jueves, 23 de abril de 2015

Entrevista a Carl Honoré: “El tiempo de ser niño”

https://cambiemoslaeducacion.wordpress.com/2015/04/22/entrevista-a-carl-honore-el-tiempo-de-ser-nino/

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Criar un hijo debería ser un viaje, tomar su mano y decir: vamos a descubrir quién eres tú, con todo el misterio, la incertidumbre, la alegría y las lágrimas”, dice Carl Honoré. Para avanzar en esta dirección, se necesita reducir la velocidad y propiciar momentos de silencio, que inviten a mirar dentro y buscar los propios recursos. Y la escuela deberá abrir puertas y enseñar a los niños a amar el aprendizaje, a hacer preguntas para que cada uno encuentre su camino. Así, el paso de la infancia a la edad adulta será un tránsito más fluido.
¿Cómo valora la evolución de la infancia en las últimas décadas?
Para mí el rasgo más significativo es el control del adulto de los más mínimos detalles en la vida del niño. Nuestra sociedad oscila entre hacer demasiado y hacer poco. Por un lado, los cuidamos y protegemos con una energía sobrehumana, preparamos su futuro, creamos una imagen perfecta de lo que debe ser un “niño perfecto”, un “super-niño”. Por otro, no somos capaces de imponer disciplina. Los padres, en particular, hemos perdido la capacidad de decir no. Pasamos mucho tiempo educando a nuestros hijos, enseñándoles cosas, llevándolos en coche de una actividad a otra, del fútbol al tenis o a piano, pero no el suficiente estando, simplemente estando, con ellos, escuchándolos, jugando, charlando. Hay algo claustrofóbico e intensamente paranoico en las relaciones con los hijos.
 ¿Cuáles son las causas de esta situación?
Han confluido en ella un conjunto de tendencias históricas. Una de ellas es la globalización de la economía. El mercado de trabajo es ahora más inestable. Antes los empleados eran para toda la vida, salías de la universidad y te colocabas inmediatamente. La incertidumbre genera mucha ansiedad y esto se manifiesta en un impulso por equipar a los niños para el futuro, que resulta excesivo. La incertidumbre y la ansiedad están en los discursos políticos, en las conversaciones de los padres, en las escuelas. Y la cuestión es cómo equipar a los hijos y con qué. La segunda tendencia es la cultura del consumismo, que ya existía en el siglo XX, pero que ha alcanzado su apoteosis en los últimos años, infectando todos los rincones de nuestra cultura y colonizando nuestras vidas. El consumismo aumenta las expectativas, nos impulsa a quererlo todo perfecto. Queremos dientes perfectos, cuerpos perfectos, una cocina perfecta, perfectas vacaciones y también un hijo perfecto que encaje en la familia perfecta. No es suficiente que un niño juege dando patadas a un balón. Tiene que estar en un equipo y si es posible en la liga. Es todo o nada.
Luego están los cambios demográficos…
Sí, las familias de hoy son las más pequeñas de la historia. Nos casamos a edad avanzada y las mujeres son madres, por primera vez, a los 39. Todo esto genera ansiedad y preocupación. El simple hecho de tener un hijo se convierte en algo muy importante, un enorme esfuerzo, una gran inversión de tiempo y dinero. Con un único hijo, te lo juegas todo a una carta. Nunca tienes la experiencia de lo diferentes que son los niños ni de lo limitada que puede ser tu influencia sobre ellos. Para moldearlos, les aplicamos la cultura del management y los resultados son que nos profesionalizamos como padres y perdemos el contacto con nuestro instinto natural. Hay mucho miedo y mucha presión del entorno para que lo hagamos muy bien, leamos muchos libros, compremos juguetes muy caros, con mucha tecnología y los llevemos a actividades con expertos, cuando, por el contrario, la ciencia nos dice que el juego, el juego espontáneo, es lo más apropiado para desarrollar el cerebro infantil.
 ¿Diría que hay sólo una forma de ser niño o varias?
La globalización nos promete aumentar nuestras posibilidades de elección, pero en realidad las está restringiendo. Hoy puedes dormir en el mismo hotel en Barcelona, Londres, Berlín o Tokio. La gente sigue la misma moda en Corea del Sur y en Andalucía, escuchan música en idénticos Ipod. Y lo mismo ocurre con la infancia, hemos creado un ideal estándar del niño perfecto: muy organizado, muy ocupado, siempre haciendo cosas controladas y supervidadas por adultos. Por eso escribí Bajo presión: quería poner en cuestión la idea de un niño único. Crecer no tiene por qué ser una carrera; algunos leerán más pronto, otros serán muy buenos jugando al fútbol y luego perderán interes por este deporte. Cada persona tiene su propio ritmo. La vida moderna impone a todos un ritmo muy rápido y no acepta el error ni el fracaso. Esto crea una atmósfera de ansiedad y miedo que no es saludable. La infancia es un espejo, refleja lo bueno y lo malo de cada sociedad.
Ese niño estandarizado, ¿no parece más bien un adulto?
Es verdad, en cierto sentido los niños se han “adultizado”, pero en otro están más infantilizados. Digamos que se va en las dos direcciones. Por un lado, les presionamos para que sean adultos cada vez más pronto: surfean en google y ven pornografía a los siete años, tienen agendas muy apretadas. Por otro, les infantilizamos, tememos lo que pueda ocurrirles, no les dejamos asumir riesgos, ni salir a la calle o ir solos ala escuela ¡hasta los 29¡ Los mantenemos en una burbuja. La infancia se ha vuelto demasiado valiosa para dejársela a los niños; queremos controlar, medir, mejorar. La infantilización y el management son dos aspectos de lo mismo. Antes de la aparición de la escuela, los niños eran muy adultos. La infancia es un constructo moderno, un producto de nuestra cultura.
 Que no existe en otras partes del mundo…
Efectivamente, los niños de la calle en Brasil o India llevan vidas de adultos, aunque también son niños. Necesitan satisfacer necesidades básicas de alimentación, salud, hogar, educación. ¿Debemos exportar nuestro modelo de niño occidental? La respuesta es no, porque no funciona. De mi experiencia en Sudamérica, recuerdo que tienen una chispa increíble y una sorprendente capacidad para jugar, reír, ser independientes y crear; son muy inteligentes, muy capaces de sobrevivir. Tienen mucho que enseñarnos. Disponen de tiempo para vagar por las calles pero, claro, deberían ir a la escuela. Sin embargo, hay cosas positivas en esa libertad. Hemos creado dos tipos de niños: unos están excesivamente controlados, sobreprotegidos y consentidos, y otros no tienen ningún control, ninguna protección y no reciben ningún mimo. Deberíamos equilibrar la situación, dar más espacio y tiempo a los niños occidentales y más alimentación, salud y escuela a los del tercer mundo, respetando su libertad.
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Cuáles son las consecuencias de este modelo de infancia?
Las estamos viendo. Los maestros se quejan de niños “problemáticos”, que son incapaces de resolver los conflictos porque nunca han podido juntarse con cuatro o cinco amigos sin que un adulto dirija y controle su juego. Así que no han desarrollado esa habilidad. En los campus universitarios, jóvenes a quienes nunca les han permitido asumir sus responsabilidades se sienten incapaces de enfrentarse a todo. Los móviles se han convertido en el cordón umbilical más largo de la historia y los padres continúan dirigiendo a sus hijos, incluso para elegir un empleo. Si el objetivo de la paternidad es ayudar a los hijos a ser autónomos, estamos fracasando. Y sin embargo, la economía necesita personas capaces de pensar libremente, de asumir riesgos y desafíos, de emprender. ¿Cuál es el beneficio de criar una generación que sólo sabe seguir las reglas y entrar en el molde, en lugar de pensar fuera de él?
 Una generación que no ha vivido su infancia plenamente…
Que ha perdido la alegría de ser niño. Nos estamos privando de ese sonido mágico que es la risa de los niños. Esa increible capacidad infantil para jugar y sumergirse en un mundo inventado: “ver el mundo en un grano de arena y sostener el infinito en la palma de tu mano”, como decía William Blake. Hace poco ví una viñeta estupenda en el New Yorker magazine. Una pareja contempla a su hijo recién nacido, y uno de ellos dice: “¡Oh mira, va a ser abogado¡”. Es sólo un bebé, pero ya lo ven como un proyecto. Criar a un hijo debería ser un viaje, cogerlo de la mano y decir: “vamos a descu quién eres”, con todo el misterio, la incertidumbre, la alegría y las lágrimas. Pero si decides que tu hijo irá a Oxford, será abogado y trabajará en el City Bank, ¿dónde está la magia? Tal vez él quiera ser músico, arquitecto o periodista. En España, una cifra record de universitarios abandonan en el primer año de carrera. Quizás, por primera vez en su vida, pueden plantearse: “¿quién soy yo y qué hago en empresariales?” Y descubren que quieren ser enfermeras o fotógrafas.
¿Construirse uno mismo no es una característica de la edad adulta?
Los conceptos de infancia y adultez deberían ser más fluidos. La definición básica del adulto es la de alguien que dirige su vida. Con los niños hay un límite porque no tienen las mismas capacidades a los dos años que a los quince. Pero gradualmente, al ritmo adecuado para cada persona, los padres deberían ceder el contro, darles la responsabilidad de tomar sus propias decisiones.
 ¿Cómo sería una infancia “lenta”?
Es una especie de equilibrio. No estoy abogando, en absoluto, por el laissez faire. Los niños necesitan estímulo, presión, competición, estructura. Pero sólo de vez en cuando, no siempre. También necesitan espacio para explorar el mundo a su manera, a su ritmo, para crear, inventar, incluso para aburrirse. Hoy nos aterroriza el aburrimiento. Vivimos en una “cultura del hacer” que no contempla la posibilidad de ir despacio, de parar, incluso de no hacer nada. Estamos continuamente ocupados, corriendo en pleno ruido electrónico. Nadie disfruta de unos momentos de silencio. Esto crea una presión artificial, innecesaria. Se necesita tiempo para mirar hacia dentro, a tus propios recursos, para atravesar el aburrimiento y crear. También los adultos necesitamos relajarnos, repensar nuestra relación con el tiempo. Cuando reducimos la velocidad, somos capaces de sentir con mayor claridad. Y si sientes más, piensas y te angustias menos.
¿Qué hace usted cuando tiene prisa?
Antes solía ir siempre corriendo y mirando el rejoj. Ahora aún hago muchas cosas deprisa, pero ya no me estreso. Y si me sucede alguna vez, me paro y me digo a mi mismo ¿por qué vas tan rápido? ¿lo necesitas realmente o te han contagiado el virus de la prisa? Y si no hay ninguna razón, simplemente reduzco la velocidad. Es muy diferente y haces muchas más cosas. La paradoja de ir más despacio es que te vuelves mucho más productivo. El cerebro humano sólo puede concentrarse adecuadamente en una cosa cada vez. Intentar hacer varias, al mismo tiempo, es ineficiente e improductivo.
 ¿De verás tienes más tiempo?
Sí, y puedes sentirlo, no es sólo que tengas más espacio en tu agenda, es que el tiempo no pasa tan rápido y puedes hacer las cosas que quieres. Yo cuido de mis hijos por las tardes; ayer, después de la escuela, fuimos a la piscina. Despacio es más fácil.
¿La tecnología acelera nuestras vidas?
En realidad, la tecnología es una herramienta muy útil, una fuente de información y conocimiento increíble. Pero se convierte en un problema cuando los niños pasan seis o siete horas diarias deltante del ordenador. Algunos tienen 400 amigos en Facebook, y ni uno solo para ir a jugar al parque. Hay que encontrar el equilibrio.
Una tarea difícil. Muchos padres y educadores ya han tirado la toalla.
Es algo nuevo, aún estamos creando normas y protocolos para usar mejor la tecnología. Pero hay que poner límites. Los niños necesitan jugar de verdad, no con la Nintendo; necesitan amigos reales. Reflexionemos sobre la forma en que utilizamos la tecnología en la familia y en la escuela. Seguro que podemos hacer algo. Pongo un ejemplo, aunque no tenga relación con la infancia. El primer ministro inglés, David Cameron, en la primera reunión de su gabinete, prohibió el uso de Smartphones, móviles, Ipod, Blackberrys, etc. Sin aparatos, las sesiones son más creativas y productivas. Y si los ministros, todos hiperactivos, personalidades tipo A, adictos al Blackberry, quirúrgicamente conectados al Iphone, son capaces de apagarlos durante dos horas, ¿cómo no vamos a poder hacerlo en la escuela?
¿Los profesores ven también a los niños como proyectos?
El sistema escolar forma parte de una sociedad muy controladora que no deja espacio para descubrir quién eres realmente, para crear. Hay continuos exámenes, calificaciones y datos que memorizar.
 Pero una escuela sin exámenes…
Los exámenes responden a las necesidades de control, de certidumbre. A los políticos les encantan las cifras, las comparaciones, las clasificaciones: tal número de niños españoles ha obtenido tales resultados. Y puede ser muy útil, pero son una herramienta limitada. Crean una especie de ilusión, cuando en realidad no dicen mucho sobre las habilidades y aprendizajes reales. En los últimos años, la escuela se ha obsesionado con las evaluaciones, como si fuesen la única medida del valor de los alumnos. Y la presión empieza ya a los seis años. Pasamos demasiado tiempo clasificándolos en grupos de habilidad, seleccionando a los mejores, cuando los niños evolucionan a diferentes ritmos, cambian de un año para otro. Meterlos en cajas los limita. Con el exceso de exámenes se pierden muchísimos talentos; es como si les repitieras “no eres bueno, no vas a conseguirlo”.
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¿Cuál sería, entonces, el papel de la escuela?
La escuela debe abrir las mentes en lugar de cerrarlas, exponer a los niños al mayor número de ideas, de formas de pensar, a los mejores conocimientos. Enseñarles a amar el aprendizaje, a interesarse por las cosas, a hacer preguntas y ser curiosos. Ayudar a cada niño a encontrar su camino, a descubrir sus gustos y sus capacidades. Necesitamos una escuela abierta que ofrezca a todos las mismas oportunidades. No creo que su función sea formar a los chicos para los mejores empleos. Eso viene más tarde. Deberíamos preparar al mayor número de personas para que realicen todo su potencial, que sean capaces de pensar creativamente, de trabajar en grupo, en red, de resolver problemas de manera interdisciplinaria. Lleva tiempo cambiar un sistema tan complejo como el educativo; es un proceso largo, pero necesario.
¿Se plantearía eliminar el currículo y dar más libertad a las escuelas?
Sí, pero manteniendo algunas estructuras. El currículo oficial puede reducirse a algunos puntos esenciales. En el mundo atomizado en que vivimos, los estados necesitan conservar un cuerpo de conocimientos comunes, una base sólida, accesible a todos. Por ejemplo, una historia nacional que los ciudadanos conocen y comprenden, algunas bases en matemáticas, en ciencias… El resto, lo dejaría libre para que la escuela y el profesor elijan las modalidades, el momento adecuado. La flexibilidad permite adaptarse a cada niño, a cada familia, a cada comunidad. Esto sucede ya en algunos países, como Finlandia. Los sistemas educativos que mejor funcionan en el mundo son los que están más descentralizados. Afortunadamente, hay cambios positivos en todas partes.
 ¿Puede citar algunos ejemplos?
Hace unos meses, en Canadá, abrieron la primera guardería al aire libre, algo como un jardín secreto que vas a visitar. Hay que tener en cuenta que allí las temparaturas pueden bajar hasta menos 20 grados. El año pasado, Toronto se convirtió en el primer estado de Norteamérica que ha impuesto límites estrictos a los deberes en todos los cursos. Y otros estados se están planteando hacer lo mismo. Aquí en Inglaterra, el ministro de educación se propone dar más libertad a las escuelas y a los profesores. En todas partes, los padres crean grupos para reflexionar sobre la forma de educar.
¿Cree que su libro puede tener algo que ver?
Puede ser, pero la crisis también influye. Con menos dinero, las familias comen más en casa, compran menos juguetes tecnológicos, gastan menos en actividades extraescolares. Y hay una especie de movimiento cultural del que mi libro forma parte. Algunas personas me escriben diciendo que lo están utilizando para repensar su escuela o su familia… Es agradable sentir que lo que escribes tiene un efecto sobre la gente.

jueves, 16 de abril de 2015

¿Quieres que tu hijo tenga “éxito”? Pues déjale explorar


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Quizá por la incertidumbre hacia el futuro debido a la crisis, los padres y las madres están muy preocupados por preparar bien a sus hijos para un mundo muy dinámico y competitivo. Proliferan los padres y madres “helicóptero”, que diseñan la vida de sus hijos con cuidado, intervienen resolviendo todos los problemas y sobreprotegen. ¿Es esto bueno para la felicidad de nuestros hijos y para su éxito en la vida?

María y Luis tienen un hijo, Samuel, que tiene seis años. Desde que nació, sus padres se propusieron hacer que fuera feliz y se preparara para tener éxito en el mundo. Por eso, le han apuntado a muchas actividades extraescolares, le llevan a un colegio muy exigente, no tardan en intervenir al menor conflicto de Samuel con sus amigos o profesores… Un vistazo a la agenda de su hijo resulta estresante. Samuel apenas tiene tiempo, entre extraescolares, deberes y horas para practicar el piano, para jugar al aire libre. Samuel deja claro que no está contento, pero María y Luis insisten en que así se preparará para el futuro, tendrá éxito en el mercado laboral y tendrá la preparación necesaria incluso para ser un buen empresario. Les preocupa mucho el futuro que Samuel se va a encontrar y no quieren desperdiciar un minuto para prepararlo bien. Aparte del hecho incuestionable de que no están teniendo en cuenta los deseos y necesidades del niño, ¿es cierto que le están preparando bien? La respuesta, según un artículo de Katina Stefanova en Forbes, es no.
Portada de la revista Time sobre padres sobreprotectores
Portada de la revista Time sobre padres sobreprotectores
Según Stefanova, los llamados padres y madres helicóptero, con su planificación exhaustiva y su tendencia a intervenir en la vida de sus hijos, en realidad “entorpecen las cualidades más necesarias para el espíritu emprendedor y para el éxito en la edad adulta: la capacidad de adaptación, la iniciativa y la creatividad”.
Para Stefanova, los padres deberíamos incorporar lecciones del mundo emprendedor para preparar a nuestros hijos para el futuro. Y propone las siguientes:
Centrarse en objetivos, y no en tareas, con nuestros hijos. Si los padres hacemos que los niños se conecten con lo que hacen por el objetivo que quieren alcanzar, promoveremos su independencia y el manejo de responsabilidades. La experta recomienda acordar los objetivos con nuestros hijos y dejarle campo para que decida y diseñe las tareas para alcanzar el objetivo.
Dejar que los niños elijan sus actividades. Para el éxito en la vida, uno debe estar apasionado por lo que hace. Si les dejamos elegir, nuestros hijos realizarán las actividades con pasión y será más probable que descubran su talento y se conviertan en los emprendedores de su propia vida.
Permitir que los hijos se equivoquen a menudo. Los errores, el fracaso, nos enseñan importantes lecciones y nos dan fuerza. La experta recomienda enseñar a los hijos que está bien fallar siempre que aprendamos de los errores y que esto nos impulsa a mejorar. Stefanova recuerda que jóvenes que no están acostumbrados a fallar se ahogan en un vaso de agua y son incapaces de levantarse tras una caída y reinventarse.
Poner a los niños en situaciones en las que necesiten adaptarse. Los padres y madres sobreprotectores buscan conservar un entorno seguro para que su hijo crezca tranquilo y sin sobresaltos. Pero el futuro va a ser muy dinámico y cambiante, de modo que es necesario saber adaptarse al continuo cambio que nuestros hijos vivirán en su entorno. La experta recomienda exponer de manera consciente a nuestros hijos a situaciones a las que deban adaptarse, como viajes al extranjero, campamentos o incluso tiempo de juego libre. Stefanova considera que, por su estresante vida de actividades que “les preparan para el futuro”, muchos niños llegan a la juventud “exprimidos” y sin haber experimentado con su creatividad. Por lo tanto, propone dejar que nuestros hijos exploren más y hagan menos.
Y concluye: “El espíritu emprendedor no se centra en sobrevivir, sino en crecer enfrentándose a retos. Si damos espacio a nuestros hijos para que experimenten y aprendan como emprendedores mientras les guiamos, queremos y apoyamos, es más probable que crezcan como una nueva generación mejor preparada para vivir vidas completas y satisfactorias”. Y, añadimos, más humanas.
¿Qué os parece?

 http://www.gestionandohijos.com/quieres-que-tu-hijo-tenga-exito-pues-dejale-explorar/

Finlandia ya no enseñará matemáticas ni historia a sus estudiantes


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Los mayores de 16 años ya están estudiando de esta forma y no tienen que aprender matemáticas o literatura.

Por
Finlandia quiere prescindir de las matemáticas, de la historia, de la literatura para cambiarlo todo por temas concretos. Esperan que con el nuevo método, los estudiantes comprendan por qué es importante aprenderlo.
Es el país número uno en prácticamente todos los rankings escolares, como por ejemplo en el exhaustivo informe Pisa, que evalúa los resultados estudiantiles de 61 naciones de todo el mundo.
El éxito de la educación finlandesa reside en la alta implicación de los profesores -con elevada formación y bien remunerados-, los alumnos interactúan entre ellos y con el profesor, y existe un gran nivel de lectura.
Para que el país nórdico siga estando en lo más alto, sus políticos y funcionarios ya están pensando en cómo será el mundo del mañana para conseguir que los niños de hoy en día sean los mejores profesionales en el futuro. La conclusión de los diferentes grupos de trabajo creados específicamente para repensar la educación es revolucionaria: hay que acabar con las materias.
Nada de matemáticas, física, historia o literatura. Si se aprueba el nuevo plan de estudios, los jóvenes y niños tendrán que estudiar 'temas', ‘situaciones’ o ‘eventos’. Por ejemplo, una materia podría ser la Unión Europea, y en ella se tendrían que hablar de economía, de historia, o de política, pero en vez de ser temas estáticos, se relacionarían los unos con los otros.
Cambios
Los mayores de 16 años ya están estudiando de esta forma y no tienen que aprender matemáticas o literatura. Por supuesto, ellos ya tienen la base, porque ya la han dado en cursos anteriores. El desafío está en adaptar ese sistema a todas las edades.
Pasi Silander, jefe del departamento de Desarrollo Educativo de la ciudad de Helsinki, explica al medio inglés The Independent que lo que se busca es un tipo diferente de educación que prepare a los niños para el trabajo del mañana. "En el pasado, los bancos necesitaban muchos contadores que tuvieran que realizar muchos cálculos. Pero ahora la situación ha cambiado: los más pequeños ya usan computadores muy avanzados capaces de realizar esas operaciones, así que tenemos que cambiar para adaptarnos a la sociedad”, razona.
Además de este tipo de enseñanza por ‘temas’, la revolución escolar también se va a centrar en erradicar por completo la figura del profesor que da la clase y que no permite a los alumnos participar. Se va a potenciar que los jóvenes se dividan en grupos y afronten problemas ellos solos, poniéndose de acuerdo y potenciando así sus habilidades comunicativas y de trabajo en grupo.
Del lado de los profesores
Pero todos estos cambios no están siendo fáciles. Muchos profesores educados a la antigua dudan de que la falta de teoría y el exceso de práctica sean beneficiosos para los alumnos. Pero parece que se van a tener que adaptar al cambio. Actualmente, los colegios están obligados a dar algunos ‘temas’ a lo largo del año, estructurados de esta nueva manera y no como asignaturas.
Otro cambio que podría traer esta nueva ola es el fenómeno del denominado coprofesorado: dos docentes en el aula explicando un mismo ‘tema’, para enriquecer la clase. Marjo Kyllonen, el responsable de cambiar la educación en la ciudad de Helsinki, revela que para 2020 espera que en todo el país se hayan implementado estas nuevas formas. “Ahora hay algunos colegios que enseñan como si todavía estuviéramos a principios del siglo XX, es hora de saltar de lleno al siglo XXI”.

Ken Robinson Creatividad y la imaginación



domingo, 5 de abril de 2015

MONOR Victor Brossa y Sergio Manuel Pop PROYECTO SYNEIDESIS




Códigos familiares que nos impide ser lo que somos


 http://www.creadess.org/index.php/informate/desarrollo-humano1/el-mundo-de-las-emociones/32972-codigos-familiares-que-nos-impide-ser-lo-que-somos
 
Códigos familiares que nos impide ser lo que somos Son una especie de “códigos” que están situados en lo más profundo de nuestras mentes en forma de creencias y de todo tipo de inhibiciones que nos paralizan. Cuenta Marianne Costa que en un momento de su vida escribió en un papel de pergamino:
 “soy una fracasada”. Después lo firmó con una gota de su sangre y lo enterró. En ese lugar plantó una bella flor y empezó a diseñar su realidad liberada de esa maldición. (Es un acto psicomágico, donde nos liberamos de esos códigos que recibimos de nuestra familia) Un contrato es un acuerdo entre dos partes que se comprometen a dar algo y a recibir algo a cambio. Pero no todos los contratos están sobre papel, ni siquiera son verbalizados, ni tampoco todos están en el plano de la consciencia. Más aún, como en el caso del nombre, hay contratos que aceptamos en desigualdad de condiciones porque se “sellan” en la más tierna infancia: el niño intuye que el incumplimiento implica no ser querido, lo que significa la muerte. Nuestro cerebro más primitivo nos dicta la orden de obedecer cuando la amenaza es ser expulsado del clan.
Estos contratos pueden afectar a nuestros cuatro egos: Ejemplos de contratos intelectuales: Muchas de las creencias que tenemos son contratos que mantenemos con nuestro árbol genealógico, ideas que se nos han transmitido desde nuestros bisabuelos y que no podemos cuestionar. (Debemos deshacernos de cualquier creencia que no sea bella y útil) a) “Serás abogado, como los hombres de provecho de esta familia”
(En árboles donde el artista es considerado como un muerto de hambre, que en realidad no sabe hacer nada) b) “En esta casa se habla cristiano” (No me salgas con querer estudiar lenguas…sólo hay que hablar una lengua: la materna) c) “Eres torpe como tu madre” (Una profecía que actúa como una maldición que acaba cumpliéndose) d) “En la vida debemos dejar las cosas igual que nos las hemos encontrado”
(Señal de que el árbol se ha estancado…) e) “Un hijo nunca debe superar a un padre” (Una locura absoluta que se conecta con la neurosis de fracaso) Los contratos intelectuales son como las “ideas irracionales” que describe Albert Ellis, raíces de nuestras emociones perturbadas y comportamientos desajustados. La psicogenealogía conecta con su famosa y en muchos casos efectiva RET (Terapia Racional Emotiva),
en el sentido que la familia configura un esquema de creencias tóxicas que nosotros adoptamos por lealtad a ella y que se mueven en cuatro ejes fundamentales: *Si no tienes lo que necesitas, te mueres. (“Si mi novio me deja, me muero”) La herencia tóxica es confundir la necesidad con el deseo. Si no tienes alimento, te mueres, pero si deseas a tu novio y no lo tienes, sigues viviendo… *Esto es horrible (“Es horrible que tenga que cancelar mis vacaciones”)
Se juzga en exceso. No hay nada categóricamente malo o bueno. Hay hechos que nos causan más o menos dolor. Si ordenamos los hechos dolorosos de 0 a 10 y en el 10 ponemos la muerte de un ser querido, ¿cómo valoraremos cancelar una vacaciones? *No lo soporto (“No soporto la soledad”)
Hay situaciones que matan, son insoportables. Creer que algo es el límite entre la vida y la muerte nos hace sentirnos agonizantes cada vez que eso sucede. Eso lleva a preferir un desastre de relación amorosa, la soledad está prohibida por el árbol, porque es acercarse a la muerte. *Si sucede algo malo es que hay un culpable y tiene que ser condenado.
La familia nos enseña a juzgar y buscar culpables en los que descargar la responsabilidad de lo que pase, o a culparnos a nosotros mismos. Los acontecimientos no son una confluencia de factores, nada tiene una única causa. Si nos sentimos culpables de algo, la mejor medicina es una fórmula con tres elementos: la aceptación, la reparación y el aprendizaje de lo sucedido para evitar en lo posible repetir el mismo error en el futuro. Ejemplos de contratos emocionales: Suelen venir en formato de inhibiciones emocionales. Muy asociados a los niveles de consciencia infantiles… a) “No crezcas”
(Si se hace mayor un día abandonará a sus padres. Esta orden lo mantendrá con una edad emocional de 10 años para el resto de su vida) b) “Aquí somos del Madrid” (Desde el primer mes de vida el niño es socio del club. Cuando crece no tiene alternativa, si no le gusta el fútbol o no es madridista, será considerado un traidor o un enfermo) c) “No seas tonto y no te hagas novia”
(Quédate con la madre…ella no te defraudará) e) La pareja es para toda la vida
(Nadie se ha divorciado jamás, en nuestra familia todos somos muy católicos) Los contratos emocionales nos atan con fuerza al pasado y fomentan las relaciones basadas en la dependencia emocional. Disolver estos contratos es abrir al fin la puerta a la libertad de amar con un nivel de consciencia superior. Ejemplos de contratos libidinales: Aquí están todas las inhibiciones creativas y sexuales
a) “El teatro-la pintura-la música, son una pérdida de tiempo”
(Es como decir que no debes dedicarte a cosas que no son de provecho…) b) “Esta relación no te conviene”
(Podríamos preguntarnos: ¿a quién no le conviene en realidad?) c) “Te casarás a los 25 años y a los 26 llegará la única hija”
Este podría ser un contrato inconsciente que se repite de generación en generación. Un proyecto que el árbol tiene para nosotros d)”La mujer que expresa deseo sexual es una fulana”
(Si el sexo de la mujer es sólo un instrumento de procreación, se le prohíbe gozar con su energía libidinal y a la postre de la creación y de la vida). La prohibición de la homosexualidad y de prácticas sexuales no existentes en el repertorio del árbol,
también son contratos que al incumplirlos nos bloquean la libido o nos sentimos culpables y merecedores de castigos si “nos salimos del tiesto”. Ejemplos de contratos materiales-corporales-económicos: Las inhibiciones económicas. Es necesario que encontremos los elementos que permitan separarnos de la violencia, del miedo y de la culpabilidad… a) “Eres idéntico a tu abuelo” (Y con ello uno de los linajes toma posesión del hijo) b) “No toques los botones que los romperás”
(Cuando no te dejan tocar nada es porque no tienes espacio) c) “El dinero es el pecado” (Si nos hacen creer que el dinero es sucio, nos generará mucha culpabilidad ganarlo) d) “El que arriesga pierde”, “Más vale pájaro en mano que ciento volando”, “Más vale malo conocido que bueno por conocer”… (Salir del territorio es una deslealtad imperdonable y tenemos un miedo ancestral a no volver a ser admitidos en el clan).
Todo esto insta a acomodarse con una pareja que ya no aporta nada, un trabajo insatisfactorio, una casa que no es un hogar y también a una ciudad, un banco, un grupo de amigos etc. Instalados en un territorio para siempre, porque nos han enseñado que arriesgarse es perderlo todo, en lugar de impulsarnos a seguir nuestros deseos como sabio camino de transformación. Los contratos se cumplen por lealtad, pero también por temor a las consecuencias. Digamos que hay un miedo a ser castigados, a que se cumplan esas predicciones (maldiciones):
“Si te divorcias, te mirarán mal”, “si te haces artista, vivirás en la pobreza”. Un acto psicomágico para sanar este tipo de miedo al incumplimiento a lo que los padres ordenaron, consistiría en realizar metafóricamente la predicción, escenificándola delante de ellos. Alejandro Jodorowsky nos dice en sus 10 recetas para ser feliz, “no hay alivio mas grande que comenzar a ser lo que en realidad somos. Desde la infancia nos imponen destinos ajenos. Es conveniente recordar que no estamos en el mundo para realizar los sueños de nuestros padres, sino los propios.

aulas con sofás y sin asignaturas


http://www.abc.es/familia-educacion/20150314/abci-colegio-jesuitas-sinaulas-201503101346.html#.VR-bot_JzUw.facebook

Educación / Nuevas Tendencias Educativas

Colegios jesuitas de Cataluña abren aulas con sofás y sin asignaturas


Proponen un cambio radical en la forma de enseñar: sin exámentes, ni deberes para casa

«Los alumnos son los protagonistas». «Construiremos el proyecto vital de cada uno». «Aprenderemos a descubrir, a saber». «Descubriremos la fuerza del trabajo en equipo». «Cada alumno, sin excepción, tiene un talento único. Solo hay que encontrar y abrir». «Trabajaremos para que seas la brújula de tu aprendizaje». «Juntos sacaremos lo mejor que llevas dentro». Estas no son frases hechas ni banales en los colegios jesuitas de Cataluña, que este curso han iniciado un proyecto revolucionario para enseñar a sus alumnos. En las aulas hay sofás para leer; los estudiantes deciden cuándo salir al patio; comienzan la jornada con 20 minutos de reflexión para plantearse los retos de ese día; no existen los exámenes tradicionales, ni deberes para casa; los despachos de los tutores están integrados en el aula y son totalmente transparentes; no hay asignaturas compartimentadas...
El «Horizonte 2020», como se conoce este proyecto, pretende crear la escuela del futuro. «Y eso requiere un cambio radical», explica el director general adjunto de la Fundació Jesuïtes Educació, Josep Menéndez. Un cambio sobre el que llevan años trabajando, desde 2009. «Nos dimos cuenta —explica Menéndez— de que los alumnos van a la escuela pero no aprenden para vivir en un mundo incierto y cambiante como el que les espera. Necesitan habilidades y competencias para formar su proyecto vital, ser más protagonistas en su proceso de aprendizaje. Seis horas al día sentado de manera disciplinada mirando al profesor no lo aguanta ni un adulto».

Espacios oxigenados

A partir de ahí año tras año han consultando a los alumnos, profesores, padres, a políticos, a la empresa, al ámbito de la educación pública y concertada, a la iglesia... Más de 12.000 personas han participado aportando 56.832 ideas. Hoy muchas plasmadas en las aulas. «Los alumnos nos pedían aulas de colores —indica Menéndez— y con sofás donde leer y estudiar, como en casa. Espacios más cómodos, naturales, agradables y oxigenados. Para ello hemos unido dos clases, tirado el tabique que las separaba y ampliado el espacio siempre que se podía. Ahora, tenemos grupos de 60 alumnos guiados por tres profesores la mayor parte de las veces».
De los ocho colegios jesuitas de Cataluña, seis ya han comenzado a implementar este nuevo sistema. Se hará de forma gradual. De momento, han empezado en los cursos de 1º de ESO, 5º de Primaria y para los niños de tres años, la nueva generación. Según Menéndez, «en 5º y 6º de Primaria y 1º y 2º de ESO es donde la desconexión de los alumnos provoca más daños escolares (fracaso escolar, menor rendimiento...) y mayor desorientación. Empiezan a aburrirse, el profesor ya no les deslumbra, el cole les empieza a cansar por la reiteración, porque no se atienden los ritmos de aprendizaje de cada uno, porque falta orientación para aprender haciendo cosas... Hemos empezado por estos cursos porque queremos impactar en esta etapa educativa».
Muchos se llevarán las manos a la cabeza al comprobar que en el proyecto no hay cabida para asignaturas compartimentadas, es decir, de 9 a 10 horas Lengua, de 10 a 11 Matemáticas... «Se trabaja por proyectos —matiza Menéndez—. Por ejemplo, un grupo organizó un congreso de meteorología, como si ellos fueran meteorólogos, y trabajaron competencias de Lengua, Matemáticas, Ciencias, Inglés... De esta forma, ellos deciden cuando salir al patio, porque quizá decidan retrasarlo para terminar una tarea. Claro que cuando es necesario también hay clases magistrales. Pueden ser de 20 minutos, y a través de internet, para explicar una raíz cuadrada o el Teorema de Pitágoras».

No hay notas

Tampoco hay notas. Los padres reciben información del progreso del alumno por evaluación. «Explicamos si tiene que mejorar en alguna competencia, si avanza o no. Luego con unos algoritmos realizamos una calificación al final de curso que entregamos en un boletín como exige la ley», dice Menéndez.
En seis meses el proyecto ha dado ya sus frutos. «Nos hemos quedado impresionados con el cambio —asegura Menéndez—.El cambio de actitud y predisposición al aprendizaje de los alumnos es espectacular. Son más conscientes de su responsabilidad en su aprendizaje y vienen más contentos».

miércoles, 1 de abril de 2015

Hipersexualización de las niñas

 http://www.mujeresparalasalud.org/spip.php?article425&var_mode=calcul

Esta noticia está viva. Este tema nos preocupa especialmente y hay que denunciarlo cada día. Cuando nos llegan nuevos artículos los vamos añadiendo. La sexualización infantil es una forma de violencia de género contra las niñas que está muy normalizada y que pasa desapercibida demasiadas veces.

En los últimos tiempos estamos asistiendo, con gran preocupación a lo que parece responder a un nuevo patrón de exaltación de la sexualidad de las niñas: niñas presentadas en los medios como miniadultas, sexualmente excitantes, con preocupaciones y conversaciones sobre manicura, pedicura, tallas, bolsos, tacones y maquillaje.
En el artículo aparecido el sábado 14 de marzo de 2015 en el diario El Mundo, Las niñas objeto, la presidenta de AMS Soledad Muruaga opina sobre las terribles consecuencias para el desarrollo de las niñas.

Este patrón responde sin duda a necesidades del mercado de consumo. Como dice la terapeuta Elena Mayorga hoy en día, los niños y, sobre todo, las niñas están siendo utilizadas y “sexualizadas” como medio para vendernos a los adultos y a ellas mismas, todo tipo de productos, desde sopas y coches, hasta muñecas, videojuegos, ropa, joyas y casas. Se está exponiendo a nuestros hijos y sobre todo a nuestras hijas como “mercancía sexual” y eso en un mundo donde los abusos a menores aún es moneda común en muchos lugares, es un hecho extremadamente grave y peligroso.
Además este patrón de hipersexualización de las niñas responde a otras necesidades e intereses. Como denuncia la psicóloga Olga Carmona "Las niñas van asumiendo con naturalidad perversa su condición de objetos sexuales". Así, se desarrollan mujeres frágiles, extremadamente vulnerables, inmersas en una batalla constante consigo mismas, de la cual es imposible que salgan victoriosas.

Esto tiene graves consecuencias en la vida, la salud y la autoestima de las niñas y adolescentes: indirectamente, este patrón de hipersexualización en las niñas podría estar relacionado con la aparición trastornos de la conducta alimentaria durante la adolescencia. El modelo de extrema delgadez que se impone como meta incita a las adolescentes a tratar de alcanzarlo poniendo en riesgo su salud.
Por otro lado, esta hipersexualización hace que se infravaloren social y personalmente el resto de ámbitos que componen la identidad femenina, lo cual conlleva a que las mujeres inviertan menos energía en el desarrollo de otras facetas de su ser para poder dedicar todo su esfuerzo a cultivar su imagen corporal. De esta manera, quedan mermadas o poco desarrolladas otras capacidades importantes de las mujeres, más relacionadas con lo mental y espiritual que con lo físico.

Spa y salones de belleza infantil: manicura, pedicura, maquillaje, peinados... para que las niñas pueden sentirse princesas, o alimentar su sueño de "vivir en un castillo"...


También nos preocupan los cada vez más frecuentes mundos virtuales para niñas, donde se presenta una famosa forma de ser mujer, un “modelo de éxito” construido en base a una representación estereotipada de lo femenino, presentada a través de imágenes de niñas ligadas a la moda, el hogar, lo rosa, la imagen, la frivolidad..."

Solemos responsabilizar del problema a la publicidad, la industria de la moda y los juguetes, el cine y la televisión, etc. Es cierto que los medios de comunicación tienen un papel fundamental en la difusión de estereotipos dañinos pero además no queremos dejar de llamar la atención acerca del papel de los padres y las madres en el impacto que tiene este patrón de hipersexualización en el desarrollo personal de sus hijas. Como dice la psicóloga Mónica Serrano, es fundamental que las madres sean conscientes de que ellas son el principal modelo femenino de sus hijas y que si ellas se liberan del patrón de hipersexualización, estarán liberando también a sus hijas.
Del mismo modo, el papel de los padres, como figura masculina de referencia, también es fundamental. La forma de valoración del padre a las mujeres es captada por las niñas como modelo de valoración del sexo opuesto en general.
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