domingo, 22 de julio de 2018



Cartas a las Escuelas

Primero de junio de 1979

Por lo general, los padres tienen muy poco tiempo para sus hijos, excepto cuando estos son bebés. Los mandan a las escuelas locales o a los internados, o permiten que otros cuiden de ellos. Puede que no tengan tiempo ni la paciencia necesaria para educarlos en el hogar. Están ocupados con sus propios problemas. Por lo tanto, nuestras escuelas llegan a ser el hogar de los niños, y los educadores se convierten en los padres, con toda la responsabilidad que eso implica. Ya hemos escrito acerca de esto antes, pero no está fuera de lugar repetirlo: el hogar es el sitio donde hay cierta libertad, un sentimiento de hallarse seguro, bien provisto y protegido. ¿Sienten esto los niños en nuestras escuelas - que se les cuida esmeradamente, con muchísima consideración y afecto, que nos interesamos por su conducta, sus comidas, sus ropas y sus modales? Si es así, entonces la escuela se vuelve un lugar donde el estudiante siente que realmente se encuentra en su propia casa con todo lo que ello implica, que alrededor de él hay personas que se ocupan de sus gustos, del modo en que habla, personas que lo cuidan tanto física como psicológicamente, que le ayudan a liberarse de sus heridas internas y su miedo. Esta es la responsabilidad de todos los maestros en estas escuelas - no de uno o dos. Toda la escuela existe para esto, para que haya una atmósfera en la que tanto los educadores como los estudiantes estén floreciendo en bondad.
El educador necesita del ocio para aquietarse por sí mismo, para reunir la energía que ha sido gastada, para estar atento a sus propios problemas personales y resolverlos, de modo que cuando se encuentra con los estudiantes nuevamente, no siga llevando consigo el rumor, el ruido de su confusión personal. Como antes lo hemos señalado, cualquier problema que aparece en nuestras vidas debe ser resuelto instantáneamente o tan pronto como sea posible, porque los problemas, cuando se arrastran de día en día, degradan la sensibilidad de la mente total. Esta sensibilidad es esencial. La perdemos cuando estamos meramente instruyendo al estudiante en una materia. Cuando la materia se vuelve lo único importante la sensibilidad se desvanece, y entonces usted realmente pierde contacto con el estudiante. En ese caso, el estudiante es meramente un receptáculo para la información. En consecuencia, su mente y la del estudiante se vuelven mecánicas. Generalmente, somos sensibles a nuestros propios problemas, a nuestros propios deseos y pensamientos, y raramente lo somos con respecto a los demás. Cuando estamos en constante contacto con los estudiantes, hay una tendencia a imponerles nuestras propias imágenes o, si el estudiante tiene su fuerte imagen propia, existe un conflicto entre estas imágenes. Se vuelve, pues, muy importante que el educador deje estas imágenes en su casa y se interese en las imágenes que los padres o la sociedad han impuesto en el estudiante, o en la imagen que el estudiante mismo ha creado. Es sólo en funcionamiento que la relación puede existir, y generalmente la relación entre dos imágenes es ilusoria.
Los problemas físicos y psicológicos desgastan nuestra energía. ¿Puede el educador estar físicamente seguro en estas escuelas, y con ello hallarse libre de problemas psicológicos? Esto es realmente indispensable que se comprenda. Cuando no existe este sentimiento de seguridad física, la incertidumbre trae consigo desorden psicológico. Esto fomenta la pesadez de la mente, y entonces la pasión que tan necesaria es en nuestra vida cotidiana se marchita, y su lugar es ocupado por el entusiasmo.
El entusiasmo es peligroso porque jamás es constante. Se levanta en una ola y desaparece. Esto se confunde con la seriedad. Usted puede ser entusiasta por algún tiempo en relación con lo que está haciendo, puede afanarse, estar activo, pero inherente en ello está la disipación. Es también esencial que comprendamos esto, porque la mayoría de las relaciones son propensas a este desgaste.
La pasión es por completo diferente de la lujuria, del interés o el entusiasmo. El interés en algo puede ser muy profundo y usted puede utilizar ese interés para su provecho o para alcanzar poder, pero ese interés no es pasión. El interés puede ser estimulado por un objeto o por una idea. El interés es indulgencia consigo mismo. La pasión está libre del sí mismo. El entusiasmo siempre lo es con respecto a algo. La pasión es una llama en sí misma. El entusiasmo puede ser despertado por otro, por algo exterior a usted. La pasión es la suma de la energía que no es el resultado de ninguna clase de estímulo. La pasión está más allá del yo personal.
¿Tienen los maestros este sentimiento de pasión? Porque es de este sentimiento que surge la creación. Mientras enseña las asignaturas, uno ha de encontrar nuevos modos de transmitir la información sin que esta información vuelva mecánica la mente. ¿Puede usted enseñar historia - que es la historia de la humanidad - no como la historia del indio, del inglés, del americano, etc., sino como la historia del hombre, que es global? Entonces la mente del educador está siempre fresca, ansiosa de descubrir una forma por completo diferente de abordar la enseñanza. En esto el educador está intensa y vitalmente activo, y esta actividad va acompañada por la pasión.
¿Puede esto llevarse a cabo en todas nuestras escuelas? - porque estamos interesados en dar origen a una sociedad diferente donde florezca la bondad, donde la mente no sea mecánica. Esta es la verdadera educación. ¿Quieren ustedes, los educadores, asumir esta responsabilidad? En esta responsabilidad descansa el florecimiento de la bondad, tanto en usted como en el estudiante. Nosotros somos responsables por toda la humanidad - que son ustedes y el estudiante. Usted debe empezar por ahí y abarcar toda la tierra. Puede ir muy lejos si empieza muy cerca. Y lo más próximo son usted y su estudiante. Generalmente comenzamos por lo más lejano - el principio supremo, el más elevado de los ideales - y nos perdemos en algún nebuloso sueño del pensamiento imaginativo. Pero cuando usted comienza muy cerca, con lo más próximo - que es usted mismo - entonces todo el mundo se halla abierto porque el mundo es usted; y el mundo que está más allá de usted es solamente naturaleza. La naturaleza no es imaginaria, es real; y lo que ocurre con usted ahora es real. Usted debe comenzar con lo real - con lo que sucede ahora - y el ahora es intemporal.

Cartas a las Escuelas

Primero de junio de 1979

Jiddu Krishnamurti, Cartas a las Escuelas. Textos libros conversaciones filosofía. Letters to Schools 1978...1983. Jiddu Krishnamurti en español.
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sábado, 21 de julio de 2018



Cartas a las Escuelas

 http://jiddu-krishnamurti.net/es/cartas-a-las-escuelas/krishnamurti-cartas-a-las-escuelas-14

15 de marzo de 1979

 Resultado de imagen de el pensamiento

 

Nos hemos vuelto demasiado listos. Nuestros cerebros han sido entrenados para llegar a ser muy brillantes, tanto verbal como intelectualmente. Están atestados con una enorme cantidad de información que utilizamos para una carrera provechosa. Una persona ingeniosa, intelectual, es ensalzada, se le rinden honores. Gente así parece usurpar todos los lugares importantes del mundo; tienen poder, prestigio, posición. Pero su ingeniosidad termina por traicionarlos; en sus corazones jamás conocen lo que es el amor ni la caridad profunda ni la generosidad, porque están encerrados en su propia vanidad y arrogancia. Este se ha vuelto el patrón de todas las escuelas altamente dotadas. Un muchacho o una muchacha que son aceptados en la escuela convencional, quedan atrapados en la civilización moderna y pierden toda la belleza de la vida.
Cuando uno pasea por los bosques con sus espesas sombras y sus luces moteadas, y súbitamente llega a un espacio abierto, una verde pradera rodeada por árboles majestuosos, o una corriente burbujeante, se pregunta por qué el hombre ha perdido su relación con la naturaleza y la belleza de la tierra, con la hoja caída y la rama rota. Si usted ha perdido contacto con la naturaleza, entonces perderá inevitablemente la relación con otro ser humano. La naturaleza no la constituyen solamente las flores, el hermoso prado verde o las aguas que fluyen en su pequeño jardín, sino que es toda la tierra con todas las cosas que hay en ella. Consideramos que la naturaleza existe para nuestro uso, para nuestra conveniencia, y así perdemos comunión con la tierra. Esta sensibilidad hacia la hoja caída, hacia el alto árbol que se yergue sobre una colina, es mucho más importante que aprobar todos los exámenes o tener una brillante carrera - cosas que no son la totalidad de la vida. La vida es como un vasto río con un gran caudal de agua sin principio ni fin. Extraemos de esta vertiginosa corriente un cubo de agua, y esa agua confinada se convierte en nuestra vida. Este es nuestro condicionamiento y nuestro dolor inacabable.
El movimiento del pensar no es belleza. El pensamiento puede crear lo que parece hermoso - la pintura, la figura de mármol o un bello poema - pero esto no es la belleza. La belleza es suprema sensibilidad, no al sentimiento de las propias penas y ansiedades, sino sensibilidad para abarcar la existencia total del hombre. Hay belleza solamente cuando la corriente del yo se ha secado por completo. La belleza existe cuando el yo está ausente. Con el abandono del ‘mí mismo’, surge la pasión de la belleza.
Hemos estado considerando juntos, en estas cartas, la degeneración de la mente. Hemos señalado para su examen e investigación, algunas de las vías de este deterioro. Una de sus actividades básicas es el pensamiento. El pensamiento es una fragmentación de la totalidad de la mente. Lo total contiene la parte, pero la parte jamás puede ser lo completo. El pensamiento es la parte más activa de nuestra vida; el sentimiento marcha junto con el pensamiento. Esencialmente son la misma cosa, aunque tenemos la tendencia a separarlos. Habiéndolos separado, concedemos entonces gran importancia al sentimiento, al romanticismo y a la devoción; pero el pensamiento, como la cuerda de un collar, pasa por todo ello entrelazándolo, oculto pero activo, controlando y moldeando. Está siempre ahí, aunque nos guste pensar que nuestras emociones profundas son en esencia diferentes. Hay en esto una gran ilusión, un engaño que es muy bien visto y que conduce a la deshonestidad.
Como dijimos, el pensamiento es la realidad de nuestra vida cotidiana. Todos los llamados libros sagrados son el producto del pensamiento. Puede reverenciárselos como una revelación, pero son esencialmente pensamiento. El pensamiento ha producido la turbina y los grandes templos de la tierra, el cohete espacial y la enemistad entre los hombres. El pensamiento ha sido el responsable de las guerras, es el responsable del lenguaje que uno utiliza y de la imagen hecha por la mano o por la mente. El pensamiento domina la relación. El pensamiento ha descrito qué es el amor, qué son los cielos y el dolor del infortunio. El hombre le rinde culto al pensamiento, admira sus sutilezas, su astucia, su violencia, sus crueldades en el nombre de una causa. El pensamiento ha producido grandes avances en la tecnología y, con ello, una gran capacidad de destrucción. Esta ha sido la historia del pensamiento, repetida a través de siglos.
¿Por qué la humanidad ha concedido una importancia tan grande al pensamiento? ¿Porque es la única cosa que tenemos, aun cuando sea activado mediante los sentidos? ¿Porque el pensamiento ha sido capaz de dominar a la naturaleza, de dominar su ambiente y producir cierta seguridad física? ¿Porque es el mayor instrumento mediante el cual el hombre opera, vive y obtiene beneficios? ¿Porque el pensamiento ha fabricado los dioses, los salvadores, la superconciencia, olvidando así la ansiedad, el miedo, el dolor, la envidia, la culpa? ¿Porque mantiene junta a la gente como una nación, como un grupo, como una secta? ¿Porque ofrece esperanzas a una vida oscura? ¿Porque proporciona una abertura para escapar por ella del cotidiano fastidio de nuestra vida? ¿Porque no conociendo el futuro, ofrece la seguridad del pasado, con su arrogancia y su obstinación en la experiencia? ¿Porque en el conocimiento hay estabilidad, evitación del temor en la certidumbre de lo conocido? ¿Porque el pensamiento ha asumido por sí mismo una posición invulnerable, pronunciándose contra lo desconocido? ¿O será porque el amor es algo inexplicable, no mensurable, mientras que el pensamiento es medido y resiste al movimiento inmutable del amor?
Nosotros jamás hemos cuestionado la naturaleza misma del pensamiento. Hemos aceptado al pensamiento como algo inevitable, al igual que nuestros ojos y nuestras piernas. Nunca hemos sondeado la verdadera profundidad del pensamiento; y porque jamás lo hemos cuestionado, ha adquirido preeminencia. Es el tirano de nuestra vida, y a los tiranos raramente se les desafía.
Entonces, como educadores, vamos a exponerlo a la brillante luz de la observación. La luz de la observación no sólo disipa instantáneamente la ilusión, sino que la claridad de su luz revela hasta el más íntimo detalle de lo observado. Como dijimos, la observación no lo es desde un punto fijo, desde una creencia, prejuicio o conclusión. La opinión es un asunto más bien vulgar, y también lo es la experiencia. El hombre de experiencia es una persona peligrosa, porque está preso en la cárcel de su propio conocimiento.
¿Puede usted, entonces, observar con extraordinaria claridad el movimiento total del pensar? Esta luz es libertad - lo cual no significa que usted la ha capturado y la emplea para su conveniencia y beneficio. La propia observación del pensamiento es la observación de todo su ser, y este mismo ser es creado por el pensamiento. Tal como el pensamiento es finito, limitado, así es usted.

Cartas a las Escuelas

15 de marzo de 1979

sábado, 18 de junio de 2016

 SOCRATES Y LA EDUCACIÓN

 
  1. Introducción
  2. Sócrates
  3. La Educación
  4. Conclusión
  5. Bibliografía

Introducción

Sócrates nació en Atenas el año 470 a. c. de una familia, al parecer, de clase media. Su padre era escultor y su madre comadrona, lo que ha dado lugar a alguna comparación entre el oficio de su madre y la actividad filosófica de Sócrates. Los primeros años de la vida de Sócrates coinciden, pues, con el período de esplendor de la sofística en Atenas.
El interés de la reflexión filosófica se centraba entonces en torno al ser humano y la sociedad, abandonando el predominio del interés por el estudio de la naturaleza. Probablemente Sócrates se haya iniciado en la filosofía estudiando los sistemas de Empédocles, Diógenes de Apolonia y Anaxágoras, entre otros. Pero pronto orientó sus investigaciones hacia los temas más propios de la sofística.
Desarrollo:

Sócrates

Desde muy joven, llamó la atención de los que lo rodeaban por la agudeza de sus razonamientos y su facilidad de palabra, además de la fina ironía con la que salpicaba sus tertulias con los ciudadanos jóvenes aristocráticos de Atenas, a quienes les preguntaba sobre su confianza en opiniones populares, aunque muy a menudo él no les ofrecía ninguna enseñanza.
Su inconformismo lo impulsó a oponerse a la ignorancia popular y al conocimiento de los que se decían sabios, aunque él mismo no se consideraba un sabio, aun cuando uno de sus mejores amigos, Querefonte, le preguntó al oráculo de Delfos si había alguien más sabio que Sócrates, y la Pitonisa le contestó que no había ningún griego más sabio que él (Apología 21a). Al escuchar lo sucedido, Sócrates dudó del oráculo, y comenzó a buscar alguien más sabio que él entre los personajes más renombrados de su época, pero se dio cuenta de que en realidad creían saber más de lo que realmente sabían. Filósofos, poetas y artistas, todos creían tener una gran sabiduría, en cambio, Sócrates era consciente tanto de la ignorancia que le rodeaba como de la suya propia. Esto lo llevó a tratar de hacer pensar a la gente y hacerles ver el conocimiento real que tenían sobre las cosas.
Asumiendo una postura de ignorancia, interrogaba a la gente para luego poner en evidencia la incongruencia de sus afirmaciones; a esto se le denominó «ironía socrática», la cual queda expresada con su célebre frase «Yo sólo sé que no sé nada» (?? ??da ?t? ??de? ??da [en oida oti ouden oida]). Su más grande mérito fue crear la mayéutica, método inductivo que le permitía llevar a sus alumnos a la resolución de los problemas que se planteaban por medio de hábiles preguntas cuya lógica iluminaba el entendimiento. Según pensaba, el conocimiento y el autodominio habrían de permitir restaurar la relación entre el ser humano y la naturaleza.
La sabiduría de Sócrates no consiste en la simple acumulación de conocimientos, sino en revisar los conocimientos que se tienen y a partir de ahí construir conocimientos más sólidos.
Esto le convierte en una de las figuras más extraordinarias y decisivas de toda la historia; representa la reacción contra el relativismo y subjetivismo sofista, y es un singular ejemplo de unidad entre teoría y conducta, entre pensamiento y acción. A la vez, fue capaz de llevar tal unidad al plano del conocimiento, al sostener que la virtud es conocimiento y el vicio ignorancia.
El poder de su oratoria y su facultad de expresión pública eran su fuerte para conseguir la atención de las personas.
Sócrates no escribió ninguna obra porque creía que cada uno debía desarrollar sus propias ideas. Conocemos en parte sus ideas desde los testimonios de sus discípulos: Platón, Jenofonte, Aristipo y Antístenes, sobre todo. Tales testimonios no son convergentes, por lo que no resulta fácil conocer cuál fue el verdadero pensamiento de Sócrates

La Educación

Sócrates fue en su tiempo un docente innovador, crítico y humilde, que impulsó a sus discípulos que eran quienes estuvieran dispuestos a conversar con él en jardines, calles o plazas, a pensar, y esto le valió una condena a muerte, la que esperó con gran serenidad, acusado de corromper a los jóvenes.
Su pensamiento lo conocemos a través de la obra de su discípulo Platón, ya que Sócrates no dejó ningún texto escrito.
Fue contemporáneo de los sofistas, pero éstos cobraban por sus lecciones, mientras Sócrates enseñaba gratuitamente, pues consideraba que enseñar era una misión sagrada.
Además Sócrates no decía como los sofistas poseer la sabiduría sino que se hallaba en su constante búsqueda.
Lo primero para él, era el conocimiento personal, de uno mismo, luego vendría el conocimiento del universo exterior. El control de los impulsos, la serenidad de espíritu, el alejamiento del lujo y las pasiones eran la enseñanza que daba Sócrates, sobre todo con su ejemplo, pudiendo ser considerado el fundador de la ética.
Su enseñanza se efectuaba mediante el diálogo, con el que intentaba extraer verdades de su interlocutor y sacarlo de la ignorancia.
En una primera instancia, el maestro se dedica a criticar el discurso que escuchaba de quien con él conversa, haciéndole ver sus falacias e incluso llegando a ponerlo en ridículo indicándole sus contradicciones. Esta parte se denomina ironía.
Luego viene la mayéutica a efectos de extrae la verdad que subyace en el intelecto humano, que puede exteriorizarse ayudado por preguntas del maestro, que cumple un oficio similar al de la partera (profesión de la madre de Sócrates) que ayuda a que la vida salga al exterior. En este caso lo que nace es la verdad, llegando a la raíz del objeto de conocimiento
Aparece ya en Sócrates el rol del maestro como guía que orienta a quien necesita descubrir por sí mismo, y no como dueño del saber a transmitir ante un estudiante pasivo.
  • Método socrático:
Sócrates no predicaba la virtud directamente, sino más bien, invitaba a reflexionar sobre ella.
No ofrecía las recetas acabadas sino convidaba a la búsqueda.
Por eso, son de suma importancia los dos métodos, o para ser más correcto, los dos momentos del mismo método, que Sócrates empleaba en la mencionada búsqueda de la verdad y de la virtud, las mismas las llamaba: ironía y mayéutica, respectivamente.
Ironía
Sócrates pertenece a una especie de hombres que no tienen amor propio en las discusiones, y que aceptan encantados la refutación si así se descubre la verdad. Confiesa que su única cualidad es la ironía, consistente en interrogar a los sabios y procurar sacar la verdad que hay en el fondo de sus respuestas.
En Sócrates la Ironía se mezcla con la cortesía cuando éste extrema su modestia hasta decir de que él es lento y gárrulo, y que no llega a poner en claro las cosas.
El alcance de la Ironía o modestia socrática se hace patente una vez que en el descubrimiento de la verdad nos encontramos ante la siguiente alternativa: o llegamos a alcanzarla o, por el contrario, nos debemos convencer de que no sabemos lo que ignoramos, y esto no sería, en verdad, un premio despreciable de nuestro trabajo.
Tal es el fundamento del famoso sólo sé que no sé nada, la afirmación socrática más concluyente e indubitable, resultado de una fundamental desconfianza. Y es que si Sócrates discute siempre para descubrir si efectivamente sabe o no, es porque no quiere hacerse ilusiones de que sabe algo cuando nada sabe. Por todo ello, con una modestia que es la más firme base de todo método de conquista de la verdad, grita Sócrates: Atenienses que me escucháis; no sé nada, y ante vosotros me presento desnudo y sin los adornos de una mentirosa certeza.
Además, la ironía o modestia socrática es grande en cuanto que por ella se traza límites. Así no incurre en la insensatez de discutir de omni re scíbili, como por principio hacían los sofistas. Y es que el vino de los saberes recién descubiertos no se le subió a Sócrates a la cabeza. Conservó un afán tan grande de saber que la apariencia de sabiduría en los maestros-sábelo-todo le parecía mera elocuencia. En este sentido, la ironía socrática representa también un afán de sinceridad que le aleja de todo culto a las meras apariencias.
Mayéutica
Del griego maieutiké (arte de las comadronas, arte de ayudar a procrear). La mayéutica es el método filosófico de investigación y enseñanza propuesto por Sócrates. Consiste esencialmente en emplear el diálogo para llegar al conocimiento. Aunque Sócrates nunca sistematizó la mayéutica, seguramente es correcto destacar las siguientes fases en este método:
en un primer momento se plantea una cuestión que, en el caso del uso que Sócrates hizo de este método, podía expresarse con preguntas del siguiente tipo ¿qué es la virtud?, ¿qué es la ciencia?, ¿en qué consiste la belleza?;
en un segundo momento el interlocutor da una respuesta, respuesta inmediatamente discutida o rebatida por el maestro;
a continuación se sigue una discusión sobre el tema que sume al interlocutor en confusión; este momento de confusión e incomodidad por no ver claro algo que antes del diálogo se creía saber perfectamente es condición necesaria para el aprendizaje, y Sócrates lo identifica con los dolores que siente la parturienta antes de dar a luz;
tras este momento de confusión, la intención del método mayéutico es elevarse progresivamente a definiciones cada vez más generales y precisas de la cuestión que se investiga (la belleza, la ciencia, la virtud);
la discusión concluiría cuando el alumno, gracias a la ayuda del maestro, consigue alcanzar el conocimiento preciso, universal y estricto de la realidad que se investiga (aunque en muchos diálogos de Platón no se alcanza este ideal y la discusión queda abierta e inconclusa).
La idea básica del método socrático de enseñanza consiste en que el maestro no inculca al alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente sea un receptáculo o cajón vacío en el que se puedan introducir las distintas verdades; para Sócrates es el discípulo quien extrae de sí mismo el conocimiento. Este método es muy distinto al de los sofistas: los sofistas daban discursos y a partir de ellos esperaban que los discípulos aprendiesen; Sócrates, mediante el diálogo y un trato más individualizado con el discípulo, le ayudaba a alcanzar por sí mismo el saber.
El arte de la mayéutica implica la teoría platónica de la reminiscencia pues al considerar al discípulo competente para encontrar dentro de sí la verdad debe suponer que el alma de aquél la ha debido conocer en algún momento antes de hacerse ignorante.
La palabra sophistes significaba maestro en sabiduría. Como tales se presentaban estos señores que andaban de lugar en lugar, participaban en la política y cobraban por sus lecciones. Sabían o simulaban saber de todo: astronomía, geometría, aritmética, fonética, música, pintura. Pero su ciencia no buscaba la verdad sino la apariencia de saber porque ésta reviste de autoridad.
No eran, pues, propiamente filósofos pero tenían en común una actitud que sí puede llamarse filosófica: el escepticismo y relativismo. No creían que el ser humano fuese capaz de conocer una verdad válida para todos. Cada quien tiene "su" verdad.
No eran, pues, propiamente filósofos pero tenían en común una actitud que sí puede llamarse filosófica: el escepticismo y relativismo. No creían que el ser humano fuese capaz de conocer una verdad válida para todos. Cada quien tiene "su" verdad.
Los Sofistas enseñaban la areté requerida para estar a la altura de las nuevas circunstancias sociales y políticas (recordemos que la palabra areté, traducida generalmente por virtud.
La primera exigencia de esa areté era el dominio de las palabras para ser capaz de persuadir a otros. "Poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles", dice Protágoras. Gorgias dice que con las palabras se puede envenenar y embelesar. Se trata, pues, de adquirir el dominio de razonamientos engañosos. El arte de la persuasión no está al servicio de la verdad sino de los intereses del que habla. Llamaban a ese arte "conducción de almas". Platón dirá más tarde que era "captura" de almas.
Como los sofistas, hablaba y enseñaba sobre la areté, pero mientras los sofistas decían que no podemos conocer nada. Ahora bien, si se trata de la areté de todo hombre -de la que pretendían ser maestros los sofistas-.
  • Pensamiento:
Sócrates no escribió nada y, a pesar de haber tenido numerosos seguidores, nunca creó una escuela filosófica. Las llamadas escuelas socráticas fueron iniciativa de sus seguidores. Acerca de su actividad filosófica nos han llegado diversos testimonios, contradictorios entre ellos, como los de Jenofonte, Aristófanes o Platón, que suscitan el llamado problema socrático, es decir la fijación de la auténtica personalidad de Sócrates y del contenido de sus enseñanzas. Si creemos a Jenofonte, a Sócrates le interesaba fundamentalmente la formación de hombres de bien, con lo que su actividad filosófica quedaría reducida a la de un moralista práctico: el interés por las cuestiones lógicas o metafísicas sería algo completamente ajeno a Sócrates. Poco riguroso se considera el retrato que hace Aristófanes de Sócrates en "Las nubes", donde aparece como un sofista jocoso y burlesco, y que no merece mayor consideración.
Más problemas plantea la interpretación del Sócrates platónico: ¿Responden las teorías puestas en boca de Sócrates en los diálogos platónicos al personaje histórico, o al pensamiento de Platón? La posición tradicional es que Platón puso en boca de Sócrates sus propias teorías en buena parte de los diálogos llamados de transición y en los de madurez, aceptándose que los diálogos de juventud reproducen el pensamiento socrático. Esta posición se vería apoyada por los comentarios de Aristóteles sobre la relación entre Sócrates y Platón, quien afirma claramente que Sócrates no "separó" las Formas, lo que nos ofrece bastante credibilidad, dado que Aristóteles permaneció veinte años en la Academia.
El rechazo del relativismo de los sofistas llevó a Sócrates a la búsqueda de la definición universal, que pretendía alcanzar mediante un método inductivo; probablemente la búsqueda de dicha definición universal no tenía una intención puramente teórica, sino más bien práctica. Tenemos aquí los elementos fundamentales del pensamiento socrático..
Los sofistas habían afirmado el relativismo gnoseológico y moral. Sócrates criticará ese relativismo, convencido de que los ejemplos concretos encierran un elemento común respecto al cual esos ejemplos tienen un significado. Si decimos de un acto que es "bueno" será porque tenemos alguna noción de "lo que es" bueno; si no tuviéramos esa noción, ni siquiera podríamos decir que es bueno para nosotros pues, ¿cómo lo sabríamos? Lo mismo ocurre en el caso de la virtud, de la justicia o de cualquier otro concepto moral. Para el relativismo estos conceptos no son susceptibles de una definición universal: son el resultado de una convención, lo que hace que lo justo en una ciudad pueda no serlo en otra. Sócrates, por el contrario, está convencido de que lo justo ha de ser lo mismo en todas las ciudades, y que su definición ha de valer universalmente. La búsqueda de la definición universal se presenta, pues, como la solución del problema moral y la superación del relativismo.
Esa verdad que se buscaba ¿Era de carácter teórico, pura especulación o era de carácter práctico? Todo parece indicar que la intencionalidad de Sócrates era práctica: descubrir aquel conocimiento que sirviera para vivir, es decir, determinar los verdaderos valores a realizar. En este sentido es llamada la ética socrática "intelectualista": el conocimiento se busca estrictamente como un medio para la acción. De modo que si conociéramos lo "Bueno", no podríamos dejar de actuar conforme a él; la falta de virtud en nuestras acciones será identificada pues con la ignorancia, y la virtud con el saber.
  • La influencia de Sócrates:
Sócrates ejercerá una influencia directa en el pensamiento de Platón, pero también en otros filósofos que, en mayor o menor medida, habían sido discípulos suyos, y que continuarán su pensamiento en direcciones distintas, y aún contrapuestas. Algunos de ellos fundaron escuelas filosóficas conocidas como las "escuelas socráticas menores", como Euclides de Megara (fundador de la escuela de Megara), Fedón de Elis (escuela de Elis), el ateniense Antístenes (escuela cínica, a la que perteneció el conocido Diógenes de Sinope) y Aristipo de Cirene (escuela cirenaica).

Conclusión

Con respecto a Sócrates, dedico su vida a filosofar y enseñar.
El no cobraba las lecciones que les brindaba a los ciudadanos, no pronunciaba discursos ni escribió.
La principal preocupación de Sócrates era la conducta degradada de los subciudadanos, por este motivo, enfoco su curiosidad intelectual en el ser humano y su capacidad que tenia éste de conocer la verdad.
Decía que la sabiduría se adquiría en las conversaciones, haciéndose preguntas y buscando juntos las respuestas, por lo cual invitaba a los que conversaban con él, a pensar juntos cual es el objeto del ser humano.
Sócrates no respondía las preguntas, él quería que los hombres se hagan las preguntas y que ellos mismos las respondieran, de esta manera nseño a pensar, a buscar la verdad y saber que es posible alcanzarla.
Sócrates enseñaba que el "arete" era conocimiento, por ello le parecía evidente que si los hombres llegaban a entender lo que era el bien y lo justo, escogerían eso, nadie escoge el mal conscientemente, si lo hacen es por ignorancia.

Bibliografía

  • Profesor Alberto Gómez,( apuntes de la materia de filosofía y educación (2012).
  • Carpio,
  • http://educacion.laguia2000.com
  • http://www.webdianoia.com
  • http://palabrasyvidas.com

jueves, 17 de marzo de 2016



Krishnamurti - Serie educación - 1. El cerebro siempre está registrando