miércoles, 17 de julio de 2013

SIMÓN RODRÍGUEZ: AFORISMOS DE UN PEDAGOGO AMERICANO


http://carmelourso.wordpress.com/2013/07/16/simon-rodriguez-aforismos-de-un-pedagogo-americano/

Simón Rodríguez
Simón Rodríguez
Carmelo Urso
@carmelourso
Las enciclopedias escolares –en su desinformada aridez– suelen presentarnos al caraqueño Simón Rodríguez como “el maestro de Simón Bolívar”. Ciertamente lo fue –y más que maestro, fue verdadero mentor del Libertador– pero también fue muchas cosas más.
Viajero incansable, conspirador libertario, fugitivo de la justicia, crítico feroz del sistema monárquico, apasionado defensor de la forma de gobierno republicana, genial conversador y hasta hacedor de velas, Simón Rodríguez era, por sobre todas las cosas, un filósofo de la pedagogía, un maestro adelantado a su tiempo que “enseñaba divirtiendo”, un educador cuyo máximo propósito era “enseñar a aprender”.
Es fama que, a lo largo de décadas de viajes y exilios, Simón Rodríguez acumuló una gran cantidad de pensamientos que dejó anotados en incontables cuadernos que llevaba consigo en dos grandes cajas de madera.
Las cajas se perdieron tras su muerte y de sus escritos apenas quedaron unos pocos legajos. De ellos han sido extraídos los siguientes aforismos, que siguen teniendo una substanciosa vigencia:
niños 1
La mayor fatalidad del hombre, en el estado social, es no tener con sus semejantes un común sentir de lo que conviene a todos.
El hombre no es ignorante porque es pobre, sino al contrario.
Piensa en todos para que todos piensen en ti.
Leer es el último trabajo de la enseñanza. El orden debe ser: calcular, pensar, hablar, escribir y leer. No: leer, escribir y contar.
niño 2
La impotencia física esclaviza. La impotencia mental somete.
El hombre ignorante no sabe gobernarse.
En la vida moral del hombre la sociedad es el útero y la infancia es el feto. Descuidos y desarreglos durante la gestación causan abortos y producen enclenques inútiles.
¡Cuántos resabios desagradables no se adquieren en una mala escuela!
niños 3
El maestro tiene el don de inspirar en unos -y excitar en otros- el deseo de saber.
Maestro es el dueño de los principios de una ciencia, o un arte, que sabe hacerse entender con gusto.
Unos se proponen ostentar sabiduría, no enseñar. Otros quieren enseñar tanto que confunden al discípulo.
Los hombres limitados envidian el talento y aborrecen al que lo tiene.
niños 4
Querer hacer lo que no podemos, sólo porque la obra es buena, es prueba de un celo indiscreto.
El maestro que sabe dar las primeras instrucciones sigue enseñando virtualmente todo lo que se aprende después, porque enseñó a aprender.
El título de maestro no debe darse sino al que sabe enseñar, esto es, al que enseña a aprender.
El arte de enseñar consiste en saber llamar, captar y fijar la atención.
Enfants de Lebban al-Sharqiya
El maestro no debe ir al hospital a agravar sus males ni a casas de misericordia a guardar dieta y pesar menos cuando lo lleven a enterrar.
El maestro debe contar con una renta que le asegure una decente subsistencia y así pueda hacer ahorros para sus enfermedades y vejez.
Las cosas no son buenas ni malas sino cuando la experiencia ha enseñado a conocerlas.
Quien los guíe piden los niños. Quien los dirija piden los jóvenes. Que los toleren piden los hombres. Que los sostengan piden los viejos.
niños 6
El que no hace nunca yerra; más vale errar que dormir.
Enseñen y tendrán quien sepa. Eduquen y tendrán quien haga.
Los niños creen que la escuela es para fastidiarse. El maestro cree que debe fastidiar para dar ejemplo. Los niños aprenden a mentir, el maestro a disimular.
Obedecer ciegamente es el principio que gobierna. Por eso hay tantos esclavos -y por eso es Amo el primero que quiere serlo.
Artistic Endeavour
Un pueblo republicano sabría lo que es la cosa pública.
Enseñen a los niños a ser preguntones y obedecerán a la razón. No a la autoridad como los limitados ni a la costumbre como los estúpidos.
Enseñen a los niños a ser preguntones, para que pidiendo el POR QUÉ de lo que se les mande a hacer se acostumbren a obedecer a la razón.
Educar es crear voluntades.
Sólo la educación impone obligaciones a la voluntad. Estas obligaciones son lo que llamamos hábitos.
De los hombres puede esperarse algo. De los jóvenes mucho. De los niños todo.
niños 8

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