sábado, 30 de marzo de 2013

NO IR AL COLEGIO.


Faltar al colegio es una necesidad. No acostumbrarse a la rutina diaria, al hecho de levantarse muy temprano con la perspectiva de un día de clases aburrido, disciplina compulsiva y profesores mecanizados, muertos, es una señal de salud mental.
Permanecer todo el tiempo posible en el centro de la cama, elucubrar enfermedades, batir termómetros en busca de la fiebre salvadora, puede llegar a ser un arte, pero es siempre una señal vital. Faltar todo lo posible es la consigna. ¿Para qué perder el tiempo en medio del tinglado educativo, entre cuadernos y barrotes, tomando dictados que después se pueden fotocopiar de otros cuadernos, y memorizar? ¿Para qué aburrirse ante el trabajo cansado y mal remunerado de esos profesores que han mal aprendido a repetir rutinariamente lo que no saben a fondo para penosamente ganarse el pan de cada día? No es precisa esa diaria tortura, esa cotidiana pantomima. La cama, la casa, la calle, la playa, también pueden aburrir, pero será un aburrimiento todo tuyo, marcado por tu propio tiempo, y sin duda más diverso y más lleno de posibilidades de ser, incluso, divertido.

Autores: Luis Rossell, Jesús Cossio.
Imagen: altacapacidadinfantil.blogspot.com
Foto-pensamiento: Cipichicos.

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