todo lo que hay de
plomo encontrando su correspondencia psicológica en el conjunto de
percepciones desechadas e indeseadas que han impregnado nuestro entorno
incluso con objetos y personas concretas, estando representada esta
primera fase en la alquimia por el color negro y la acción de carbonizar
la materia por el fuego.
Es la putrefacción o fase de nigredo, la que exige mucha paciencia.
Es el resultado de la fase de nigredo, el “cinis cinerum” o ceniza de cenizas, en ella se encuentra la “diadema del rey”.
En
la segunda fase o “albedo”, hay que transmutar la parte de
inconsciencia individual a través del análisis de los opuestos para que
no existan en permanente lucha sino que se integren, supone la unión
mística del rey y de la reina o de los aspectos masculino y femenino
para que, una vez integrados todos los extremos, nazca el andrógino. Supone la unión entre la esencia del mercurio y la del azufre. Su color es el blanco, representando la integración del cuerpo con el alma.
Es la fase de albedo, la rosa blanca que transforma los metales en la más fina plata. Arnaldo de Vilanova dice: “el que me ha hecho blanco me hace también rojo, pues ambos nacen de la misma raíz”. Y en la tercera o “rubedo” se representa la triple unión del espíritu con el alma y con el cuerpo físico, supone el renacer al tercer día, la resurrección o inmortalidad, es el Unus mundus de Dorneus y trasciende a la propia individualidad ya que absorbe parte del inconsciente colectivo y lo transmuta, lo que en alquimia se interpreta como la capacidad de transmutar plomo en oro mediante la intercesión de los tres fuegos o energías, que son los “arquetipos” de Jung. El símbolo de la rubedo o rosa roja que transforma los metales en oro, es la transubstanciación cristiana o la más alta forma espiritual.
Resulta
interesante observar la similitud de significados, aunque con nombres
distintos, entre las “entelequias” de Aristóteles, los “arquetipos” de
Jung y las “mónadas” de Leibniz.
Dominando
los tres fuegos se domina la totalidad de la energía, lo que permite
depositar en la materia la perfección del espíritu, o si seguimos la
expresión propia de la alquimia clásica, si la materia es impura por su
contenido en plomo, puede perfeccionarse sin esperar a que lo haga la
naturaleza divina utilizando la piedra filosofal como catalizador, y
ello hace creer en la conversión del plomo en oro, para disfrute de su artífice y envidia de los demás.
Todo el proceso lo representa Jung en la “circumambulatio”,
una espiral desde el centro y hacia arriba cuya energía o “arquetipo”
hace aumentar cada vez más el ritmo vibratorio y el movimiento de
rotación, interpretando lo que se pretendió representar antiguamente en
los laberintos de las catedrales góticas y especialmente en las del
gótico flamígero francés, en las que la edificación se recubre de unos
penachos que imitan pequeñas llamas, como si toda la catedral estuviese
incendiada, representando al horno de la alquimia o atanor y al fuego
purificador, del que huyen los malos espíritus a través de las gárgolas
situadas en las partes exteriores, siendo notorio el hecho de que la
creencia en la huída de los espíritus se permita a través de las
gárgolas como salidas y no se pretenda destruirlos en el fuego del
atanor, he aquí un aspecto del respeto demostrado por nuestros antiguos
incluso hacia lo que consideraban como “malos espíritus”.
Fue
en los principios del siglo XVI cuando Heinrich Cornelius Agrippa, que
se daba a conocer como “mago” y afirmaba contactar con “los espíritus”
invocándolos, añadió un carácter mágico a la alquimia dándole un aspecto
ocultista y exclusivo, aspecto reiterado a lo largo de la historia pero
sin haber conseguido pleno convencimiento, aunque le hayan referido
alquimistas en todos los tiempos.
11.- EL LABERINTO
Como
símbolo, representa la posibilidad de acercarse a lo divino, es el
camino que debe seguir el hombre como peregrino hacia el “axis mundi” o
eje del mundo, en un tiempo representado por Jerusalén, el Cielo o la Ciudad Santa
y una de sus posibles explicaciones es la que se refiere al mítico
laberinto de Salomón, como una parte de los atributos mágicos de este
nombre y que es una figura cabalística a la que hacen referencia muchos
manuscritos sobre alquimia.
Si
nos remontamos al antiguo Egipto, algunos investigadores como Jesús
Gaban en su “Viajes por el tiempo” y Jacques Pirenne en “Historia de la
civilización del antiguo Egipto”, afirman que lo sorprendente de este
imperio no son los actuales restos de pirámides, sino un inmenso
laberinto construido cerca del lago Moeris, en lo que hoy se conoce como
Birkat Qarum a unos 80 kilómetros al sur de El Cairo, bajo el mandato del faraón Amenemhat III de la XI dinastía, y que lo describió con todo detalle Heródoto en el siglo V adC con estas palabras:“
se compone de doce palacios cubiertos…sus cámaras son dobles, unas
subterráneas y otras a nivel del suelo…hay mil quinientas cámaras por
piso…a cada ángulo hay una pirámide de ciento diez metros de altura…” para
que nos formemos una idea de su magnitud. Dicho laberinto se dedicó a
la administración y al culto dedicado a Osiris, pues se atribuye a esta
deidad una doble virtud, la de haber muerto y su cuerpo permanecer
incorrupto y la de haber resucitado para habitar junto a los dioses,
manteniendo una relación entre la morada divina y la terrestre, es decir
entre su parte espiritual y la material. Por lo que el sentido del
laberinto era para desconcertar a sus enemigos, tanto humanos como
divinos, y de aquí arraigaron la idea de la inmortalidad y la de la
momificación o conservación del cuerpo, tanto en Egipto como en el mundo
antiguo.
Osiris representaba al bien y Seth al mal, ambos hijos de Nut. Seth
engaña a su hermano Osiris y lo mata con la ayuda de 72 conjurados,
posteriormente lo descuartiza en catorce pedazos que esparce por lejanos
lugares, pero su esposa Isis consigue reunirlos todos menos los órganos
sexuales. Osiris la fecunda por
obra exclusiva de su amor y sin cópula carnal, dando a luz a Horus, que
acaba imponiéndose como rey en todo el delta del Nilo y desterrando a
Seth. Desde entonces los
egipcios recreaban anualmente la muerte de Osiris en su “Drama del
Misterio”, sacrificando a Apis, el toro sagrado representante de Osiris
en la tierra. Esta mitología es recogida por diversas religiones, como el cristianismo con sus dramas anuales de la muerte y resurrección.
Los
griegos también construyeron su propio laberinto subterráneo imitando a
los egipcios, y lo hicieron en la isla de Creta, en Cnosos, por orden
del rey Minos, siglo y medio antes de nuestra Era, le llamaban “absolum”, el mismo nombre con el que los alquimistas antiguos denominaban a la piedra filosofal. Creían
que en el centro habitaba el Minotauro, monstruo que se alimentaba de
carne humana. El símbolo del Minotauro representa a la materia y se
encuentra precisamente en el centro del laberinto, porque supone que el
espíritu ha tomado forma material y objetiva. Los
griegos aportaron la simbología de Teseo, que llega al centro del
laberinto y mata al Minotauro pero no encuentra la salida, hasta que
puede ver un hilo que le ha tejido su amada Ariadna, guiándole hasta la
salida al exterior. La alquimia queda simbolizada por el “hilo” o camino
que lleva a la luz del alma, pero que no puede verse hasta que no se
purifique la materia o Minotauro.
Hay
que señalar que este conjunto de creencias mitológicas es común en todo
el mundo, tanto si se trata de África, Europa, China, América, o de la India.
En
el norte de Francia se encuentra la región de Picardía y en su variante
lingüística o picardo, el nombre de Ariadna viene de “aryan” que
significa “la estrella que sale por el mar”, es decir la luz de oriente o
la luz del alma, que emana desde el sol o espíritu, Hermes o Mercurio.
Teseo
simboliza al cuerpo material, es el plomo en la alquimia al que se debe
carbonizar y disgregar en la fase de nigredo, siendo entonces cuando
muere el Minotauro que representa la parte material, dejando libre y
purificado a Teseo que ve la luz del alma o hilo de Ariadna, que le
guiará hacia ella hasta que se funden ambos, representando a la fase de
albedo en la que copulan el rey y la reina para dar a luz al andrógino u
“oro filosofal”, culminando en la fase de rubedo. Teseo tiene dos
opciones, unirse al Minotauro para engendrar hijos de las tinieblas, o
hacerlo con Ariadna y nacerán los hijos de la luz. Y para poder optar a una de ellas ha de llegar al mismo centro del laberinto.
El
simbolismo preferido por la alquimia es el andrógino o hermafrodita,
resultado del cruce místico entre Afrodita como estímulo sensual o reina
y Hermes como parte espiritual o rey, tal como el referido entre Teseo y
Ariadna.
Como
puede apreciarse, el símbolo del laberinto constituye una más de las
interpretaciones que sobre la alquimia se han argumentado, llegando a
impregnar a todos los ámbitos sociales de cualquier época, pues asimismo
el cristianismo lo adoptó en su tiempo, como el laberinto de la actual
catedral de Argel dedicada a San Reparatus y el más antiguo que se tiene
datado, pues es del año 324, con una particularidad que lo hace
especial, ya que tiene una “S” en su centro y en las cuatro direcciones
puede leerse “Sancta Eclesia” formando una cruz esvástica. Nótese que el
nombre correcto en latín sería “Ecclesia” con dos “c”, pero se ha
representado con una sola para que sus letras sumen trece, sumando sus
dígitos 3 y 1 igual a 4, para que la figura geométrica sea un cuadrado
perfecto de lado 4, precisamente el cuaternario esotérico. Así
pues, el culto religioso sea cual fuere, ha quedado impregnado del
simbolismo de la alquimia que a su vez lo está de la filosofía hermética
y de la cábala.
Otro
ejemplo que no puede pasarse por alto, y hay varios, es el de la
catedral de Chartres en Francia, diseñado por el arquitecto Villiard de
Honnecourt, el más grande, pues consta de once anillos concéntricos de
unos trece metros de diámetro el mayor, (de nuevo 1 y 3 son 4)
construido en 1.235 con piedra azul y blanca, se conserva en buen estado
a pesar de que el actual edificio es el sexto, habiendo sido destruidos
los cinco anteriores y según estudiosos del tema, como Paolo
Santacargenli en su obra “El libro de los laberintos” (Edit.
Siruela-97), confluyen en su centro cinco corrientes telúricas que
provocan muy alta vibración y equilibrio. Además, el día 22 de Agosto de
cada año, el sol ilumina el rosetón oeste de la catedral incidiendo en
su mayor perpendicularidad en las primeras horas de la tarde, de tal
manera que la imagen de la virgen se proyecta precisamente en el centro
del laberinto y parece indicar la salida, como Ariadna a Teseo, a medida
que el sol se mueve hacia el ocaso.
Hermes, el dios del comercio y la comunicación, exhorta al silencio.
Lo curioso es que el rosetón se colocó veinte años después que el laberinto. También
tiene un significado cabalístico, pues la altura desde el centro del
rosetón hasta el suelo es la misma que la distancia desde la entrada de
la catedral hasta el centro del laberinto, 31,5 metros
o lo que es lo mismo, 19,5 veces el número áureo (que vale 1,618),
número que utilizaron todos los pintores y escultores del Renacimiento
para establecer la “divina proporción” en sus magníficas obras, tales
como Miguel Ángel, Da Vinci o Rafael, asimismo el mundo islámico en sus
decorados arabescos, que contienen un verdadero lenguaje matemático y
geométrico digno de la más alta admiración y consideración, cuyos
ejemplos en Córdoba y Granada son unos de tantos, todos ellos
merecedores de un absoluto respeto y estudio.
El
laberinto se construye entre la entrada a la catedral y el acceso al
altar principal, simbolizando que la materia es impura a la entrada y ha
de pasar a través del laberinto para purificarse y acceder a su parte
espiritual, el altar, lugar donde el espíritu se materializa y se
espiritualiza la materia, produciendo la inundación de luz resultante de
la unión mística entre ambos, y para guiar al peregrino en su camino
está el hilo de Ariadna o luz del alma.
El peregrino guiado por la palabra de Dios.
Podríamos
decir que el laberinto es el camino intermedio entre el bautismo del
agua o entrada al templo y el del fuego del altar, en el que reside la
parte espiritual. La entrada a las catedrales es oscura y falta de luz
hasta que se llega al altar principal en el que predomina la
iluminación, de manera que quien entre mantenga su atención hacia el
fondo mirando siempre hacia el altar. Podemos imaginar el recogimiento
que produciría en un campesino medieval la entrada en una catedral
cuando no sabían leer y sus habitáculos diferían en mucho a la colorista
y profusa decoración de las catedrales, con sus enormes columnas
policromadas, con los rosetones de los que emanan luces con cierto
carácter mágico, figuras de ángeles y alegóricas, con su enorme espacio y
altura interior y con sus características acústicas que multiplican el
sonido proveniente del altar, de manera que la estancia allí les suponía
la aproximación a lo divino.
Otro
notorio detalle es el hecho de que en el Adán Kadmon se sitúa el
laberinto en su vientre, como lugar en el que se purifica la materia
hasta que pueda ser asimilada por el espíritu, de manera análoga a la
función que desempeña el intestino en el cuerpo físico e incluso la
forma que adopta con tantos repliegues, tal como reza el contenido de la
premisa 4ª de la Tabla Esmeralda: “Su padre es el Sol, su madre la Luna, el viento lo ha llevado en su vientre; la tierra es su nodriza.”
En
el continente asiático se tenía la creencia de que los espíritus solo
pueden desplazarse en línea recta, por lo que colocaban un pequeño
laberinto a la entrada de sus casas y ciudades como protección.
En Escandinavia
se conservan cientos de laberintos labrados en la piedra a orillas del
Báltico, se cree que los realizaron los pescadores para asegurar la
pesca o el regreso a casa y en Finlandia y Suecia se les denomina Jungfraudanser
o danza de la doncella, representando el movimiento rítmico o
vibratorio y la repetición, el “solve et coagula” de la alquimia, la
encarnación una y otra vez para alcanzar la perfección en la materia.
En Pontevedra, en los grabados prehistóricos de Peña de Mogor, se encuentran piedras talladas formando
laberintos y que se han datado en los años 900 al 500 adC, y en la isla
de Cerdeña está la tumba de Luzzanas en cuya entrada hay grabado uno
que data del 2.500 adC.
Parece
claro que el laberinto establece una relación entre la muerte y la
resurrección, es decir entre la materia o plomo y el espíritu u oro,
siendo la piedra filosofal la relación entre ambos que permite la
transmutación de lo impuro de la materia en la pureza del espíritu, pero
con la característica de que el camino a seguir hasta el centro es
único y sin posibilidad de otro secundario, constituyendo uno de los
principales mensajes que pretenden transmitirnos los laberintos y la
alquimia, solo que el camino es distinto para cada operación y lugar en
el que se realice y el recorrido implica un determinado ritmo, por lo
que los antiguos recorrían estos laberintos en una forma de danza o
movimientos rítmicos que pretendían imitar la acción cósmica, tal como
interpreta Jung con su espiral o “circumanbulatio”.
En Poitiers, al sur de Paris, se encontraba un laberinto que
era un ejemplar único por la forma de árbol que tenía y caracterizado
por el hecho de que nunca se podía llegar al centro, sino al mismo punto
desde el que se había partido, desgraciadamente se destruyó.
En
definitiva, el laberinto es el camino que hay que recorrer una y otra
vez para unir todos los elementos diferenciadores y aparentemente
antagónicos, de la misma manera que la alquimia exige la repetición una y
otra vez de las operaciones o “bodas”, para que se combinen aquellos
elementos diferenciados en uno único mediante el fuego, energía o
“arquetipo” de Jung, que permite la consecución de la perfección, la “entelequia” de Aristóteles o la “mónada” de Leibniz.
12.- CONSIDERACIONES ACERCA DE LA PARTE PRIMERA
La
alquimia era el saber pensar, sentir y hacer de un pueblo, que en el
tiempo se ha disgregado constituyendo tres conjuntos diferenciados –las
tres cabezas de la serpiente del Caduceo egipcio- que adquieren mayor
relevancia al desarrollarse por separado, por lo que la próxima unión
habrá de provocar resultados que podrían constituir un nuevo
Renacimiento, el de Acuario, basado en la expresión de ideas y no en la
de los sentimientos. Las repetidas uniones y disgregaciones se
contemplan desde distintas áreas, fenómeno estudiado como palingenesia. Por ejemplo, desde la sociología se define como la repetición de los mismos sucesos. Platón afirmaba que “la mente del sabio retorna a sus ideas y puede contemplar su pura esencia” y Haeckel la designó como “la repetición de circunstancias y estados de fases anteriores dentro de la evolución de una misma especie”. La alquimia es el reflejo de la evolución global de una civilización.
En
base a ello, queda excesivamente limitada su circunscripción al
objetivo de purificar la materia expresado en ambigüedades, en convertir
en oro al plomo o en obtener el elixir de la inmortalidad, ni mucho
menos en retornar a las condiciones del Edén, en un intento de atraer a
la realidad del presente una creencia sobre el pasado ya trascendido.
La
alquimia está forjando hoy, caminos insospechados ayer y resultan
inimaginables los de mañana. El elixir o panacea universal, sueño del
vetusto alquimista, podría ser una realidad hoy con las investigaciones
sobre las células madre, células que derivan de la masa celular del
embrión en estado de blastocisto, es decir con edad entre 7 y 14 días,
capaces de regenerar las células del tejido de cualquier órgano enfermo.
Desde
la filosofía, el aspecto esotérico de la alquimia apunta a comprender
la relación entre la realidad del espíritu o absoluta y la de la materia
o relativa, simbolizando la piedra filosofal ese catalizador o fermento
que acelerará la conversión de todo lo relativo en absoluto. La
conciencia es el nexo de unión entre las dos realidades, abarcando el
alma como primera fase o “solve” y el espíritu como final de la gran
obra, la de “coagula”, y como entre ambas fases no pueden quedar restos,
quedará culminado el proceso de transmutación a través de sucesivas
mutaciones y cambios.
Si
la conciencia une lo absoluto y lo relativo, y a través de sucesivas
operaciones, lo relativo es cada vez más absoluto, el ser humano ha de
transmutar a estados más próximos a Dios, por lo que la separatividad es
una creación humana, no tiene realidad en términos absolutos y acabará
siendo disgregada en el atanor de la propia evolución. Y al hablar de disgregar o de unir hablamos de la alquimia, que constituye el espejo de una civilización.
Al
comenzar la disgregación se pierden los valores que constituían el
“corpus místico” y así ha ocurrido hasta el pasado Renacimiento en el
que, por prevalecer la experimentación sobre la mística, florecieron los
estafadores con el uso de trucos químicos y engaños que afirmaban
poseer el conocimiento para transmutar los metales en oro. En
1.919, Ernest Rutherford hizo uso de la desintegración artificial
convirtiendo nitrógeno en oxígeno, siendo el principio en el que se
basan los actuales aceleradores de partículas para provocar la
transmutación, como la que practicó Glenn T. Seaborg en 1.980 cuando
transmutó plomo en oro, solo que el oro resultante apenas dura unos
segundos por su inestabilidad atómica y la cantidad obtenida es tan
microscópica que hace impensables su rentabilidad o su producción.
Algunos,
como el futurista Ray Kurzweil, creen que la panacea universal ha de
ser en el futuro la nanotecnología, pasando por la fecundación in vitro o
la clonación de embriones. Otros piensan que será la inteligencia
artificial la capaz de crear vida de la nada, tal como intentaba Geber
con el “takwin”. Para todo ello hay que desarrollar la capacidad de
disgregar desde las estructuras más diminutas, y ha de entrar en escena
la física cuántica, pues ya en 1.959, Richard Feynman “padre” de la nanociencia, propuso fabricar ordenadores que trabajen con unidades atómicas, con lo que el consumo
de energía sería insignificante y las velocidades de proceso
insospechadas, así como desarrollar materiales mucho más fuertes que el
mejor acero y tan solo con el diez por ciento de su masa.
Hoy
en día es real la posibilidad de manipular estructuras atómicas para
crear otras nuevas, tal como demostró Don Eigler y su equipo IBM,
deslizando átomos uno a uno mediante la punta del microscopio de efecto
túnel para montar una “nanoestructura” inexistente hasta entonces, es
decir, completando el ciclo del “solve et coagula” y creando nueva
materia, con características mejor adaptadas a las condiciones actuales
de la vida humana. Y así podemos hablar de transmutación. En ello podría
consistir al tratar hoy en día la alquimia, y no en repetir las
afirmaciones de otros tiempos, pues, desde el punto de vista material,
si todos los metales transmutasen a oro, este perdería su valor e
interés actuales, de la misma manera que si todo el mundo consiguiese la
inmortalidad.
En
la segunda parte de este trabajo, expondremos la evolución de la
alquimia a través de la tortuosa Edad Media, analizando las leyendas y
realidades en torno a personajes emblemáticos como Nicolás Flamel,
Paracelso, Fulcanelli, Raimundo Llull o Simón H., entre otros. Analizaremos
el proceso de “la gran obra” con las descripciones de las vías seca,
húmeda y mixta, la personalidad del alquimista y la estructura de su
laboratorio, así como de sus utensilios.
Los matices que ha producido la alquimia serán objeto de nuestro análisis y podrían resumirse en cuatro:
1.-la
“alquimia”, que, según el religioso Giovanni Agostino Pantheo afirmó en
su obra “El arte de la transmutación metálica” en 1.518, es la técnica
de la imitación del oro y de la plata, constituyendo un fraude.
2.-la
“arquimia”, que se refiere, según el mismo autor, al concepto de que
todo proviene de una única sustancia, cuyo objeto es elaborar elixires
para transmutar plata y oro de manera ilimitada. Pero se decepciona
cuando afirma que la arquimia “promete más de lo que realiza”.
3.-la mencionada yatroquímica, basada en el uso de metales como terapia.
4.-La “espagiria” o elaboración de extractos y jugos a partir de sustancias vegetales.
Describiremos
los engaños que los estafadores han utilizado para hacer creer que
fabricaban oro y la influencia que la alquimia ha ejercido en el culto
religioso. Acabaremos apuntando
las nuevas tendencias de la alquimia entendida como un proceso de
transmutación, en órdenes como la fusión atómica, la inteligencia
artificial, las células madre o la nanotecnología, “artes” que pretenden
la misma meta que los antiguos, pero utilizando mayores dosis de
energía que ellos en ambos aspectos exotérico y esotérico.
De
su equilibrio y adecuada combinación en el atanor de la voluntad humana
depende el nuevo Renacimiento, labor en la que nos emplazamos todos,
alquimistas sin excepción alguna, y comenzará en el momento en el que se
llega al mismo centro del laberinto, para que sea posible vislumbrar el
hilo de Ariadna.
Así empieza el laborioso aprendizaje del hierático arte de ennoblecer.
Eloy Millet Monzó |
http://www.medicosescolares.com.ar/inicio.php?s=inicio
LA SABIDURÍA DE LA NUTRICIÓN
Gracias a Carlos González autor de estas sabidurías
¿TE APETECE ... ?
Preparar la comida como una danza de luz, color, geometría ... nos invita a ponernos en contacto con la sabiduría de la nutrición, a ser parte de la magia del alimento, a sentirnos creadores de la propia vida ...
NUTRIR ALIMENTA LA UNIDAD
Nutrir
es la relación entre lo diverso que permite compartir las experiencias de cada
uno con los demás, haciendo abundantes a todos y manifestando que, más allá de
cualquier apariencia, todo está unido..
En
el arcoíris de la vida la nutrición alimenta la unidad a la vez que exalta la
diversidad.
Comer es vestirse por dentro. De la misma forma que elegimos la vestimenta que mejor armonice con nosotros, podemos nutrirnos con los alimentos que nos hagan sentir más en contacto con nosotros mismos, más allá de cualquier dieta e independientemente de nuestro entorno y de la cultura que habitemos
LA DIETA INFALIBLE: SENTIR AL ALIMENTO
Llevar el silencio a la comida, sin el ruido de las opiniones, es
escucharla en diálogo con nuestro cuerpo, más allá de ninguna dieta, de
cualquier cultura y de todo lazo emocional familiar. Este diálogo ha de ser
único e íntimo entre cada persona y el alimento correspondiente.
Cada alimento posee tres danzantes: el Sol, la Tierra y el espíritu del
propio alimento. Cuando ponemos nuestra atención en él creamos la música para
que la danza comience en nuestro cuerpo, todos los órganos empiezan a afinar
sus instrumentos. Esta música puede ser aprendida, ajena a nosotros, es lo
habitual. El silencio, como el previo al que hay antes de que ponga en
movimiento su batuta el director de orquesta, permite que no haya interferencias de fuera y que sea
nuestra propia música la que guíe la danza. En esta melodía única el alimento
es pura salud. Los ritmos se convierten en los apropiados para, desde la cocina
de nuestro cuerpo, devolver lo recibido con la sal del respeto y las especies
del amor. Tres son los camareros encargados de entregar nuestros “platos”: la
respiración, que lleva el olor de nuestra cocina, el oro del orín y la tan
vituperada caca, que por la alquimia que generamos se muestra del color de la
tierra, como un puro homenaje a ésta. Nuestro alimento termina siendo un
nutriente para el mundo, eso sí, con nuestra esencia puesta en él; conviene
recordarlo cuando vayamos a los excusados, no vamos sólo a aligerarnos sino
también a hacer una entrega personal y única, dejando en el ciclo de la vida
parte de nuestra riqueza.
Si
hacemos del comer un acto pausado, sentido … nos situamos más allá de la
necesidad y se convierte en una danza del
espectáculo de la vida; entonces ya no hablaremos de comida, sino de nutrición mutua.
Comiendo desde este sentir escucharemos a algunos alimentos subidos de
tono y a otros apenas inaudibles. Como un
pintor con su paleta de colores podemos crear la comida que nuestro
corazón anhela y presentarla a nuestro cuerpo, llenándolo de nuestra propia
esencia y de lo que armoniza con ella, y sintiendo además que estamos
construyendo día a día la casa de nuestro cuerpo. ¿Qué mejor forma de estar a
gusto en ella …? El corazón, centro de nuestro sentir y
sabiduría, nos guiará siempre hacia el mejor alimento para nosotros, el que nos
ayudará a hacernos brillar como astros con luz propia, eso sí, hay que acallar
antes el parlucheo y los prejuicios de nuestra mente respecto a la nutrición,
escuchar en el silencio. ¿Te parece imposible lograrlo …? Sólo hay una manera de saber si es posible:
empezar a experimentarlo.
NUTRIENDO AL MUNDO CON NUESTRAS IDEAS
Si
liberamos nuestras ideas desde la generosidad del corazón y las impulsamos para que viajen más allá de
nuestro propio beneficio, la magia de la
vida las fecunda llevando su fertilidad al mundo entero. Como regalo recibimos
que la banda ancha de nuestra creatividad crece y con ella nosotros
mismos. Cuanto más creadores seamos más
nos sentiremos los dueños de nuestra vida, más nosotros mismos, ¿hay mejor
regalo…? ¡Ahh, además, algunas de nuestras ideas las regresa el viento a
nosotros como homenaje a nuestra paternidad, trayéndonos abundancia y riqueza!
¿Te apuntas a regalar tus ideas? … hoy hay
infinidad de medios para ello. Acuérdate de soplar sobre ellas, necesitan siempre
un sutil empujoncito para empezar su aventura …
DESCUBRE EL PODER DE IMAGINAR TU FUTURO
SINTIENDO LA VIDA
Nuestra respiración manifiesta constantemente la magia de la vida, con
lo que exhalamos la naturaleza construye el mundo vegetal: nuestro CO2 aporta el carbono con el que crean sus
tejidos las plantas.
Pensemos en unas rosas que tengamos plantadas en casa, por el hecho de
compartir el mismo aire las flores están creándose con una buena parte de
átomos de carbono que antes han estado en nuestro cuerpo, sintiendo nuestras
emociones, vibrando con nuestros pensamientos, en definitiva, viviendo en
nosotros. Estas rosas son en buena medida una extensión de nuestro propio
cuerpo. El proceso también funciona al revés: si nos comemos un pétalo sus
átomos pasarán a ser los nuestros, es la danza de la vida.
Te invito a experimentar todo esto poniéndote delante de un árbol,
sintiendo que simplemente con tu respiración estás colaborando en su
crecimiento, en su vida… Cierra los ojos
y respira, respira … deja tu imaginación
libre, siéntete uno con el árbol …
siéntete constructor de vida …
Después de esta experiencia pasea y fíjate en la calidad y profundidad
de tus pensamientos, de tus emociones, de tu respiración. En este estado
imagina cómo quieres que sea tu vida … ¡ Te sorprenderás a ti mismo !
LA DIETA IDEAL: NUTRIR DESDE LA MIRADA DEL
CORAZÓN
Las
toxinas, en el fondo, no son más que nutrientes de determinados estados de
conciencia, por eso si queremos habitar otros estados de conciencia es
necesario percibir la comida de forma diferente, en armonía con nuestra nueva
“casa”.
Comer
es una forma de nutrir una específica manera de vivir, ya sea personal o de
toda una cultura; si no nos damos cuenta de este hecho cualquier cambio que nos
propongamos puede quedar relentizado. No se trata de hacer la dieta que alguien
nos recomiende, sino de llegar a sentir lo que mejor nos nutre en el camino que
nos señala nuestro corazón.
FLORES CON MENSAJE PARA ALIMENTAR NUESTRA MENTE
En
el jardín de nuestro corazón nos esperan hermosas flores, que no sólo nos
deleitan la vista con sus formas y colores y el olfato con aromas inolvidables,
también nos cantan envueltas en música
el secreto de nuestros sueños, que aguardan ser descubiertos para que
podamos con ellos construir un nuevo mundo.
Cuando nuestra mente descubra y pruebe estos sueños desarrollará nuevos
sentidos; con ellos irá dejando atrás su gusto por los dramas, a la vez que
hará de la curiosidad y la alegría sus principales alimentos.
¿Qué
te parece entrar en este jardín y traernos un par de rosas para escucharlas …?
LA
DIETA INFALIBLE PARA PERDER PESO
Hacer sonreír a los niños nos sitúa en la magia de la primavera, porque
al igual que ella hace florecer ante nuestros ojos lo que estaba oculto. El ser
humano es una fértil tierra llena de semillas de felicidad, esperando a que nos
decidamos ser primavera.
La
alegría de un niño nos pone en contacto con nuestra esencia, por eso está más
allá de cualquier cultura y de cualquier problema. Esta es la razón por la
cual hacerles reír nos vuelve más
ligeros. ¿Qué te parece ir en busca del
niño que tengas más cerca y hacerle sonreír ahora mismo…? ¿Cómo… que no tienes
a ninguno cerca…? Eso no es verdad,
tienen uno cerquísima, el niño que fuiste y del cual nadie ha certificado su
muerte, ¿te animas a arrancarle una
sonrisa …? ¡Venga, prueba! Eso es … ¿no notas como te vuelves más ligero? ¿Qué
tal practicarlo todos los días …?
EL BAÑO
DORADO
En el
baño dorado de un amanecer o un atardecer es fácil sentir el oro de nuestra abundancia interior.
Es el momento adecuado para mirar, cara a cara, al sol de nuestro corazón sin
quemarnos, y permitir que su sabiduría impregne nuestra mente. Nuestros
problemas se empequeñecen ante su majestuosa presencia y dejan de ser
obstáculos a nuestra felicidad.
La
naturaleza siempre refleja nuestra abundancia, por eso imitarla en su esencia
haría de lo artificial algo natural, sobre lo que poder construir sin miedo un
futuro que no se vuelva contra nosotros. Cada científico, ingeniero, filósofo,
escritor, maestro … debería contemplar a menudo un amanecer o un atardecer,
bañarse en su oro, y así meditar sobre si sus creaciones son verdaderamente
sabias. Podríamos comenzar esta enseñanza llevando a nuestros hijos o
alumnos a contemplar uno, y preguntarles
cómo se sintieron antes y después del “baño”; sería como enseñarles una
elemental medida de higiene: no te acuestes sin antes lavarte en la luz de tu propio
atardecer, sin sentir la luz dorada de tu corazón.
LA MIRADA CREATIVA: NUTRIENDO LAS CREACIONES DE LOS OTROS
Criticar
desde los estados de necesidad del ego empequeñece al crítico y a la obra de
arte contemplada. Criticar desde el
corazón, iluminando la obra con su luz, convierte al espectador en creador, dando nuevas dimensiones a lo admirado que el
propio artista no reconocía.; la obra adquiere
novedosos colores, puestos allí por el crítico de corazón, que la
embellecen aún más: es la mirada creativa.
Sentir
una obra desde esta mirada es como oler una flor y dejar que penetre su aroma
en todo nuestro ser, inmediatamente algo cambia dentro de nosotros … empezamos
a sintonizar con nuestra belleza interior, desde ella la obra contemplada nos
muestra sus secretos, basta entonces tomar el que resuene con nosotros y darlo
a conocer al mundo, esa es nuestra pincelada en la obra.
Si esta
mirada la introdujésemos en la educación, los padres y maestros enseñarían a ver el mundo no desde
la competitividad, sino desde la creatividad que potencia más creatividad. Cada
creación sería no sólo del artista, sino de todos los que la contemplan, la
misma vida se vería como una obra de arte siempre inacabada.
Todo esto
puede parecer una utopía, lo auténticamente novedoso siempre empieza como
tal; pero hay una forma de hacerlo
realidad ya: comenzar a sentir cualquier creación como inacabada, esperando ser
enriquecida por el espectador-creador. No hace falta visitar museos, empecemos
por las creaciones que encontremos a nuestro paso, oliendo su aroma y enriqueciéndolas
con nuestra mirada creativa. ¿Qué te parece comenzar con tu u hijos, tus
alumnos, tu pareja, tus amigos, tus compañeros de trabajo …? Te sorprenderá ver
como sus ojos se iluminan cuando alabas y enriqueces sus creaciones.
LA FIESTA DE LA ALEGRÍA, TODO UN BANQUETE
La alegría, de corazón, no sólo ilumina el
rostro, también inunda el espacio de nuestra presencia. Cada vez que la
expresamos creamos un campo de fuerza que llama a otros seres, que desean
disfrutar y participar de él. En esos momentos estamos por encima de nuestras
limitaciones y nos sentimos creadores de vida, de toda la vida … somos
conscientes de la unidad del universo.
Ser creadores de alegría es fácil, no
necesitamos nada más que sentir su fuente en nuestro corazón. Vivirla nos saca
del estado de conciencia de la víctima y sus pensamientos limitantes. Es
necesaria para descubrir nuestros sueños, ya que estos siempre se nutren de
ella: cuando celebramos la alegría los sueños vienen a comer.
¿Qué te parece celebrar una fiesta de la
alegría todos los días? No necesitarás invitar a nadie, todo el mundo que esté
cerca querrá participar. ¡Pruébalo! ¡Ahh y no son excusas los problemas, las enfermedades,
los disgustos, los dramas …! La fuente de nuestra alegría siempre está
disponible.
LA NUTRICIÓN, TODO UN LENGUAJE A DESCUBRIR
El
contemplar a la comida como una mera necesidad limita los enormes potenciales
que encierra. Cuando comemos nos estamos comunicando, en el fondo, la nutrición
es un lenguaje que permite a lo diverso dialogar entre sí, y que además desvela
la unidad que hay detrás de todas de todas las cosas que componen la naturaleza
. Comer es un hablar entre las especies cuando trascendemos la dimensión
materialista. La Física Cuántica nos enseña este viejo lenguaje, desde ella la
nutrición es un constante intercambio de átomos transportando información, que
emplea las más “avanzadas técnicas” desde tiempos inmemoriales, como la
comunicación por luz láser.
De
esta comunicación nos puede dar también testimonio nuestro sentir, enterrado
entre centenares de conceptos intelectuales sobre la dieta más conveniente. La
mirada cuántica puede facilitar el abrirnos camino entre esta maraña mental y
ayudarnos a aclarar lo que cada alimento nos está diciendo. No obstante,
nuestra imaginación puede también lograrlo, con ella es posible sobrevolar la
tierra de los conceptos y vislumbrar, desde la altura, maneras de comunicarnos
con las especies a través del alimento. ¿Te apetece intentarlo con un delicioso
plato de frutas como el que hay sobre estas líneas …? ¿Qué te hace sentir cada fruta …su forma, su
textura, su luz …? ¡Todo un lenguaje a descubrir… a disfrutar!
HOMEOPATIA
REMEDIOS HOMEOPATIA
Remedio Homeopatico "Sepia"
La Sepia es un remedio homeopático indicado a personas con tendencia a adoptar el papel de mártir en la vida, agobiándose por sus responsabilidades. Estas personas se muestran como anestesiadas o insensibles ante situaciones dolorosas emocionalmente.Sepia en general es una mujer, que adopta el papel de mártir en la vida y se siente aturdida por sus responsabilidades.
Tienen un resentimiento profundamente enraizado en su psicología y se muestran como anestesiadas ante el dolor. Sepia no quiere recordar nada de todo aquello que la ha hecho sufrir.
Sepia es un remedio para la depresión, para problemas hormonales como el síndrome premenstrual, para la frigidez, para el agotamiento y para la flacidez en general.
La Sepia se prepara a partir de la tinta del molusco, utilizando los pigmentos puros para la preparación del remedio homeopático.
El tema principal de Sepia es su cansancio y desgana por todo, así como su irritabilidad sobre todo con el cónyuge. Sepia consulta por problemas relacionado por la flacidez de tejidos.
Se define al sujeto Sepia como personas altas, delgadas con cabello y ojos oscuros. Las mujeres Sepia son atractivas, elegantes. Al sentarse acostumbran a cruzar las piernas debido a la flacidez de su pelvis.
Sepia desea comer alimentos ácidos, le gusta el escabeche, limones y el vinagre, le gustan los dulces y el alcohol.
Sepia siente aversión por la leche y la carne de cerdo.
Sepia teme a la locura, a la pobreza y a la soledad.
Sepia tiene sueño durante el día y al atardecer. Le cuesta conciliar el sueño por sobrexcitación y una vez que consigue dormirse tiene sueños que pueden ser desagradables, terroríficos o lascivos, despertándose con una sensación desagradable y no pudiendo volver a dormir. Cuando se levanta está muy cansada con la sensación de no haber tenido un sueño reparador.
Sepia empeora con los días grises y las tormentas, antes de la menstruación y al levantarse.
Sepia mejora con el calor, estando ocupada, con ejercicio vigoroso y con el aire fresco.
Sepia puede presentar una combinación de dos personalidades diferentes.
Una esta orientada hacia su propia carrera y busca sentirse realizada con su trabajo. Estas tienen aspecto de personas duras y ocultan bien su vulnerabilidad. La otra se siente oprimida por su sentido del deber como esposa y/o madre sin que le quede tiempo libre para dedicarlo a ella.
Sepia está de mal humor y anérgica, siente aversión hacia su marido e hijos, le cuesta hablar de sus penalidades y da la impresión de haberse anestesiado (olvidado sus malos recuerdos).
DIFERENTES REMEDIOS HOMEOPATICOS:
THUJA
AURUM METALLICUM
SILICEA
LACHESIS
GRAPHITES
SULPHUR
HEPAR SULPHUR
ARGENTUM NITRICUM
LYCOPODIUM
PHOSPHORUS
ARSENICUM ALBUM
PULSATILLA
SEPIA
NUX VOMICA
CALCAREA CARBONICA
IGNATIA
THUJA
AURUM METALLICUM
SILICEA
LACHESIS
GRAPHITES
SULPHUR
HEPAR SULPHUR
ARGENTUM NITRICUM
LYCOPODIUM
PHOSPHORUS
ARSENICUM ALBUM
PULSATILLA
SEPIA
NUX VOMICA
CALCAREA CARBONICA
IGNATIA
FUENTE: WWW.ENBUENASMANOS.COM
_________________
CONCIENCIA EVOLUTIVA
Mensajes del agua
______________
La educación cerca de la Naturaleza, reconectarse con el mundo natural.
Entrevista Satish Kumar Education (Sub español)
No hay comentarios:
Publicar un comentario