viernes, 28 de diciembre de 2012

SOMOS AGUA

Artes del agua


ARTES DEL AGUA
“El agua habla sin cesar
y nunca se repite” Octavio Paz

El adagio de todas las alfaguaras; los menudos murmullos del primer borbollón; el ritmo de las fuentes; las estrofas afluentes que conforman el gran poema que es un curso fluvial; las aflautadas curvas que alargan los caminos del río; el pizzicato del agua ligera que le hace amores a la tierra; la brisa poniéndole la carne de gallina a los espejos líquidos... Incluso ese eterno ser espejo que todo lo duplica aunque no queramos. Casi todo lo que empapa el agua de propiedades y destrezas únicas en el Universo, consigue que nos acordemos del arte que precede a la creatividad humana.
El agua nos empapa emocionalmente con tal intensidad que compensa nuestro torpe intentar atraparla y describirla.
Como el mismo Goethe comprendió, acaso mejor que nadie, esa transparencia que fluye es una fuerza creadora, la mayor, la más segura y constante, la más alegre y fiel...
El agua deja tras de si la mejor estela, porque vivifica a la vivacidad. Es arte su estar y su irse. Sus colores y sus esculturas, su dar forma a lo viviente y su capacidad de disolución hasta de lo más quieto y duro. Pero no deja de mantener intensas relaciones con lo más abstracto como es la palabra y, sobre todo, la música.
Sonoramente nuestra es también el agua. Todos los asomos al primer fluido resultan musicales, incluso melodiosos. Pero tampoco son ajenos a la emoción escuchada esas briosas zancadas del torrente; la turbamulta de los rápidos; el estruendo de las cascadas.
El agua siempre estremece los tímpanos y hace tiritar a las emociones.
Sonar ya es un fluir y no se fluye sin sonido. Hay pues un río inmenso por dentro de la historia de la música: el arte más transparente.
Tampoco miente la poesía al beber, no poca de su pasión, de la discreta claridad de los veneros. Por eso podemos calificarla como la segunda creatividad humana más acuática. De hecho, y de la misma forma que nada puede abarcar la inmensidad de lo logrado por la vida, siempre con agua, tampoco llegaremos a mucho más que un atisbo de lo inspirado por el elemento líquido a lo musical y a lo poético. He aquí un coherente repertorio de algunos de los mejores instantes en que el arte del agua y de los humanos confluyó.
En cualquier caso, al honor y a la coherencia de cantar a lo ilimitado, desde la manifiesta pequeñez de esta compilación, queremos sumarnos al elogio ancestral e ininterrumpido que las artes de la música, la palabra y la caligrafía han compartido con la primera materia prima de lo viviente. Sin olvidar que nuestra mente es poco más que agua que recuerda, proyecta y, cuando no naufraga, se emociona.

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