V.B. Anglada ~ La Sensibilidad. I
Vicente.
— Quisiera remarcar lo que siempre he dicho al empezar nuestras
conversaciones esotéricas y es, que todo cuanto se diga aquí deben
aceptarlo sólo y únicamente como una hipótesis mental, dentro del
extenso trabajo mental de la mente. Aceptando solamente aquello que su
razón les asegure que es realmente asequible a ustedes y pueden
aceptarlo libremente, o bien, entrar en la suspensión de una duda
inteligente y, en el bien entendido caso, de que estamos inmersos dentro
de un océano de luz, de vibración y de energía, del cual solamente
tenemos pequeñas nociones. Por tanto, todo cuanto se vaya diciendo, ya
que esto es como un preámbulo que se va a terminar, que sea solamente un
culto a la verdad y un culto al buen juicio.
El tema que he
elegido hoy para discutir con ustedes o para conversar con ustedes es:
Sensibilidad. Sensibilidad, es un término vago que se presta a muchas
interpretaciones, por cuanto todo ser humano es sensible y, extremando
todavía más la idea, toda la naturaleza es sensible. Solamente es el
grado de sensibilidad a la vida lo que caracteriza al hombre superior
del hombre corriente. Así que todo el aspecto fundamental o estructural,
de la idea implícita en el término sensibilidad, es sensibilidad a la
vida. Y me pregunto: ¿Qué es lo que ustedes piensan de sí mismos en el
aspecto sensibilidad?, lo cual implica el reconocimiento de que ustedes
son sensibles predominantemente en un definido nivel de conciencia. Una
idea que puede extenderse desde el nivel de las meras sensaciones hasta
las más elevadas cualidades de integridad y de belleza.
¿Quién
puede decir el grado de sensibilidad que tienen cada uno de ustedes?
Solamente ustedes pueden interpretarse a sí mismos, solamente ustedes
pueden saber donde está ubicada su sensibilidad y, saber, de una manera
real, concreta y definida, si son sensibles a las cosas, si son
sensibles a las personas o, si son sensibles a Dios, entendiendo por
Dios el aspecto superior de cada uno de ustedes. Ésta es la pregunta
fundamental que debe presidir todo el tiempo que dure esta conversación.
En el buen entendido, que si apreciamos con justicia y claridad el
nivel en donde desarrollamos nuestras actividades sensibles, estaremos
de hecho autoreconociéndonos y profundamente poniéndonos en contacto con
la verdad que en nuestro corazón tiene su morada.
Así que, si la
persona deduce que es sensible a las cosas, automáticamente quiere
significar que ha educido un aspecto intelectual de la vida y, que toda
su programática o informática interior, va dirigido a una acumulación de
cosas, a una acumulación de conocimientos, lo cual puede ser contrario
al establecimiento de la verdad. Puede ser también, siempre dentro de
este proceso de autoreconocimiento en sensibilidad, que ustedes son
sensibles a las personas, lo cual significa que están desarrollando
dentro de su corazón aquello que definimos como magnetismo atractivo o,
bien, un aspecto más concreto, el aspecto amor, que es el máximo aspecto
de sensibilidad a la vida. Puede ser también, que habiendo trascendido,
en parte, el aspecto formal que nos presta el conocimiento de las cosas
o que hayamos trascendido los afectos sensibles que crean los apegos y
que crean las situaciones conflictivas en el plano emocional, que
hayamos dirigido la mente hacia los aspectos superiores de nosotros
mismos, lo cual puede significar que estén en contacto con la verdad,
hasta allí donde ustedes puedan concebirla y actualizarla; porque
concebir y actualizar son términos que deben ser sinónimos, no se puede
mover una pieza de un tablero inmenso de la vida sin mover por simpatía
todas las demás piezas.
Por lo tanto, si somos sensibles en los
niveles superiores, si vemos la vida desde esta atalaya inmensa, este
antakarana eterno desde el cual la vida aparece de una manera total y
sintética como la obra de la Divinidad y, reconociéndonos y, ubicándonos
por este reconocimiento, dentro de un definido estrato social y, desde
allí empecemos a trabajar en bien de las mejoras sociales, en bien de
los demás, seguramente que habremos cumplido con la misión que tiene el
hombre en la existencia en el aspecto de sensibilidad. Ser sensibles a
los hombres inspirados por el espíritu, digamos, de síntesis, o espíritu
de Dios en nosotros. Significa que no podremos descender a las cosas
con el mismo espíritu de antaño, sino que deberemos triunfar de las
cosas por la infusión de ese espíritu en cada uno de nuestros
pensamientos, de nuestras emociones y de nuestros actos. Esto lleva
ahora a considerar los dos aspectos de sensibilidad más conocidos
actualmente, que son la sensibilidad a las cosas que crean sensaciones y
la sensibilidad hacia el mundo psíquico, hacia el mundo de los poderes
supra normales, que son desconocidos para la mayoría pero que
constituyen una parte considerable de la humanidad de nuestros días; y
esto lo vemos por doquier, que la problemática humana, o sea, la
sensibilidad hacia el arquetipo superior, que es, en definitiva, el que
debe crear las situaciones kármicas en nuestra vida, y ya no el apego
por las cosas circundantes o el apego por las personas, vemos que la
sensibilidad pasa del mundo psíquico automáticamente al mundo mental
superior, en donde las cosas aparecen bajo una dimensión completamente
distinta a la habitual o, a la que corrientemente utilizamos.
Quiere
significar que a la sensibilidad debe llegarse y que debemos programar
toda nuestra vida bajo otras direcciones, solamente quiero significar
que, a medida, que avancemos por la vida cosechando la experiencia de
todos los actos, de todas las emociones y de todos los pensamientos, nos
encontraremos un día delante de una puerta inmensa a la cual deberemos
llamar para ver qué es lo que hay en el interior.
Llegados a este
punto, vemos que muchas de las cosas que hasta aquí hemos considerado
interesantes fallan por su base por no constituir una parte integrante
de nuestra personalidad superior, habida cuenta de que es la
personalidad superior la que tenemos que desarrollar y actualizar en el
mundo de relaciones humanas. Bajo este punto de vista, podemos decir,
que todos los intentos de las escuelas esotéricas de todos los tiempos,
las escuelas filosóficas, las escuelas de yoga, las escuelas de
meditación bajo distintas denominaciones, están empezando a trabajar con
energía mental de alta sutilidad, lo cual quiere significar, también,
que el mundo en su totalidad está escapando de las redes de las
ilusiones del mundo mental, de los espejismos del mundo astral y, del
maya de los sentidos; entonces, toda la programática o el programa del
Creador para nosotros, los seres humanos, es la de adquirir el
suficiente equilibrio en nuestra vida particular para poder reflejar en
todos los momentos la gloria de Dios. Ahí, en este punto, casi podemos
decir que hemos llegado en un intento de colocar la sensibilidad del
hombre frente a frente ante su propio arquetipo espiritual, entendiendo
que lo que estamos realmente haciendo es andar hacia el arquetipo que
desde el principio de los tiempos se está agitando gozoso en la Mente de
Dios.
Un arquetipo para cada reino de la naturaleza, un
arquetipo para cada plano de evolución, un arquetipo para cada raza
humana, un arquetipo para cada subraza, un arquetipo para cada ser
humano. De ahí viene que cada persona tiene el deber kármico de reflejar
en su vida, en su pensamiento, en sus emociones, en su relación con los
demás, ese arquetipo que está intuyendo allá en lo profundo de su
corazón. Yo, a este contacto del hombre con su arquetipo superior lo
denomino: sensibilidad. Lo demás es un andar en pos de la sensibilidad.
Hasta aquí hemos creado conflictos por el apego, o sea, en el campo de
los sentidos, en el campo del psiquismo, en el campo fluctuante
constantemente de las emociones o, en los niveles intelectuales de la
mente. Al llegar a este punto, la problemática encuentra su vía completa
de solución, entonces, empezamos como seres humanos a reflejar en
tiempo y espacio la gloria divina. Hasta aquí hemos llegado en el
proceso de invocación constante de sensibilidad, cuando adquirimos la
sensibilidad, cuando estamos en contacto con un arquetipo, el arquetipo
diseñado para cada cual a través del tiempo, entonces, se produce un
hecho insólito en la naturaleza del hombre, que obliga a cambiar
fundamental y radicalmente para siempre, entra, como esotéricamente se
dice, en la gran corriente de Vida Divina, entonces, todo cuanto ve
desde esta elevada atalaya, todo cuanto puede concebir su imaginación y
todo cuanto realiza en el mundo de relaciones, es correcto.
Esto
nos lleva también a la pregunta que se me hizo la otra vez, sobre el
papel que juega el libre albedrío del hombre en la búsqueda de su propia
sensibilidad, habida cuenta de que llegado el ser humano a cierto
punto, cuando está invocando constantemente la gloria de Dios en su
vida, está perdiendo la capacidad del libre albedrío. Esto parece un
sacrilegio, porque todos estamos habituados a trabajar, a crear a través
del libre albedrío, pero, es que el libre albedrío, analizado
fundamentalmente desde un punto de vista de verdad intuitiva, aparece
como una división dentro de la mente o dentro del corazón que nos hace
propicios a elegir una cosa en vez de otra o, un grupo de cosas en vez
de otro grupo de cosas, que hace que elijamos nuestros amigos, que
elijamos la familia, nuestro trabajo, profesión, etc., etc., lo cual, en
el fondo, si lo analizamos desde un punto de vista intuitivo, aparece
como una negación de la vida espiritual, que es unidad, porque
analizando el asunto más críticamente, sin perder el punto de vista de
sensibilidad espiritual, vemos que solamente puede actualizar la verdad
la mente de aquel hombre que por haber realizado un arquetipo en su
vida, ha perdido la capacidad de libre albedrío, o sea, la capacidad de
elegir entre una o más cosas; se sobreentiende que el hombre que ha
alcanzado la verdad no está sujeto a opción entre la verdad y la
mentira, sino que habiendo alcanzado la verdad siempre actuará en
verdad, en espíritu y en vida y, por tanto, está su problemática más
allá de las lindes del tiempo, más allá de los senderos ilusorios, más
allá del maya de los sentidos, de los espejismos astrales y de las
ilusiones del mundo mental.
También implica una grave
responsabilidad para el hombre que ha entrado en la corriente y no es
capaz de mantenerse allí; éste es el conflicto de los místicos, que
después de haber desguarnecido su mente porque buscaban esta capacidad
en el libre albedrío, se encontraron presos en un dilema porque no
estaban preparados todavía para afrontar el secreto de la propia
soledad, de la unidad o, síntesis interior, que ha de producir el hombre
perfecto. Entonces, (se orienta) todo el estímulo de la vida, que está
buscando una realidad en todas las cosas, y así debe ser, porque para
reconocer a otros como hermanos tiene que haber desaparecido de la mente
la sensación de dualidad, la sensación de sujeto y objeto, la sensación
de tú y yo o, de mío o de tuyo, para entrar en un proceso de alta
selectividad que es el principio de lo que técnicamente llamamos:
iniciación. La iniciación es una palabra que parece asustar a muchas
personas, pero está dentro de un proceso de selectividad de conciencia y
está en este proceso de evaporación de las tendencias inferiores y
ascendiendo constantemente buscando la réplica divina al desafío humano.
Llegados a este punto, vemos que la iniciación es general,
habida cuenta que cada día estamos cambiando constantemente de
conciencia, cada día adquirimos un nuevo valor cualitativo y cada día
nos acercamos un poco más a la cualidad de unidad o de síntesis.
Así
que hay motivos, pese a la aparente disconformidad de lo que nos rodea,
a pesar de las luchas, de los conflictos de las naciones, (para) que
sepamos al menos que dentro del corazón podemos encontrar aquella razón
de ser que no admite lucha ni conflicto, es la única manera de que
socialmente podamos constituir un bloque de verdad que pueda por su
magnetismo inspirar verdad a los demás, y hacer que esta verdad
compartida se convierta en la síntesis habitual como una especie de
catecismo del ciudadano, como se nos daba anteriormente en las escuelas.
Será bonito realmente, cuando en las escuelas del futuro se programen
los hechos fundamentales del cristianismo o del budismo o de cualquier
religión de síntesis, enseñando los misterios en vez de doctrinas y, una
gran parte de los esfuerzos de los educandos será destinado a la
meditación, a encontrarse a sí mismo. Es decir, vayamos al principio de
todo, a la sensibilidad, a educar la sensibilidad a la vida, ya no a la
sensibilidad a las cosas, a la sensibilidad a las personas, sino que
todo será una sensibilidad hacia adentro, que es una manera —habida
cuenta de que el hombre es una representación exacta de la divinidad— de
que Dios se manifieste a través él de una manera realmente fraternal.
La
palabra fraternidad ha perdido calidad al correr de los tiempos, lo
mismo pasa con la palabra amor o con la palabra solidaridad, porque han
quedado reducidos a simples términos descriptivos, porque han perdido la
lozanía, la sutilidad de la verdadera sensibilidad. Yo creo que todas
las personas que asisten a estas conversaciones, por el silencio que se
desprende de su aura, por la atención con que están escuchando las cosas
de sensibilidad, están creando un ambiente radio-magnético —si me
permiten esta expresión— a su alrededor, que es lo que Cristo denominó
la Sal de la Tierra. Cada uno de nosotros puede representar esta sal;
igual que la levadura, que con un poquito de levadura se hace montar una
gran masa de harina. Cada uno de nosotros, los que asistimos aquí, cada
vez que nos reunimos, cada vez que nos ponemos en contacto, educamos un
nuevo tipo de sensibilidad, aparentemente la mente no registra el
hecho, pero sí lo registra el corazón, que es la matriz de lo eterno.
Muchas veces se me dice: “Usted dice cosas que yo no comprendo, no acabo
de comprender”, yo le pregunto: “¿Usted ha estado atenta?” Si estaba
completamente atenta, entonces, yo le respondo: “Usted ha comprendido
bien”.
Porque cuando la persona está atenta a un principio de
sensibilidad, es porque la sensibilidad está en su corazón y, entonces,
registra vía el corazón el conocimiento que no puede captar con la
mente, y esto surge en cualquier momento del tiempo como una promesa de
nuevas cosas, estas cosas mejores a las cuales nos vamos aproximando. Y,
cuando se educa el ánimo en el silencio, cuando la mente empieza a
perder su resalte, sus relieves, sus ornamentos, podríamos decir, todo
cuanto la caracteriza como intelectual, encuentra que hay un hilo
sutilísimo de luz que va conectando el cerebro con el corazón y,
entonces, a la sensibilidad que ya hemos adquirido por derecho propio,
por el esfuerzo de las edades, de la experiencia y, del sufrimiento, se
une la conciencia. Cuando la sensibilidad y la conciencia se dan la
mano, entonces, surge un nuevo tipo de hombre dentro de la sociedad: es
la persona que controla la sensibilidad en todos sus niveles, ha
aprendido a hacer como los buenos artífices, ha dorado el ornamento de
tal manera, lo ha transfigurado tan sublimemente, que la gloria del
Verbo se puede revelar a través de esta estructura magnífica, esta
estructura que en lo que respecta al aspecto meramente físico está
tratando de revelar belleza, un equilibrio de funciones, una radiación
magnética de tipo natural y, (puesto) que en el mundo de las emociones, a
medida que la sensibilidad se va desapegando de las cosas, está
adquiriendo carta de naturaleza en el mundo espiritual, (entonces) vemos
que tiende por su propia gravedad hacia la educación del sentimiento
inefable de bondad en el aspecto superior de la mente; cuando han sido
trascendidos los pensamientos y las imágenes y la persona puede
comunicarse con los demás con intenciones, telepáticamente, podíamos
decir, (esto) es un buen síntoma porque esta mente está albergando la
verdad.
Teniendo, entonces, que lo que falta solamente en este
proceso es añadirle la cualidad de síntesis. Tenemos un cuerpo físico
sensible a… (corte de sonido)... que no esté tratando siempre
constantemente a la búsqueda de su propia sensibilidad y, cuando se
produce la ruptura de las paredes de un átomo por la efusión de energía
superior, se produce el misterio de la redención, entonces, el átomo que
hasta aquí era una cosa, se convierte en radioactivo por un proceso de
transmutación, y el mineral más denso se convierte en radiactividad, y
esto parece un poco vago y nebuloso, pero les ruego que continúen
ustedes indagando en ese sentido y verán que la sensibilidad
correspondiente al reino mineral es la radioactividad, precisamente.
En
el mundo vegetal ya es propiamente sensibilidad o, transformación de
energía que arranca del proceso de selectividad radioactiva del mundo
mineral para llevar el germen al mundo vegetal, el cual adquiere
caracteres ya de sensibilidad definida, como puede ser demostrado por la
cámara Kirlian, estos grandes científicos de la Unión Soviética. Es
decir, que el proceso de estructuración de los cálices para cada reino
de la naturaleza se verifica siguiendo el mismo orden que sigue el ser
humano cuando trata de incorporar dentro de sus vehículos físico,
emocional o mental, la gloria del arquetipo para el cual fue programado.
Y estamos tratando de programar un arquetipo que la mayor parte del
tiempo desconocemos, pero, que es una realidad por cuanto nos impulsa a
ascender constantemente, con dolor en el corazón a veces y, dejando
jirones de la personalidad en cada recodo del camino, vamos acercándonos
a esta Divinidad.
Entonces, queda hasta cierto punto claro que
cada ser humano, lo mismo que cada reino de la naturaleza o que cada
planeta dentro del universo, está siguiendo un proceso de sensibilidad
tratando de revelar un secreto determinado y persiguiendo un arquetipo
definido, que es precisamente el arquetipo manifestado a través de sus
estructurados y bien definidos cálices, teniendo en cuenta que cada uno
de nosotros es el cáliz que tiene que albergar el Verbo.
Yo creo
que, más o menos, el aspecto sensibilidad, tal como aparece ante mi
visión, ha sido hasta cierto punto comprendido, y no quisiera atraer más
la atención sobre este punto porque estoy seguro de que ustedes con sus
preguntas ahora, me permitirán ahondar algo más sobre la sensibilidad.
Quisiera que fuesen ustedes ahora los que preguntasen algo sobre esto
que acabamos de decir o, si alguna idea se les ha sugerido a través de
esta conversación o de este argumento.
Conferencia de Vicente Beltrán Anglada - En Barcelona, el 13 de Septiembre de 1975
Digitalizada por el Grupo de Transcripción de Conferencias (G.T.C.) 2 de Marzo de 2007
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