domingo, 5 de abril de 2015

aulas con sofás y sin asignaturas


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Educación / Nuevas Tendencias Educativas

Colegios jesuitas de Cataluña abren aulas con sofás y sin asignaturas


Proponen un cambio radical en la forma de enseñar: sin exámentes, ni deberes para casa

«Los alumnos son los protagonistas». «Construiremos el proyecto vital de cada uno». «Aprenderemos a descubrir, a saber». «Descubriremos la fuerza del trabajo en equipo». «Cada alumno, sin excepción, tiene un talento único. Solo hay que encontrar y abrir». «Trabajaremos para que seas la brújula de tu aprendizaje». «Juntos sacaremos lo mejor que llevas dentro». Estas no son frases hechas ni banales en los colegios jesuitas de Cataluña, que este curso han iniciado un proyecto revolucionario para enseñar a sus alumnos. En las aulas hay sofás para leer; los estudiantes deciden cuándo salir al patio; comienzan la jornada con 20 minutos de reflexión para plantearse los retos de ese día; no existen los exámenes tradicionales, ni deberes para casa; los despachos de los tutores están integrados en el aula y son totalmente transparentes; no hay asignaturas compartimentadas...
El «Horizonte 2020», como se conoce este proyecto, pretende crear la escuela del futuro. «Y eso requiere un cambio radical», explica el director general adjunto de la Fundació Jesuïtes Educació, Josep Menéndez. Un cambio sobre el que llevan años trabajando, desde 2009. «Nos dimos cuenta —explica Menéndez— de que los alumnos van a la escuela pero no aprenden para vivir en un mundo incierto y cambiante como el que les espera. Necesitan habilidades y competencias para formar su proyecto vital, ser más protagonistas en su proceso de aprendizaje. Seis horas al día sentado de manera disciplinada mirando al profesor no lo aguanta ni un adulto».

Espacios oxigenados

A partir de ahí año tras año han consultando a los alumnos, profesores, padres, a políticos, a la empresa, al ámbito de la educación pública y concertada, a la iglesia... Más de 12.000 personas han participado aportando 56.832 ideas. Hoy muchas plasmadas en las aulas. «Los alumnos nos pedían aulas de colores —indica Menéndez— y con sofás donde leer y estudiar, como en casa. Espacios más cómodos, naturales, agradables y oxigenados. Para ello hemos unido dos clases, tirado el tabique que las separaba y ampliado el espacio siempre que se podía. Ahora, tenemos grupos de 60 alumnos guiados por tres profesores la mayor parte de las veces».
De los ocho colegios jesuitas de Cataluña, seis ya han comenzado a implementar este nuevo sistema. Se hará de forma gradual. De momento, han empezado en los cursos de 1º de ESO, 5º de Primaria y para los niños de tres años, la nueva generación. Según Menéndez, «en 5º y 6º de Primaria y 1º y 2º de ESO es donde la desconexión de los alumnos provoca más daños escolares (fracaso escolar, menor rendimiento...) y mayor desorientación. Empiezan a aburrirse, el profesor ya no les deslumbra, el cole les empieza a cansar por la reiteración, porque no se atienden los ritmos de aprendizaje de cada uno, porque falta orientación para aprender haciendo cosas... Hemos empezado por estos cursos porque queremos impactar en esta etapa educativa».
Muchos se llevarán las manos a la cabeza al comprobar que en el proyecto no hay cabida para asignaturas compartimentadas, es decir, de 9 a 10 horas Lengua, de 10 a 11 Matemáticas... «Se trabaja por proyectos —matiza Menéndez—. Por ejemplo, un grupo organizó un congreso de meteorología, como si ellos fueran meteorólogos, y trabajaron competencias de Lengua, Matemáticas, Ciencias, Inglés... De esta forma, ellos deciden cuando salir al patio, porque quizá decidan retrasarlo para terminar una tarea. Claro que cuando es necesario también hay clases magistrales. Pueden ser de 20 minutos, y a través de internet, para explicar una raíz cuadrada o el Teorema de Pitágoras».

No hay notas

Tampoco hay notas. Los padres reciben información del progreso del alumno por evaluación. «Explicamos si tiene que mejorar en alguna competencia, si avanza o no. Luego con unos algoritmos realizamos una calificación al final de curso que entregamos en un boletín como exige la ley», dice Menéndez.
En seis meses el proyecto ha dado ya sus frutos. «Nos hemos quedado impresionados con el cambio —asegura Menéndez—.El cambio de actitud y predisposición al aprendizaje de los alumnos es espectacular. Son más conscientes de su responsabilidad en su aprendizaje y vienen más contentos».

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