lunes, 25 de junio de 2012

LOS CUATRO ACUERDOS DE MIGUEL RUIZ


Lo que ves en el espejo es una copia de la realidad que creas
con la capacidad de tus ojos y de tu cerebro.
Todo lo que percibes es un reflejo de lo que es real, igual
que los reflejos en un espejo, salvo por una diferencia
importante. Al otro lado del espejo no hay nada, pero
detrás de tus ojos hay un cerebro que intenta darle un
sentido a todo.
Este acuerdo te proporciona la inmunidad en la interacción
con los personajes secundarios de tu historia. No tienes
que preocuparte por los puntos de vista de otras personas.
Proporciona una gran entrada para alcanzar la libertad
personal, porque ya no tienes que regir tu vida según la
opinión de otras personas.
Podríamos decir que todo conflicto es el resultado de las
mentiras, porque la verdad carece de cualquier clase de
conflicto. La verdad no necesita demostrarse a sí misma:
existe, creamos en ella o no. Las mentiras sólo existen si
las creamos nosotros y sólo sobreviven si creemos en ellas.
Quienquiera que crea en la verdad, vive en el cielo.
Quienquiera que crea en las mentiras, más tarde o más
temprano, vivirá en el infierno.
Los seres humanos creamos las mentiras y después las
mentiras nos controlan a nosotros. Pero, tarde o temprano,
llega la verdad y las mentiras no pueden sobrevivir ante la
presencia de la verdad.
Sólo vemos lo que queremos ver; sólo oímos lo que queremos
oír. Nuestro sistema de creencias es exactamente como un
espejo que únicamente nos muestra lo que creemos.
Hacer suposiciones es sencillamente buscarse problemas,
porque la mayoría de las suposiciones no son la verdad; son
ficción.
Una suposición conduce a otra suposición; sacamos
precipitadamente una conclusión y nos tomamos nuestra historia
muy personalmente. Entonces culpamos a otras personas.
Las suposiciones no son más que mentiras que nos decimos
a nosotros mismos.
Hacer suposiciones no es otra cosa que buscar un drama
cuando no existe ninguno.
Si no tomarte nada personalmente te proporciona
inmunidad en la interacción con otras personas, no hacer
suposiciones te proporciona inmunidad en la interacción
contigo mismo, con tu voz del conocimiento, o con lo que
llamamos pensar.
Si no hacemos suposiciones podemos centrar nuestra
atención en la verdad, no en lo que creemos que es la
verdad. Entonces vemos la vida tal como es, no como
queremos verla.
Aprendemos cientos, incluso miles de símbolos, cuentos
y supersticiones. El símbolo de Santa Claus demuestra
de qué modo creer en una mentira, aunque sea inocente,
puede hacer surgir emociones que sentimos como un fuego
que quema en nuestro interior.
Las emociones son reales; son parte de la verdad, pero
la razón por la que las estamos sintiendo no lo es. No es
verdad; es ficción.
Si te preguntas por qué en ocasiones te sientes desdichado,
es porque te estás contando una historia que no es verdad,
pero tú te la crees.
El sistema de creencias gobierna la vida humana como un
tirano. Nos despoja de nuestra libertad y nos convierte
en sus esclavos. Se apodera de nuestro yo real, la vida
humana, ¡y este sistema ni siquiera es real! Nuestro yo
real permanece oculto en algún lugar de la mente y, cuando
llegamos a ese punto, lo que controla la mente es todo lo
que sabemos, todo lo que estuvimos de acuerdo en creer.
El sistema de creencias constituye el reino de la mente; no
podemos verlo ni medirlo, pero sabemos que existe. Tal vez
lo que no sabemos es que esta estructura sólo existe porque
la hemos creado nosotros.
CADA MENTE ES UN MUNDO
EL SEGUNDO ACUERDO:
NO TE TOMES NADA
PERSONALMENTE

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