sábado, 28 de marzo de 2015

Krishnamurti ~ El temor; el responsable de la acumulacion de conocimiento.


Ustedes recordarán que hemos estado conversando acerca del temor. Ahora bien, ¿no es el temor el responsable de la acumulación de conocimiento?

Éste es un tema difícil, así que veamos si podemos examinarlo, considerémoslo muy cuidadosamente.

Los seres humanos acumulan el conocimiento y le rinden culto, no sólo el conocimiento científico sino también el así llamado conocimiento espiritual. Piensan que el conocimiento es de suma importancia en la vida, el conocimiento de lo que ha sucedido y de lo que va a suceder. Todo este proceso de acumular información, de rendir culto al conocimiento, ¿no surge de un trasfondo de temor? Tememos que sin el conocimiento estaríamos perdidos, que no sabríamos cómo conducimos. Así, leyendo lo que los sabios han dicho, mediante las creencias y experiencias de otras personas y también mediante nuestras propias experiencias, paulatinamente construimos un trasfondo de conocimiento que se vuelve tradición; y buscamos refugio detrás de esta tradición. Pensamos que este conocimiento o que esta tradición es esencial, y que sin eso estaríamos perdidos, no sabríamos qué hacer.

Ahora bien, cuando hablamos del conocimiento, ¿qué entendemos por esa palabra? ¿Qué es lo que "conocemos"? ¿Qué es lo que ustedes realmente conocen cuando llegan a considerar el conocimiento que han acumulado? En un cierto nivel, en la ciencia, en la ingeniería y demás, el conocimiento es importante, pero más allá de eso, ¿qué es lo que conocemos?

¿Han considerado alguna vez todo este proceso de acumular conocimientos? ¿Qué es lo que estudian, por qué dan exámenes? El conocimiento es necesario en un cierto nivel, ¿no es así? Sin un conocimiento de las matemáticas y de otras materias uno no podría ser ingeniero ni científico. La relación social está basada en tal conocimiento y sin él no podríamos ganamos la vida. Pero más allá de esta clase de conocimiento, ¿qué es lo que conocemos? Más allá de eso, ¿cuál es la naturaleza del conocimiento?

¿Qué queremos decir cuando afirmamos que el conocimiento es necesario para encontrar a Dios, o que el conocimiento es necesario para comprendemos a nosotros mismos, o que es indispensable para encontrar un camino a través de todas las agitaciones de la vida? En esos casos, entendemos el conocimiento como experiencia; ¿y qué es esta experiencia? ¿Qué es lo que conocemos mediante la experiencia? ¿Acaso este conocimiento no es utilizado por el ego, por el "yo" para fortalecerse a sí mismo?

Digamos, por ejemplo, que he logrado cierta posición social. Esta experiencia, con sus sentimientos de éxito, de prestigio, de poder, me da cierta sensación de seguridad, de bienestar. Así, el conocimiento de mí éxito, el conocimiento de que soy "alguien", de que tengo una posición, poder, refuerza el "yo", el ego, ¿no es así?

¿Han advertido lo inflados que están de conocimiento los pundits, y cómo el conocimiento da a los padres de ustedes, a sus maestros, la actitud de "yo he experimentado más que tú, yo sé y tú no sabes"? Así es como el conocimiento, que es meramente información, se convierte poco a poco en el sustento de la vanidad, en el alimento del ego, del .yo". Porque el ego no puede existir sin ésta u otra clase de dependencia parasitaria.

El científico usa su conocimiento para nutrir su vanidad, para sentir que es alguien, tal como lo hace el pundit.

Los maestros, los padres, los gurúes, todos quieren ser "alguien" en este mundo, de modo que utilizan el conocimiento como un medio para ese fin, para satisfacer ese deseo. Pero cuando uno mira detrás de sus palabras, ¿qué es lo que ellos conocen en realidad? Conocen solamente lo que contienen los libros o lo que han experimentado; y sus experiencias dependen del trasfondo de su condicionamiento. Al igual que ellos, casi todos nosotros estamos llenos de palabras, de información que llamamos conocimiento, y sin eso estamos perdidos; de modo que tras esta pantalla de palabras, de información, siempre está acechando el miedo.

Donde hay miedo no hay amor; y el conocimiento sin amor nos destruye. Eso es lo que está sucediendo en el mundo actualmente. Por ejemplo, ahora tenemos conocimiento suficiente para alimentar a todos los seres humanos del mundo; sabemos cómo alimentar, vestir y albergar a la humanidad, pero no lo hacemos porque estarnos divididos en grupos nacionalistas, cada cual con sus propias actividades egocéntricas. Si tuviéramos realmente el deseo de terminar con las guerras podríamos hacerlo, pero no tenemos ese deseo y es por la misma razón. De modo que el conocimiento sin amor se convierte en un medio de destrucción. Hasta que comprendamos esto, el pasar meramente los exámenes y alcanzar posiciones de prestigio y poder conduce inevitablemente al deterioro, a la corrupción, al lento marchitarse de la dignidad humana.

Es obviamente esencial poseer conocimientos en ciertos niveles, pero mucho más importante aún es ver cómo el conocimiento es utilizado egoístamente para fines de interés propio. Obsérvense a sí mismos y verán de qué modo la experiencia es empleada por la mente como un medio de expansión propia, como un medio para obtener prestigio y poder. Observen a los adultos y verán cómo anhelan posición y se aferran a su éxito.

Quieren construir una morada de seguridad para sí mismos, desean poder, prestigio, autoridad; y casi todos nosotros, de diversas maneras, vamos detrás de la misma cosa. No queremos ser nosotros mismos, cualquier cosa que seamos; queremos ser "alguien". Hay, ciertamente, una diferencia entre ser y desear ser. El deseo de ser o llegar a ser se continúa y se fortalece mediante el conocimiento, el cual es usado para el engrandecimiento propio.

Es importante para todos nosotros, a medida que vamos madurando, investigar estos problemas y comprenderlos, de modo que no respetemos a una persona meramente porque posee un título o una alta posición social o porque se supone que tiene muchísimos conocimientos. Realmente, conocemos muy poco.

Podemos haber leído muchos libros, pero muy pocos de nosotros tenemos experiencia directa de algo. Lo que tiene vital importancia es la experiencia directa de la realidad, de Dios; y para eso tiene que haber amor.



Extracto de: EL ARTE DE VIVIR - J. Krishnamurti

viernes, 27 de marzo de 2015

¿Castigo o Recompensa?

 Pues ninguno de los dos. Conversación con Alfie Kohn

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Tanto las recompensas como los castigos, dice el autor de Castigado con Recompensas Alfie Kohn, son formas de manipular el comportamiento que destruyen el potencial para el verdadero aprendizaje. Por contra, él aboga por facilitar un currículo estimulante y una atmósfera afectuosa “de forma que los niños puedan actuar desde su deseo natural de descubrimiento”.
Alfie, nosotros los educadores usamos bastante a menudo el castigo, pero hemos llegado a entender que no es una motivación muy efectiva. Nos han convencido que en su lugar es mucho mejor usar las recompensas. Sin embargo, ahora tú llegas y nos comentas que ésto también está mal, ¿por que?.
Primero, vamos a asegurarnos que estamos de acuerdo respecto a tu primera premisa, que es que el castigo es destructivo. Hay personas que parecen pensar que si le llaman “consecuencias” o añaden el modificador “lógico”, entonces está bien. “Consecuencias lógicas” es un ejemplo de lo que yo llamo “castigo suave”, una manera mas suave y gentil de hacer cosas a los niños en lugar de trabajar con ellos.
Una vez dicho esto, pasaré a hablar de las recompensas. Tanto las recompensas como los castigos son formas de manipular el comportamiento. Son dos maneras de hacer cosas a los estudiantes. Y en este sentido, todas las investigaciones que determinan que es contraproducente decir a los estudiantes “haz esto o esto es lo que te voy a hacer” tambien se aplican a “haz esto y tendrás aquello”. Ed Deci y Rich Ryan de la Universidad de Rochester tienen razón cuando llaman a las recompensas “control a través de la seducción”.
Y dices que las recompensas son tan indeseables como el castigo.
Debido a su carácter controlador, es probable que a la larga sean experimentadas como aversivas. La razón es que mientras que los estudiantes querrán obtener la golosina -la pizza o el dinero o la estrella de oro- nadie de nosotros disfruta cuando las cosas que deseamos se usan como instrumento para controlar nuestro comportamiento. Así que son las contingencias del beneficio -“haz esto y obtendrás aquello”- que justifican su estatus punitivo a la larga.
¿Estás diciendo que es así incluso para chicos que encuentran ciertas tareas gratificantes por si mismas?
Las recompensas son dañinas para el interés sobretodo cuando la tarea es ya de por sí intrínsecamente motivadora. Esto puede ser simplemente porque hay más interés que perder cuando se añaden elementos innecesarios; si estás haciendo algo aburrido, tu nivel de interés puede ya estar al nivel del suelo.
Sin embargo, esto no nos da derecho a tratar a los chicos como mascotas cuando la tarea no es interesante. En su lugar, necesitamos examinar la propia tarea, el contenido del currículo, para ver como puede hacerse más estimulante. E independientemente de lo que hagamos al respecto, uno de los descubrimientos más minuciosamente investigados en psicología social es que cuanto más recompensas a alguien por hacer algo, menos interés tenderá a tener en aquello sobre lo que se le recompensa.
En Castigado con Recompensas (Punished by Rewards) citas muchas investigaciones sobre estos aspectos. Dices que esto no es sólo tu opinión.
Exacto. Hay al menos 70 estudios que demuestran que motivadores externos -incluyendo los sobresalientes, a veces los halagos, y otras recompensas- no sólo son inefectivos a la larga, sino que también son contraproducentes respecto de las cosas que nos conciernen más: el deseo de aprender, el compromiso con los buenos valores, etc. Otro grupo de estudios demuestra que cuando se ofrecen recompensas a las personas por hacer una tarea que implica algún grado de resolución de problemas o creatividad -o por hacerla bien- tenderán a hacer un trabajo de más baja calidad que aquellos a los que no se les ofrece ninguna recompensa.
Esto parece totalmente contrario a nuestra experiencia de cada día. Todo el mundo está acostumbrado a recibir recompensas y a darlas. Como educadores, pensamos que es justo dar recompensas; los chicos que hacen las cosas bien merecen recompensas.
Lo que los chicos se merecen es un currículo estimulante y una atmósfera afectuosa de forma que puedan actuar según su deseo natural de descubrir cosas. Ningún chico merece ser manipulado con elementos extrínsecos para que cumpla con lo que quieren otros.
Es extraordinario cuantas veces los educadores usan la palabra “motivación” cuando lo que quieren decir es “cumplimiento”. Efectivamente, uno de los mitos fundamentales en este ámbito es que es posible motivar a alguien. Cuando sea que veas un artículo o un seminario llamado “Como Motivar a Tus Estudiantes”, te recomiendo que lo ignores. No puedes motivar a otra persona, así que enmarcar el asunto de esta forma garantiza el uso de herramientas de control.
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Además, la motivación es algo con lo que los estudiantes ya cuentan. No tienes que sobornar a un niño para que te enseñe que puede contar hasta cien millones o leer las señales de la autopista. Pero las investigaciones demuestran que hacia la mitad -o seguro hacia el final- de la escuela elemental, esta motivación intrínseca empieza a disminuir drásticamente -por una extraordinaria coincidencia, justo en el momento en el que entran en juego las notas.
Seguro que es poco realista esperar que todos los niños encuentren el currículo intrínsecamente motivador. ¿Hay algunas cosas sobre las que deben esforzarse, si?
A ver, un niño concreto puede estar más interesado en unas cosas que en otras, pero no estamos hablando de poner algo en la pizarra y esperar que los niños empiecen a saltar diciendo “¡no puedo esperar a aprender esto!”.
Una enseñanza habilidosa incluye facilitar el proceso por el cual los niños aprenden ideas complejas -y esas ideas, como John Dewey nos ha dicho- deben emerger esencialmente de los intereses y preocupaciones de la vida cotidiana de los chicos. “¿Cual es mayor, 5/7 ó 9/11?”. La respuesta correcta es: “¿A quien le importa?”. Sin embargo a los niños les importa mucho lo rápido que crecen. En ese contexto, las habilidades necesarias para averiguarlo devienen interesantes para la mayoría de chicos. “¿Cual es la diferencia entre un símil y una metáfora?”. La misma respuesta: pocos miembros de nuestra especie encontrarían esta distinción intrínsecamente motivadora -sin embargo los niños están muy interesados en escribir una historia sobre dinosaurios o sobre como se les llevó una nave espacial. En el contexto de una tarea que les importa a los estudiantes, las habilidades específicas que nos importan pueden enseñarse naturalmente sin halagos, sin juegos, y sobre todo sin ofrecer a los niños galletitas de perro por hacer lo que les decimos.
Déjame preguntar sobre los halagos, lo que es particularmente delicado, porque no es una recompensa tangible. ¿Si le digo a uno de los miembros de mi equipo que hizo un trabajo magnífico sobre algo, le estoy dando una recompensa?
Esta es una cuestión interesante, y desearía que más educadores la hicieran, independientemente de la respuesta.
El feedback positivo que se percibe como información no es en si mismo destructivo y realmente puede ser constructivo, desde un punto de vista educativo. Y el dar ánimos -ayudar a la gente a sentirse reconocidos de forma que su interés en la tarea se doble- no es malo. Sin embargo, la mayoría de halagos que se dan a los niños toman la forma de recompensas verbales, que pueden tener el mismo impacto destructivo que otras recompensas: es controlador, distorsiona la relación entre el adulto y el niño -y entre el niño y sus iguales- y debilita el interés en la propia tarea.
No es una coincidencia que los programas de disciplina coercitiva se basan en gran medida en obtener el cumplimiento por medio del uso abundante del halago. Un ejemplo típico es el profesor de escuela que dice: “Me gusta la forma en que Cecilia está sentada, tan linda y callada y preparada para trabajar”. Tengo muchas objeciones a estas prácticas.
¿Por qué?
Primero, el profesor no le hace ningún favor a Cecilia. Puedes imaginarte a algunos de los otros chicos que se acercan a ella después de clase y le dicen: “Doña “linda y tranquila” tonta”.
Segundo, el profesor ha convertido una experiencia de aprendizaje en una cuestión de triunfar. Ha introducido la competencia en el aula. Ahora es un concurso para ver quien es el niño más lindo, más tranquilo -y el resto, pierde.
Tercero, esta es una interacción esencialmente fraudulenta. El profesor hace ver que habla con Cecilia, pero en realidad la usa para manipular el comportamiento del resto en el aula -y esto simplemente no es una forma amable de tratar con seres humanos.
Cuarto, y posiblemente el más importante, te pido que reflexiones sobre cual es la palabra más importante en esa expresión. Creo que es “yo”. Incluso si esta práctica funciona, sólo ha servido para que Cecilia y los otros chicos estén preocupados por lo que “yo” les pido, independientemente de las razones que tengo o no para pedírselo. Cecilia no ha recibido ni un ápice de ayuda para reflexionar sobre cómo su experiencia afecta a los demás en el aula o sobre qué tipo de persona quiere ser.
Respecto a este punto, me gusta pensar sobre las preguntas sobre las que se alienta a los chicos que pregunten en las diferentes aulas. En una que está dominada por las consecuencias, los chicos son dirigidos a pensar “¿Que quieren que haga y que me pasará si no lo hago?”. En una clase dominada por las recompensas, incluidos los halagos, los chicos se preguntan “¿Que quieren que haga y que recibiré por hacerlo?”. Date cuenta como son de fundamentalmente similares estas dos preguntas y que radicalmente diferentes son ambas de la pregunta “¿Que tipo de persona quiero ser?” o “¿Que tipo de aula queremos tener?”.
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¿Qué ocurre con los estudiantes menos exitosos? Muchos educadores sienten que ellos necesitan incluso más halagos que los otros chicos. Necesitan ser halagados cada vez que hacen el mínimo progreso.
Ninguna investigación apoya la idea que halagar a los niños para que suban poco a poco las escaleras construidas por los adultos les ayude a desarrollar un sentido de competencia. De hecho, los halagos por el éxito sobre tareas relativamente simples envía el mensaje que el niño no debe ser muy brillante. Además, no se ayuda a que los niños encuentren el material importante o interesante si se les halaga por hacerlo. En general, cuanto más se empuja a un niño a hacer algo a cambio de una recompensa, ya sea tangible o verbal, más disminuirá su interés la próxima vez que la haga. Esto puede explicarse en parte por el hecho de que los halagos, como otras recompensas, son básicamente un instrumento de control; el mensaje que infiere el niño es: “esto debe ser algo que me debería gustar hacer; si no, no tendrían que sobornarme para que lo haga”.
Lo que estás diciendo no va a ser fácilmente aceptado por la mayoría de la gente. Parece ir contra nuestra experiencia de cada día.
Lo hace y no lo hace. Por ejemplo, los padres se acercan a mi y me dicen: “sabes? es divertido que digas esto porque justo ayer le dije a mi hijo que quitara la mesa después de cenar y me dijo: “¿que me vas a dar a cambio?””. Lo que encuentro extraordinario de esto no es lo que dijo el niño, sino que el padre me pida que sacuda la cabeza y sienta lástima por los Niños de Hoy. Lo que quiero preguntar es: “¿donde crees que el niño aprendió esto?”. Y si pregunto esto, la gente entiende.
Hay incluso algunas investigaciones en Missouri que demuestran que cuando se preguntó a los estudiantes universitarios “¿Crees que las recompensas llevan a tener más o menos interés en la tarea?” contestaron erróneamente. Pero tan pronto como se les explicaron los resultados de las investigaciones, todos dijeron, “oh, si, ya lo sabía”. Mucha gente ha tenido la experiencia de hacer algo únicamente porque amaban hacerlo -hasta que empezaron a cobrar por ello, después de lo cual ni soñaron en volverlo a hacer sin cobrar. El fenómeno por el cual los motivadores extrínsecos hacen desaparecer la motivación intrínseca no está en boca de todos, pero tampoco está tan lejos de nuestra conciencia.
De todas formas, es una forma diferente de pensar sobre las cosas. Por ejemplo, me gusta cuando la gente me reconoce por algo que he conseguido.
Si, por supuesto. Todos queremos ser apreciados, animados y amados. La pregunta es si esta necesidad debe tomar la forma de lo que a menudo parece una palmadita condescendiente en la cabeza con un “buen chico”, a lo que pienso que la respuesta lógica es “grrr!”.
Conozco un montón de adultos que son adictos a los halagos: desafortunadamente incapaces de pensar sobre el valor de sus propias actividades y acciones y productos, y completamente dependientes de que alguien les diga que hicieron un buen trabajo. Esta es la conclusión lógica después de haber estado “adobados” en halagos durante años. Y quizá hay una forma más empoderadora y respetuosa de compartir la opinión de uno que mediante una recompensa verbal.
Me sorprendo con profesores que me dicen una y otra vez: “no entiendes los orígenes y los hogares donde viven estos chicos; vienen de lugares sin amor, brutales a veces, y me dices que no les halague?”. Mi respuesta es: “si”. Lo que estos chicos necesitan es apoyo incondicional y ánimo y amor. Los halagos no sólo son diferentes a esto, son lo contrario. Alabar es “salta a través de mi aro y sólo entonces te diré que buen trabajo has hecho y lo orgulloso que estoy de ti”. Y esto puede ser problemático. Por supuesto, con feedback positivo, es una cuestión de matiz, énfasis e implementación. Este no es el caso de las estrellas de oro, las chocolatinas, los sobresalientes, los que considero inherentemente destructivos.
Uno de los mitos centrales que arrastramos es que existe esta entidad individual que llamamos “motivación” de la cual uno puede tener más o menos. Y por supuesto queremos que los niños tengan más, así que les damos sobresalientes, halagos y pizza. Lo cierto es que hay tipos cualitativamente diferentes de motivación. Debemos parar de preguntar: “¿Cómo están de motivados mis estudiantes?” y empezar a preguntar: “¿Como se motivan mis estudiantes?”. El tipo de motivación obtenida por incentivos externos no sólo es menos efectiva que la motivación intrínseca, sino que amenaza con erosionar la motivación intrínseca, esa excitación sobre lo que uno está haciendo.
Así que entonces ¿que sugieres en vez de eso?
A veces hablo de las tres Cs de la motivación. La primera C es el Contenido. Mucho más interesante para mi que saber si el estudiante ha aprendido lo que se suponía que debía aprender es la pregunta: “¿se le ha dado al niño algo que merecía la pena aprender?”. Si me preguntas que hacer con un niño “distraído” -una de nuestras palabras de moda- mi primera respuesta va a ser, “¿cual es la tarea?”. Si les das basura para hacer, sí, puede ser que tengas que sobornarles para que la hagan. Si los niños tienen que rellenar interminablemente los espacios en blanco, no vais a liberaros pronto de las recompensas y amenazas.
La segunda C es de Comunidad: no solo aprendizaje cooperativo sino también ayudar a los niños a que se sientan parte de un espacio seguro en el que se sientan libres de pedir ayuda, en el que lleguen a cuidarse los unos de los otros en vez de ser manipulados para compartir o no ser tacaños. Un trabajo sobresaliente en crear comunidades afectuosas se está haciendo en el Centro de Estudios de Desarrollo en Oakland, California.
La tercera C es de Elección “Choice” en inglés, asegurarse que los niños piensan sobre lo que hacen y cómo y con quien y porqué. Los niños no aprenden a tomar buenas decisiones siguiendo órdenes, sino tomando decisiones.
Enséñame una escuela que realmente tenga esas tres Cs -donde los estudiantes trabajan los unos con los otros en un ambiente afectuoso para dedicarse a tareas interesantes que ellos han elegido- y te enseñaré un lugar donde no se necesitan premios ni recompensas.
Fuente: Taktikum

jueves, 19 de marzo de 2015

10 PRINCIPIOS ESENCIALES DEL DESPERTAR

http://presenciaconsciente.tumblr.com/post/108375740207/10-principios-esenciales-del-despertar


- por Jeff Foster
1. NO HAY NINGÚN DESTINO, SÓLO EL MOMENTO PRESENTE

Sólo hay ESTO; la presente escena de la película de tu vida. Sal de la historia épica del tiempo y el espacio, del pasado y el futuro, de la culpa y la anticipación, y de la búsqueda de los diferentes estados y experiencias; relaja el foco habitual que has puesto en ‘lo que se ha ido’, ‘en lo que aún no llega’ - cosas que no puedes controlar desde donde estás. Sal de la historia de ‘Mi Vida’ y date la oportunidad de sentirte fascinado por lo que está vivo, aquí, en este momento. Siéntete curioso por esta emocionante danza de pensamientos, sensaciones, sentimientos e impulsos que están ocurriendo justo en donde estás. Recuerda, el Ahora es el único lugar desde donde las verdaderas respuestas pueden surgir. El momento presente es tu verdadero hogar, anterior al tiempo y al espacio.
2. EL PENSAR GENERA SUFRIMIENTO

El dolor no es el problema, el problema es lo que pensamos acerca del dolor; nuestra resistencia a la incomodidad, nuestro intento de escapar. El verdadero problema empieza cuando comenzamos a rumiar nuestro dolor, nuestra tristeza, nuestros miedos, nuestra ira; cuando nos inquietamos con nuestras molestias, ¡retrasando y adelantando la película! Cuando le damos vueltas en la cabeza a las tristezas de ayer y mañana, en lugar de explorar y experimentar directamente los momentos difíciles de hoy conforme van apareciendo. Añadimos una capa innecesaria de pensamiento y resistencia a la vida, y esto genera sufrimiento. ¿La invitación? Sal del pasado y el futuro, de la búsqueda y la lucha, y reúnete con la vida en el crudo e inmediato ahora, sin juicios y sin esperar que la ‘paz’, la ‘relajación’, la ‘iluminación’ o cualquier tipo de cambio llegue. Únete al momento bajo sus propios términos; velo como un regalo. Déjate tocar por lo agradable y lo desagradable, por lo placentero y lo doloroso, sin una agenda.
3. NI LOS PENSAMIENTOS NI LAS SENSACIONES SON PERSONALES

Ve los pensamientos y sensaciones como eventos neutrales e impersonales que surgen en la consciencia. Al igual que los sonidos que escuchamos, los pensamientos y sensaciones físicas surgen y desaparecen en forma espontánea, como olas en el océano que Eres. De nada de eso te puedes escapar, tampoco puedes controlarlo o eliminarlo. Esa misma actitud amorosa que tienes para con los sonidos, cultívala para con los pensamientos y sensaciones. Recíbelos con la misma actitud de amabilidad y curiosidad. Velos como si fueran tus propios invitados a tu presencia.
4. TÚ ERES EL ESPACIO QUE ACOGE A LOS PENSAMIENTOS

Los pensamientos no son tú, y no son la realidad; son sólo sugerencias, posibilidades, rumores, propaganda, juicios, voces, imágenes, recuerdos o proyecciones futuras - nubes en el vasto cielo que Eres. No intentes aquietarlos, silenciarlos o detenerlos, no trates de deshacerte de ellos, ni eliminarlos o controlarlos. Sé el espacio para ellos, ¡incluso si están demasiado activos en este momento! Recuerda, si notas los pensamientos, si te haces plenamente consciente de su movimiento, no te verás atrapado en ellos. Ellos no te definen. Tú eres el imperturbable contenedor, no el contenido. Sé lo que eres - el inmutable abrazo para cada pensamiento.
5. RESPIRA EN EL MALESTAR Y EL DOLOR

Respira en el corazón de las sensaciones de malestar; dales dignidad. Hónralas, en lugar de cerrarte a ellas y matarlas de hambre y frío. En una inhalación imagina o siente tu aliento moviéndose a través de las partes involucradas e imbúyelas con vida y amor. Llena esa región que se siente incómoda en tu cuerpo con oxígeno, amor y dignidad. No trates de ‘curar’ las sensaciones. Ellas sólo quieren ser tomadas en cuenta, ser honradas, y ser incluidas en la presente escena. Asume que incluso el malestar contiene inteligencia; que no está en tu contra.
6. LA ACEPTACIÓN NO ES UN ‘HACER’, LA ACEPTACIÓN YA ES

La aceptación no significa que algo desagradable vaya a desaparecer. Eso podría quedarse un rato. No intentes aceptarlo (porque eso normalmente es resistencia disfrazada), más bien reconoce que eso YA ha sido aceptado, aquí. Trátalo como algo que tal vez estaría aquí por siempre. Eso elimina la presión del tiempo, (tratando de que se vaya, preguntándote por qué “sigue ahí”). Eso ESTÁ aquí, ahora. Haz una reverencia ante ESTA realidad. Sé curioso. Y permite que cualquier urgencia, cualquier sentimiento de frustración, aburrimiento, decepción e incluso desesperación aparezca y sea incluida. Todo ello es parte de la presente escena, no un obstáculo. ¡Incluso la sensación de que hay algún obstáculo es parte de la escena!
7. NO EXISTE EL ‘SIEMPRE’, NO EXISTE EL ‘NUNCA’

En realidad no existe el ‘siempre’ ni el ‘nunca’. Hazte plenamente consciente de esas palabras; son mentiras, y pueden crear un sentido de urgencia e impotencia; alimentan la historia de la búsqueda y la escasez. No hay un ‘resto de mi vida’, ningún ‘por años’, ningún ‘todo el día’. Sólo hay el Ahora, tu único lugar de poder. A veces incluso pensar acerca de mañana resulta demasiado. Sé aquí.
8. SÓLO PUEDES LLEGAR ‘ALLÁ’ A TRAVÉS DE SER ‘AQUÍ’

Muchas veces nos enfocamos tanto en la meta, en el destino, que olvidamos el viaje, nos desconectamos de cada precioso paso y generamos estrés. Confía en que el simple hecho de estar presente te llevará hacia donde tienes que estar. Retira tu atención de los 10,000 pasos que han de venir, de los 10,000 pasos que aún no das, y recuerda el paso de este momento, el antiguo y vivo suelo. A menudo no sabemos hacia dónde nos dirigimos, y eso está bien. Haz amistad con la incertidumbre, con la duda; aprende a amar este lugar sagrado sin respuestas. Está vivo y es creativo y está lleno de potencial.
9. ABRAZA TUS TROPIEZOS

Si te das cuenta que te has perdido en una historia, que te has desconectado, celébralo. Simplemente te has despertado de un sueño. Una gran inteligencia está viva en ti, un poder que te permite darte cuenta y conectarte. Has salido de millones de años de condicionamiento. No te castigues por haber olvidado, mejor celebra tu capacidad de recordar. ¡A este momento no le interesa si te olvidaste de él! Olvidar es una parte perfecta de la película. ¡Permítete olvidar, a veces! Deja que el camino te haga más humilde, en lugar de tratar de ser ‘perfecto’. La duda, la decepción y la desilusión serán tus constantes compañeros a lo largo de este camino sin camino. No hay ningún destino en la Presencia, no hay ninguna imagen de ‘éxito’ que tenga que defenderse. No puedes equivocarte, cuando no hay ninguna imagen de lo que es ‘correcto’.
10. NUNCA TE COMPARES

Eres único; tu viaje es absolutamente original. Todos podemos ser expresiones del mismo océano de la consciencia, pero al mismo tiempo, todos somos una expresión única de ese mismo océano, ¡olas absolutamente únicas! ¡Nunca te compares con nadie! Cuando comienzas a compararte devalúas tus únicos e irremplazables dones, talentos  y verdades, y te desconectas de tu tan singular experiencia presente. No compares este momento con ninguna imagen de cómo pudo o debió haber sido. La sanación se hace posible cuando dices SÍ al sitio en donde te encuentras ahora, incluso si no es en el que habías soñado estar ‘ahora’. Confía, y confía a veces en que no puedes confiar. Tal vez, aquí, puedas confiar en tu falta de capacidad para confiar, e incluso la sensación de que no puedes soportar este momento, esté siendo ya aceptada…
(Traducido por Tarsila Murguía)

miércoles, 18 de marzo de 2015

¿Cuál es la Educación Krishnamurti?


http://www.pkrishna.org/spanish/krishnamurti_education_spanish.html

¿Cuál es la Educación Krishnamurti?





Por el Prof. P. Krishna


Ex-Rector del Centro de Educación de Rajghat, Fundación Krishnamurti de la India, Varanasi 221001, India.  

Varias personas, tanto en India como en el extranjero, han expresado su interés por iniciar una “Escuela Krishnamurti” en su localidad. En vista de que Krishnaji no especificó ninguna técnica de educación particular, la pregunta surge, “¿Cuáles son los fundamentos de una Escuela Krishnamurti?”. No es fácil contestar a esa pregunta y uno necesita indagar más profundamente sobre esto. A través de este artículo quiero compartir algunos pensamientos con aquellos que sientan el interés en la educación. Para mi, una escuela Krishnamurti representa un experimento sobre la correcta forma de vivir, sin que nadie le dicte a otro lo que significa eso y sin aceptar ninguna fórmula, ninguna prescripción, ninguna autoridad que deba seguirse sin cuestionamiento. Significa vivir correctamente, no sólo aceptar la pregunta de alguien más y tratar de practicarla o repetirla. A menos de que aprendamos a vivir correctamente, no podemos enseñar a los niños a vivir correctamente; por tanto es nuestra primera y más alta responsabilidad averiguar lo que significa vivir correctamente. Uno puede aprender si uno empieza diciendo, “No lo sé pero voy a averiguarlo”. Entonces uno puede aprender junto con el estudiante – no meramente palabras fáciles como una manera de enseñar. Así que esa es la primera cosa – No tener nuestra mente llena de conclusiones, de respuestas, de certezas y no apegarse dando importancia excesiva a nuestra propia opinión, a nuestro punto de vista. Para dudar, hay que cuestionar y estar dispuestos a aprender todo el tiempo; nunca estar tan seguros de ni siquiera poder escuchar a otro o considerar un punto de vista diferente. Eso es estar receptivo y no sólo tolerante.
Nuestra vida tiene cuatro aspectos muy amplios – el físico, el intelectual, el emocional y el espiritual. La correcta forma de vivir demanda la excelencia en todos los aspectos, y un desarrollo saludable de todos ellos. Debemos por tanto crear un ambiente en la escuela que haga posible esto para el niño sin poner énfasis de más en un sólo aspecto. Porque tal educación pretende cubrir todos los aspectos de la vida y no solamente el intelectual, es deseable tener una escuela residencial, en el cual los maestros y los estudiantes vivan y trabajen juntos y tengan una interacción más amplia entre ellos.
El correcto desarrollo físico requiere del cuidado de la limpieza del cuerpo, el ejercicio, la comida correcta, el adecuado dormir y ocasionalmente medicina. Debemos enseñar a los niños a bañarse todos los días, ponerse ropa limpia, tener su cabello y uñas limpias, hacer ejercicio regular y no comer de más. El cuerpo debe conservarse ágil y alerta como un caballo de carreras para que no halla escasez de energía física. Los juegos y los deportes deben ser una parte integral de la vida escolar. Comida muy condimentada, el tabaco, el alcohol y otras cosas dañinas tanto a la salud mental como física deben por tanto evitarse. Debemos vivir en nuestro cuerpo como si se tratara de un huésped, cuidarlo, no ignorarlo o darle un mal trato y a la vez no apegarse demasiado a él.
La excelencia intelectual requiere de cultivar hábitos de lectura adecuados, crear interés en las materias académicas, insistiendo en una habilidad de nivel en cuanto al lenguaje, buena expresión, un conocimiento de los asuntos del día, un amor a la ciencia, a las matemáticas, la literatura, el arte y la poesía. Haciéndolo bien cuando se les haga exámenes los cuales deben ser subproducto del desarrollo intelectual del niño y no un fin en sí mismo. Debemos exponer al niño a todo tipo de investigaciones científicas y literarias y ayudarle a descubrir donde se encuentran sus propios intereses y talentos. Son esenciales para un desarrollo intelectual una buena biblioteca y el deseo de usarla. Los debates, las discusiones, los ensayos por escrito, las pláticas deben ser los medios regulares en la vida escolar.
El desarrollo emocional del niño requiere de una gran atención. El niño debe vivir en una atmósfera de cuidado y afecto para que se sienta seguro y esté libre de cualquier temor. El miedo es el mayor enemigo de toda inteligencia y creatividad. El niño debe sentirse libre de decirnos sus problemas y ansiedades sin temor a ser regañado o castigado, tal como estaría en un buen hogar. La conducta apropiada y orden deben respetarse, sin el uso del miedo o castigo y éste es el mayor reto para los educadores y los padres. Si tenemos que tomar el recurso del miedo y el castigo, representa nuestro fracaso, no un logro. Se debe ayudar al niño a entender sus sentimientos de temor, envidia, codicia, celos, enojo, insulto y violencia cuando se le llame la atención, pero sin mirarlo de arriba abajo y sin hacerlo sentir humillado. Para esto es necesario que nosotros, los maestros, entendamos las causas de estas emociones en nosotros mismos. Es precisamente esta falta de entendimiento adecuado de nuestro desarrollo lo que causa innumerables problemas de disciplina, rivalidad, inferioridad y odio a través de toda nuestra vida.
El desarrollo espiritual y cultural del niño incluye el amor a la naturaleza, a la música, al arte, la danza y el drama. Debemos ayudar a los niños a darse cuenta que somos parte de la naturaleza, de que los árboles y los animales son nuestros amigos, y no sólo para utilizarlos para nuestro disfrute. El sentimiento de respeto por toda la vida es una parte integral de una escuela Krishnamurti y requiere ser alimentado y cultivado en el niño con ternura. La sensibilidad a la belleza de la naturaleza, ríos, montañas, cielo y de la puesta del sol son tan esenciales como la sensibilidad del ser humano. Los niños los toman de nosotros naturalmente todo esto, sin que se les enseñe formalmente, si lo tenemos en nosotros mismos. Debemos tener en la escuela clubes de naturaleza, de drama y clases de entretenimiento para todo tipo de música, de danza y arte, donde el niño pueda cultivar estos intereses.
Por desgracia la ciencia y la religión están divorciados en nuestra vida diaria en la sociedad. Requieren ser integradas. La búsqueda de la verdad es la religión más importante y la búsqueda de la felicidad del espíritu en el hombre es la más grande espiritualidad. Estos no se encuentran en la oración o en los templos, son subproductos del conocimiento de uno mismo, como lo son el amor y la compasión. El temperamento científico debe ser parte de nuestra vida diaria y de la búsqueda de la espiritualidad. Debe haber tiempo para ser uno mismo, para experimentar el silencio, para la reflexión sobre el significado y el propósito de la vida. Mucha actividad no es sano para el desarrollo espiritual y uno no debe perderse únicamente en la actividad. No hay receta, no hay fórmula para lograr el equilibrio correcto entre los diferentes aspectos de nuestra vida. Es nuestra tarea encontrar ese equilibrio entre nosotros mismos y de allí descubrir cuál es el vivir correctamente. En efecto esta división de la vida en diferentes aspectos es artificial, hecha para la conveniencia de la discusión. En realidad, los aspectos físicos, intelectuales, emocionales y espirituales están interconectados y entretejidos en nuestra vida que constituyen un todo integrado e inseparable. No es posible vivir correctamente en un aspecto sin vivir correctamente en todos los demás.
Consideremos más profundamente esta cuestión de vivir correctamente. Uno no puede vivir correctamente a menos que uno se sienta correctamente. No es suficiente sólo pensar en “buenos” pensamientos. Eso sólo es hipocresía. Los pensamientos son cosas superficiales que pueden adquirirse de cualquier libro, memorizados y entonces repetidos. Lo que realmente somos es lo que hay en el fondo de nosotros, no en lo que pensamos. Cambiar nuestros pensamientos únicamente da un sentido de haber cambiado pero sin habernos transformado interiormente. Si uno es serio, uno necesita percatarse y evitar un autoengaño. La práctica de acciones definidas como “correctas” y pensamientos “correctos” (llamados virtudes) y la supresión de acciones “erróneas” y pensamientos “erróneos” (llamados vicios) han sido tratados por todas las religiones y por varias disciplinas y han fallado repetidamente para cambiar al hombre. Produce un conflicto entre lo que somos y lo que pensamos debería ser. Este conflicto nos desgasta, nos hace superior o inferior, nos da un sentido de logro o de fracaso, todo lo cual solamente refuerza nuestro ego. Nuestras mentes están condicionándose – constantemente juzgándonos y otros y pasando censuras en términos de nuestras propias fijaciones mentales.
Si uno ve eso claramente, entonces uno no trata de definir lo correcto o lo erróneo en términos de acciones o pensamientos sino en términos de la manera en que uno se siente. La misma acción puede ser correcta si nace del amor, de la compasión, del interés y puede ser erróneo si nace del egoísmo, del orgullo, del miedo y de otros aspectos de nuestro ego. Así nadie más puede decirte si es correcto o incorrecto. Por ejemplo, uno puede dedicarse a un estudio profundo de la física fuera del interés de la materia, para entender las leyes de la naturaleza y aprender cómo funcionan las cosas. También puede uno estudiarla con profundidad a fin de convertirse en un estudioso conocedor, para ganar aprecio, poder, posición, estatus, en la vida. La acción es la misma pero el sentimiento con el cual se hace es diferente. Donde quiera que haya una motivación detrás de cada acción, de cualquier esfuerzo que hacemos se centra en uno mismo, refuerza el ego y es por tanto, por definición erróneo. Los sentimientos que no emanan del ego y por tanto no lo fortalece son, por definición, lo correcto. Para discriminar entre dos se requiere de una conciencia profunda de uno mismo.
¿Habiendo definido lo correcto y lo erróneo de esta manera, podemos ahora averiguar cómo vivir correctamente?. Vivir correctamente significa entonces que uno no se contenta tan sólo con “practicar” algunas virtudes (si es que existen algunas) sino con sentirse correctamente. Los sentimientos no son cosas voluntarias. No se eliminan a través de las explicaciones, a través de racionalizaciones y ciertamente no a través de la supresión. Si usted odia fuertemente a alguien, encontrará que no puede disipar su odio razonando, explicando o eliminando el sentimiento. A menos uno perciba las causas de raíz que hace que surja ese sentimiento de odio en nuestra propia psique y entiende cómo operan estas causas, uno no puede liberarse del sentimiento de odio. Si uno trata externamente de convertirlo en un sentimiento de amor, nos lleva a la hipocresía y pretensión. Es muy importante ser totalmente honesto y auténtico con uno mismo y evitar cualquier rastro de hipocresía o pretensión, fingimiento, si uno desea entenderse uno mismo. Es más importante ser uno mismo y aprender sobre uno mismo que tratar de ser como alguien más, no importando cuan grandes sean Gandhi, Krishnamurti o Buda. Es el conocimiento de uno mismo que naturalmente altera nuestros valores y la visión de la vida y es allí, donde surgen, donde se purifican nuestros sentimientos.
Debemos entender claramente el orden externo y la disciplina no importa lo necesario y útiles que pudieran ser, nunca traerán orden interno. Por otra parte, si hay orden interno, en nuestras mentes, nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, entonces el orden externo y la disciplina seguirán un corolario natural. Para ofrecer un ejemplo, si un hombre no es codicioso y centrado en sí mismo, no tiene el deseo de romper con la línea cuando se espera en la tienda o en la parada del autobús y meterse antes que alguien más. Usted no necesita disciplinarlo o poner un policía para mantenerlo en la cola. El estará en el lugar correcto de manera natural. Por otra parte, si usted tiene un grupo completo de individuos codiciosos, usted requerirá de un policía para imponer el orden a través del temor y el orden se mantiene en tanto el miedo esté presente.
Una escuela Krishnamurti presenta este reto ante nosotros. ¿Podemos vivir en un orden natural, sin miedo, sin compulsión?. Eso es el vivir correctamente. ¿Podemos cooperar entre nosotros sin buscar una ventaja personal, sin requerir el acuerdo de opinión y sin formar grupos?. ¿Podemos ser amigos sin buscar la lisonja o adulación o la crítica temerosa?. ¿Podemos ofrecer lo mejor de nosotros en un juego y estar igualmente felices si nuestro amigo gana?. ¿Podemos vivir sin comparación, sin sentimiento de superioridad o inferioridad con respecto de alguien más?. ¿Podemos amarnos unos a otros sin depender psicológicamente de unos y otros, utilizando unos y otros?. ¿Podemos vivir sin ilusiones, sin mediaciones y accesorios, viendo los hechos como son y haciendo lo correcto sin miedo o favor?. Ese es el reto que una escuela Krishnamurti nos plantea. Si no podemos vivir así dentro de una pequeña comunidad protegida llamada escuela cómo podemos esperar que nuestros estudiantes vivan de esa manera en el mundo exterior?. ¿Y si no los educamos para vivir de ese modo, entonces qué valor tiene la educación?. ¿ Acaso queremos darle el significado de educación solamente a cultivar habilidades, usarlas en el mundo exterior para ganar las máximas ventajas materiales, aceptar toda la codicia, violencia y corrupción de la sociedad y contribuir con ella?. ¿ Es eso toda la educación?. Esa es la pregunta que debemos hacernos todos, tanto individualmente como también colectivamente.
El mayor reto no es el niño para crear una escuela Krishnamurti, ni las técnicas, ni la sociedad, ni el sistema educacional. Es la falta de entendimiento de nuestros pequeños egos, nuestros propios egos. En este aspecto no somos muy diferentes de los niños y si uno observa cuidadosamente encontraría uno que sus problemas son realmente nuestros problemas. A menos que nosotros los maestros, estemos agudamente concientes de este hecho, no podremos crear una escuela Krishnamurti no importa qué tanto pudiéremos luchar con los problemas de disciplina, técnicas educativas, logros, financiamientos y eficiencia.
Traducción: Salvador D. Rojas
Noviembre 9, 2004

sábado, 14 de marzo de 2015

http://www.alfiekohn.org/teaching/recompensas.htm
El Riesgo de las Recompensas
Por Alfie Kohn
Muchos educadores están acertadamente concientes de que los castigos y amenazas son contraproducentes. Haciendo sufrir a los niños para alterar su comportamiento futuro se puede muchas veces obtener complicidad temporal, pero esta estrategia no los ayuda a convertirse en personas que tomen sus decisiones en forma ética y compasiva. El castigo, incluso referido eufemísticamente como consecuencias, tiende a generar ira, desafío, y deseo de venganza. Más aún, proporciona un modelo del uso del poder en lugar de la razón y rompe la importante relación entre el adulto y el niño.
Del grupo de maestros y padres que hacen un compromiso de no castigar a los niños, una proporción significante se inclina por el uso de recompensas. La manera en que las recompensas son usadas, al igual que los valores que son considerados importantes, difieren entre (y dentro de) cada cultura. Sin embargo, este artículo tiene que ver con las típicas prácticas de las aulas de clase en los Estados Unidos, donde los stickers, estrellas, As y halagos, premios y privilegios, son usados rutinariamente para inducir a los niños a aprender o a cumplir con las demandas de un adulto (Fantuzzo et al., 1991). Al igual que con los castigos, el ofrecimiento de recompensas puede causar complicidad temporal en muchos casos. Desafortunadamente, las zanahorias no son más efectivas que los palos para en ayudar a los niños a convertirse en personas cuidadosas, responsables o personas que aprendan por sí mismas por el resto de su vida. 
RECOMPENSAS VS. BUENOS VALORES
A lo largo de los años, los estudios han hallado que los programas de modificación del comportamiento son raramente exitosos en producir cambios duraderos en actitudes o incluso en el comportamiento. Cuando las recompensas paran, la gente generalmente regresa a la manera en que actuaba antes de que el programa empezara. Aún más perturbante, los investigadores han descubierto recientemente que los niños cuyos padres hacen uso frecuente de recompensas tienden a ser menos generosos que sus compañeros. (Fabes et al., 1989; Grusec, 1991; Kohn 1990).
Efectivamente, las motivaciones extrínsecas no alteran los compromisos emocionales o cognitivos que están detrás del comportamiento l menos no en la dirección deseable. A un niño al que se le ha prometido algo a cambio de aprender o de actuar responsablemente, se le han dado todas las razones para dejar de hacer esto cuando ya no exista una recompensa a obtener.
Las investigaciones y la lógica sugieren que el castigo y las recompensas no son realmente opuestos, si no dos caras de la misma moneda. Ambas estrategias se convierten en formas de tratar de manipular el comportamiento de alguien. En el primer caso, se provoca la pregunta, ¿Qué es lo que ellos quieren que yo haga, y qué me pasará si no lo hago?, y en el otro caso, llevando al niño a preguntar, Qué es lo que ellos quieren que haga y qué recibiré por hacerlo? Ninguna de estas estrategias ayuda a los niños a tratar de resolver la pregunta, Qué tipo de persona quiero ser?.
RECOMPENSAS VS. LOGROS
Las recompensas no son más útiles para incentivar los logros de lo que lo son para promover buenos valores. Al menos dos docenas de estudios han mostrado que la gente que espera recibir una recompensa por completar una tarea (o hacerla con éxito) simplemente no la hace tan bien como quienes no esperan nada (Kohn, 1993). Este efecto es fuerte en los niños pequeños, niños más grandes y adultos; para hombres y mujeres; para recompensas de todos los tipos; y para tareas que van desde la memorización de hechos hasta diseñar collages o resolver problemas. En general, mientras más pensamiento con sofisticación cognitiva y final abierto se requiera para hacer una tarea, peor tiende a actuar la gente, cuando han sido llevados a realizar la tarea a cambio de una recompensa. 
Existen varias explicaciones plausibles para este hallazgo enigmático pero remarcablemente consistente. La más convincente de estas es que las recompensas producen la pérdida de interés de la gente en cualquier cosa por la que sean recompensados por hacer. Este fenómeno, que ha sido demostrado en los resultados de estudios (Kohn, 1993), tiene sentido, ya que la “motivación” no es una característica singular que un individuo posea en mayor o menor grado. Por el contrario, la motivación intrínseca (un interés en la tarea por su propia satisfacción) es cualitativamente diferente de la motivación extrínseca (en la cual el cumplimiento de la tarea es visto sobre todo como un pre-requisito para obtener algo más) (Deci & Ryan, 1985). Por lo tanto, la pregunta que los educadores necesitan hacerse no es cuán motivados están sus estudiantes, si no cómo sus estudiantes están motivados.
En un estudio representativo, se presentó a niños pequeños una bebida no conocida llamada Kefir. A algunos solamente se les pidió que la bebieran; a otros se les halagó excesivamente por hacerlo; a un tercer grupo se les prometió regalos si bebían suficiente. Aquellos niños que recibieron ya sea la recompensa verbal o tangible consumieron más bebida que los otros niños, como se puede predecir. Pero una semana más tarde, estos niños la hallaron significativamente menos gustosa que anteriormente, mientras que los niños a los que no se les ofreció recompensa gustaron de ella tanto, si no más, de lo que lo hicieron anteriormente. (Birch et al., 1984). Si sustituimos beber Kefir por leer o hacer matemáticas, o actuar generosamente, empezamos a vislumbrar el poder destructivo de las recompensas. Los datos sugieren que mientras más queremos que los niños quieran hacer algo, más contraproducente será recompensarlos por hacerlo.
Deci y Ryan (1985) describen el uso de recompensas como control a través de la seducción. Control, ya sea mediante amenazas o sobornos, conducen a hacer las cosas a los niños en lugar de trabajar con ellos. Esto al final debilita las relaciones, tanto entre estudiantes (llevando a reducir el interés por trabajar con los compañeros) y entre estudiantes y adultos (en la medida en que pedir ayuda puede reducir las probabilidades de recibir una recompensa).
Más aún, los estudiantes a los que se les incentiva a pensar en notas, stickers, u otros regalos, se vuelven menos inclinados a explorar ideas, pensar en forma creativa, y tomar riesgos. Por lo menos diez estudios han mostrado que las personas a quienes se les ha ofrecido una recompensa generalmente escogen la tarea más fácil (Kohn, 1993). En la ausencia de recompensas, por el contrario, los niños están inclinados a escoger las tareas que están justo dentro de su nivel de habilidad.
IMPLICACIONES PRÁCTICAS DEL FRACASO DE LAS RECOMPENSAS
Las implicaciones de este análisis y estos datos son preocupantes. Si la pregunta es ¿Motivan las recompensas a los estudiantes?, la respuesta es, Absolutamente: estas motivan a los estudiantes a obtener recompensas. Desafortunadamente, ese tipo de motivación generalmente surge a expensas del interés y excelencia en cualquier cosa que estén haciendo. Lo que se necesita, entonces, es nada menos que una transformación de nuestras escuelas.
En primer lugar, el manejo de los programas de clase basados en recompensas y consecuencias deben ser evitados por cualquier educador que quiera que sus estudiantes tomen responsabilidad por sus propio comportamiento (y de los otros)- y por cualquier educador que coloque la internalización de valores positivos por encima de la obediencia ciega. La alternativa a los sobornos y amenazas es trabajar para crear una comunidad solidaria, cuyos miembros resuelvan sus problemas colaborando y decidiendo juntos sobre cómo quieren que sea su clase (DeVries & Zan, 1994; Solomon et al., 1992).
En segundo lugar, se ha visto que particularmente las notas tienen un efecto perjudicial en el pensamiento creativo, retención a largo plazo, interés en aprender, y preferencia por tareas desafiantes. (Butler & Nisan, 1986; Grolnick & Ryan, 1987). Estos efectos perjudiciales no son el resultado de muchas malas calificaciones, ni muchas buenas calificaciones, o de la fórmula equivocada para calcular las notas. Por el contrario, son el resultado de la práctica de evaluar en sí misma, y la orientación extrínseca que esta promueve. El uso de recompensas o consecuencias por parte de los padres para inducir a los niños a desempeñarse bien en la escuela tiene un efecto similarmente negativo sobre el gusto de aprender y, finalmente, en el desempeño (Gottfried et al., 1994). El evitar estos efectos requiere de prácticas de evaluación orientadas a ayudar a los estudiantes a experimentar el éxito y el fracaso no como una recompensa o castigo, si no como información.
Finalmente, esta distinción entre recompensa e información podría ser aplicada también a la retroalimentación positiva. Aunque puede ser de utilidad escuchar sobre el éxito de uno mismo, y muy deseable el recibir soporte y ánimos por parte de los adultos, la mayor parte de halagos es equivalente a una recompensa verbal. En lugar de ayudar a los niños a desarrollar su propio criterio para el aprendizaje efectivo o comportamiento deseado, los halagos pueden crear una dependencia creciente a asegurar la aprobación de alguien más. En lugar de ofrecer apoyo incondicional, los halagos hacen que la respuesta positiva esté condicionada a hacer lo que el adulto demanda. En vez de aumentar el interés por una actividad, el aprendizaje es devaluado en la medida en que viene a ser visto como un pre-requisito para recibir la aprobación del profesor (Kohn, 1993).
CONCLUSIÓN
En breve, los buenos valores tienen que ser cultivados desde adentro. Los intentos de acortar el camino en este proceso, colgar recompensas frente a los niños es en el mejor de los casos ineficaz, y en el peor, contraproducente. Los niños tienden a volverse estudiantes entusiastas y con gusto por el aprendizaje por el resto de su vida, como resultado de haber sido provistos de un currículo atractivo, una comunidad segura y solidaria, en donde descubrir y crear, y un grado significativo de elección sobre qué (y cómo y por qué) ellos están aprendiendo. Las recompensas como los castigos- son innecesarias cuando estas cosas están presentes, y son por último destructivos en cualquier caso.

martes, 10 de marzo de 2015

La sensibilidad

V.B. Anglada ~ La Sensibilidad. I





Vicente. — Quisiera remarcar lo que siempre he dicho al empezar nuestras conversaciones esotéricas y es, que todo cuanto se diga aquí deben aceptarlo sólo y únicamente como una hipótesis mental, dentro del extenso trabajo mental de la mente. Aceptando solamente aquello que su razón les asegure que es realmente asequible a ustedes y pueden aceptarlo libremente, o bien, entrar en la suspensión de una duda inteligente y, en el bien entendido caso, de que estamos inmersos dentro de un océano de luz, de vibración y de energía, del cual solamente tenemos pequeñas nociones. Por tanto, todo cuanto se vaya diciendo, ya que esto es como un preámbulo que se va a terminar, que sea solamente un culto a la verdad y un culto al buen juicio.

El tema que he elegido hoy para discutir con ustedes o para conversar con ustedes es: Sensibilidad. Sensibilidad, es un término vago que se presta a muchas interpretaciones, por cuanto todo ser humano es sensible y, extremando todavía más la idea, toda la naturaleza es sensible. Solamente es el grado de sensibilidad a la vida lo que caracteriza al hombre superior del hombre corriente. Así que todo el aspecto fundamental o estructural, de la idea implícita en el término sensibilidad, es sensibilidad a la vida. Y me pregunto: ¿Qué es lo que ustedes piensan de sí mismos en el aspecto sensibilidad?, lo cual implica el reconocimiento de que ustedes son sensibles predominantemente en un definido nivel de conciencia. Una idea que puede extenderse desde el nivel de las meras sensaciones hasta las más elevadas cualidades de integridad y de belleza.

¿Quién puede decir el grado de sensibilidad que tienen cada uno de ustedes? Solamente ustedes pueden interpretarse a sí mismos, solamente ustedes pueden saber donde está ubicada su sensibilidad y, saber, de una manera real, concreta y definida, si son sensibles a las cosas, si son sensibles a las personas o, si son sensibles a Dios, entendiendo por Dios el aspecto superior de cada uno de ustedes. Ésta es la pregunta fundamental que debe presidir todo el tiempo que dure esta conversación. En el buen entendido, que si apreciamos con justicia y claridad el nivel en donde desarrollamos nuestras actividades sensibles, estaremos de hecho autoreconociéndonos y profundamente poniéndonos en contacto con la verdad que en nuestro corazón tiene su morada.

Así que, si la persona deduce que es sensible a las cosas, automáticamente quiere significar que ha educido un aspecto intelectual de la vida y, que toda su programática o informática interior, va dirigido a una acumulación de cosas, a una acumulación de conocimientos, lo cual puede ser contrario al establecimiento de la verdad. Puede ser también, siempre dentro de este proceso de autoreconocimiento en sensibilidad, que ustedes son sensibles a las personas, lo cual significa que están desarrollando dentro de su corazón aquello que definimos como magnetismo atractivo o, bien, un aspecto más concreto, el aspecto amor, que es el máximo aspecto de sensibilidad a la vida. Puede ser también, que habiendo trascendido, en parte, el aspecto formal que nos presta el conocimiento de las cosas o que hayamos trascendido los afectos sensibles que crean los apegos y que crean las situaciones conflictivas en el plano emocional, que hayamos dirigido la mente hacia los aspectos superiores de nosotros mismos, lo cual puede significar que estén en contacto con la verdad, hasta allí donde ustedes puedan concebirla y actualizarla; porque concebir y actualizar son términos que deben ser sinónimos, no se puede mover una pieza de un tablero inmenso de la vida sin mover por simpatía todas las demás piezas.

Por lo tanto, si somos sensibles en los niveles superiores, si vemos la vida desde esta atalaya inmensa, este antakarana eterno desde el cual la vida aparece de una manera total y sintética como la obra de la Divinidad y, reconociéndonos y, ubicándonos por este reconocimiento, dentro de un definido estrato social y, desde allí empecemos a trabajar en bien de las mejoras sociales, en bien de los demás, seguramente que habremos cumplido con la misión que tiene el hombre en la existencia en el aspecto de sensibilidad. Ser sensibles a los hombres inspirados por el espíritu, digamos, de síntesis, o espíritu de Dios en nosotros. Significa que no podremos descender a las cosas con el mismo espíritu de antaño, sino que deberemos triunfar de las cosas por la infusión de ese espíritu en cada uno de nuestros pensamientos, de nuestras emociones y de nuestros actos. Esto lleva ahora a considerar los dos aspectos de sensibilidad más conocidos actualmente, que son la sensibilidad a las cosas que crean sensaciones y la sensibilidad hacia el mundo psíquico, hacia el mundo de los poderes supra normales, que son desconocidos para la mayoría pero que constituyen una parte considerable de la humanidad de nuestros días; y esto lo vemos por doquier, que la problemática humana, o sea, la sensibilidad hacia el arquetipo superior, que es, en definitiva, el que debe crear las situaciones kármicas en nuestra vida, y ya no el apego por las cosas circundantes o el apego por las personas, vemos que la sensibilidad pasa del mundo psíquico automáticamente al mundo mental superior, en donde las cosas aparecen bajo una dimensión completamente distinta a la habitual o, a la que corrientemente utilizamos.

Quiere significar que a la sensibilidad debe llegarse y que debemos programar toda nuestra vida bajo otras direcciones, solamente quiero significar que, a medida, que avancemos por la vida cosechando la experiencia de todos los actos, de todas las emociones y de todos los pensamientos, nos encontraremos un día delante de una puerta inmensa a la cual deberemos llamar para ver qué es lo que hay en el interior.

Llegados a este punto, vemos que muchas de las cosas que hasta aquí hemos considerado interesantes fallan por su base por no constituir una parte integrante de nuestra personalidad superior, habida cuenta de que es la personalidad superior la que tenemos que desarrollar y actualizar en el mundo de relaciones humanas. Bajo este punto de vista, podemos decir, que todos los intentos de las escuelas esotéricas de todos los tiempos, las escuelas filosóficas, las escuelas de yoga, las escuelas de meditación bajo distintas denominaciones, están empezando a trabajar con energía mental de alta sutilidad, lo cual quiere significar, también, que el mundo en su totalidad está escapando de las redes de las ilusiones del mundo mental, de los espejismos del mundo astral y, del maya de los sentidos; entonces, toda la programática o el programa del Creador para nosotros, los seres humanos, es la de adquirir el suficiente equilibrio en nuestra vida particular para poder reflejar en todos los momentos la gloria de Dios. Ahí, en este punto, casi podemos decir que hemos llegado en un intento de colocar la sensibilidad del hombre frente a frente ante su propio arquetipo espiritual, entendiendo que lo que estamos realmente haciendo es andar hacia el arquetipo que desde el principio de los tiempos se está agitando gozoso en la Mente de Dios.

Un arquetipo para cada reino de la naturaleza, un arquetipo para cada plano de evolución, un arquetipo para cada raza humana, un arquetipo para cada subraza, un arquetipo para cada ser humano. De ahí viene que cada persona tiene el deber kármico de reflejar en su vida, en su pensamiento, en sus emociones, en su relación con los demás, ese arquetipo que está intuyendo allá en lo profundo de su corazón. Yo, a este contacto del hombre con su arquetipo superior lo denomino: sensibilidad. Lo demás es un andar en pos de la sensibilidad. Hasta aquí hemos creado conflictos por el apego, o sea, en el campo de los sentidos, en el campo del psiquismo, en el campo fluctuante constantemente de las emociones o, en los niveles intelectuales de la mente. Al llegar a este punto, la problemática encuentra su vía completa de solución, entonces, empezamos como seres humanos a reflejar en tiempo y espacio la gloria divina. Hasta aquí hemos llegado en el proceso de invocación constante de sensibilidad, cuando adquirimos la sensibilidad, cuando estamos en contacto con un arquetipo, el arquetipo diseñado para cada cual a través del tiempo, entonces, se produce un hecho insólito en la naturaleza del hombre, que obliga a cambiar fundamental y radicalmente para siempre, entra, como esotéricamente se dice, en la gran corriente de Vida Divina, entonces, todo cuanto ve desde esta elevada atalaya, todo cuanto puede concebir su imaginación y todo cuanto realiza en el mundo de relaciones, es correcto.

Esto nos lleva también a la pregunta que se me hizo la otra vez, sobre el papel que juega el libre albedrío del hombre en la búsqueda de su propia sensibilidad, habida cuenta de que llegado el ser humano a cierto punto, cuando está invocando constantemente la gloria de Dios en su vida, está perdiendo la capacidad del libre albedrío. Esto parece un sacrilegio, porque todos estamos habituados a trabajar, a crear a través del libre albedrío, pero, es que el libre albedrío, analizado fundamentalmente desde un punto de vista de verdad intuitiva, aparece como una división dentro de la mente o dentro del corazón que nos hace propicios a elegir una cosa en vez de otra o, un grupo de cosas en vez de otro grupo de cosas, que hace que elijamos nuestros amigos, que elijamos la familia, nuestro trabajo, profesión, etc., etc., lo cual, en el fondo, si lo analizamos desde un punto de vista intuitivo, aparece como una negación de la vida espiritual, que es unidad, porque analizando el asunto más críticamente, sin perder el punto de vista de sensibilidad espiritual, vemos que solamente puede actualizar la verdad la mente de aquel hombre que por haber realizado un arquetipo en su vida, ha perdido la capacidad de libre albedrío, o sea, la capacidad de elegir entre una o más cosas; se sobreentiende que el hombre que ha alcanzado la verdad no está sujeto a opción entre la verdad y la mentira, sino que habiendo alcanzado la verdad siempre actuará en verdad, en espíritu y en vida y, por tanto, está su problemática más allá de las lindes del tiempo, más allá de los senderos ilusorios, más allá del maya de los sentidos, de los espejismos astrales y de las ilusiones del mundo mental.

También implica una grave responsabilidad para el hombre que ha entrado en la corriente y no es capaz de mantenerse allí; éste es el conflicto de los místicos, que después de haber desguarnecido su mente porque buscaban esta capacidad en el libre albedrío, se encontraron presos en un dilema porque no estaban preparados todavía para afrontar el secreto de la propia soledad, de la unidad o, síntesis interior, que ha de producir el hombre perfecto. Entonces, (se orienta) todo el estímulo de la vida, que está buscando una realidad en todas las cosas, y así debe ser, porque para reconocer a otros como hermanos tiene que haber desaparecido de la mente la sensación de dualidad, la sensación de sujeto y objeto, la sensación de tú y yo o, de mío o de tuyo, para entrar en un proceso de alta selectividad que es el principio de lo que técnicamente llamamos: iniciación. La iniciación es una palabra que parece asustar a muchas personas, pero está dentro de un proceso de selectividad de conciencia y está en este proceso de evaporación de las tendencias inferiores y ascendiendo constantemente buscando la réplica divina al desafío humano.

Llegados a este punto, vemos que la iniciación es general, habida cuenta que cada día estamos cambiando constantemente de conciencia, cada día adquirimos un nuevo valor cualitativo y cada día nos acercamos un poco más a la cualidad de unidad o de síntesis.

Así que hay motivos, pese a la aparente disconformidad de lo que nos rodea, a pesar de las luchas, de los conflictos de las naciones, (para) que sepamos al menos que dentro del corazón podemos encontrar aquella razón de ser que no admite lucha ni conflicto, es la única manera de que socialmente podamos constituir un bloque de verdad que pueda por su magnetismo inspirar verdad a los demás, y hacer que esta verdad compartida se convierta en la síntesis habitual como una especie de catecismo del ciudadano, como se nos daba anteriormente en las escuelas. Será bonito realmente, cuando en las escuelas del futuro se programen los hechos fundamentales del cristianismo o del budismo o de cualquier religión de síntesis, enseñando los misterios en vez de doctrinas y, una gran parte de los esfuerzos de los educandos será destinado a la meditación, a encontrarse a sí mismo. Es decir, vayamos al principio de todo, a la sensibilidad, a educar la sensibilidad a la vida, ya no a la sensibilidad a las cosas, a la sensibilidad a las personas, sino que todo será una sensibilidad hacia adentro, que es una manera —habida cuenta de que el hombre es una representación exacta de la divinidad— de que Dios se manifieste a través él de una manera realmente fraternal.

La palabra fraternidad ha perdido calidad al correr de los tiempos, lo mismo pasa con la palabra amor o con la palabra solidaridad, porque han quedado reducidos a simples términos descriptivos, porque han perdido la lozanía, la sutilidad de la verdadera sensibilidad. Yo creo que todas las personas que asisten a estas conversaciones, por el silencio que se desprende de su aura, por la atención con que están escuchando las cosas de sensibilidad, están creando un ambiente radio-magnético —si me permiten esta expresión— a su alrededor, que es lo que Cristo denominó la Sal de la Tierra. Cada uno de nosotros puede representar esta sal; igual que la levadura, que con un poquito de levadura se hace montar una gran masa de harina. Cada uno de nosotros, los que asistimos aquí, cada vez que nos reunimos, cada vez que nos ponemos en contacto, educamos un nuevo tipo de sensibilidad, aparentemente la mente no registra el hecho, pero sí lo registra el corazón, que es la matriz de lo eterno. Muchas veces se me dice: “Usted dice cosas que yo no comprendo, no acabo de comprender”, yo le pregunto: “¿Usted ha estado atenta?” Si estaba completamente atenta, entonces, yo le respondo: “Usted ha comprendido bien”.

Porque cuando la persona está atenta a un principio de sensibilidad, es porque la sensibilidad está en su corazón y, entonces, registra vía el corazón el conocimiento que no puede captar con la mente, y esto surge en cualquier momento del tiempo como una promesa de nuevas cosas, estas cosas mejores a las cuales nos vamos aproximando. Y, cuando se educa el ánimo en el silencio, cuando la mente empieza a perder su resalte, sus relieves, sus ornamentos, podríamos decir, todo cuanto la caracteriza como intelectual, encuentra que hay un hilo sutilísimo de luz que va conectando el cerebro con el corazón y, entonces, a la sensibilidad que ya hemos adquirido por derecho propio, por el esfuerzo de las edades, de la experiencia y, del sufrimiento, se une la conciencia. Cuando la sensibilidad y la conciencia se dan la mano, entonces, surge un nuevo tipo de hombre dentro de la sociedad: es la persona que controla la sensibilidad en todos sus niveles, ha aprendido a hacer como los buenos artífices, ha dorado el ornamento de tal manera, lo ha transfigurado tan sublimemente, que la gloria del Verbo se puede revelar a través de esta estructura magnífica, esta estructura que en lo que respecta al aspecto meramente físico está tratando de revelar belleza, un equilibrio de funciones, una radiación magnética de tipo natural y, (puesto) que en el mundo de las emociones, a medida que la sensibilidad se va desapegando de las cosas, está adquiriendo carta de naturaleza en el mundo espiritual, (entonces) vemos que tiende por su propia gravedad hacia la educación del sentimiento inefable de bondad en el aspecto superior de la mente; cuando han sido trascendidos los pensamientos y las imágenes y la persona puede comunicarse con los demás con intenciones, telepáticamente, podíamos decir, (esto) es un buen síntoma porque esta mente está albergando la verdad.

Teniendo, entonces, que lo que falta solamente en este proceso es añadirle la cualidad de síntesis. Tenemos un cuerpo físico sensible a… (corte de sonido)... que no esté tratando siempre constantemente a la búsqueda de su propia sensibilidad y, cuando se produce la ruptura de las paredes de un átomo por la efusión de energía superior, se produce el misterio de la redención, entonces, el átomo que hasta aquí era una cosa, se convierte en radioactivo por un proceso de transmutación, y el mineral más denso se convierte en radiactividad, y esto parece un poco vago y nebuloso, pero les ruego que continúen ustedes indagando en ese sentido y verán que la sensibilidad correspondiente al reino mineral es la radioactividad, precisamente.

En el mundo vegetal ya es propiamente sensibilidad o, transformación de energía que arranca del proceso de selectividad radioactiva del mundo mineral para llevar el germen al mundo vegetal, el cual adquiere caracteres ya de sensibilidad definida, como puede ser demostrado por la cámara Kirlian, estos grandes científicos de la Unión Soviética. Es decir, que el proceso de estructuración de los cálices para cada reino de la naturaleza se verifica siguiendo el mismo orden que sigue el ser humano cuando trata de incorporar dentro de sus vehículos físico, emocional o mental, la gloria del arquetipo para el cual fue programado. Y estamos tratando de programar un arquetipo que la mayor parte del tiempo desconocemos, pero, que es una realidad por cuanto nos impulsa a ascender constantemente, con dolor en el corazón a veces y, dejando jirones de la personalidad en cada recodo del camino, vamos acercándonos a esta Divinidad.

Entonces, queda hasta cierto punto claro que cada ser humano, lo mismo que cada reino de la naturaleza o que cada planeta dentro del universo, está siguiendo un proceso de sensibilidad tratando de revelar un secreto determinado y persiguiendo un arquetipo definido, que es precisamente el arquetipo manifestado a través de sus estructurados y bien definidos cálices, teniendo en cuenta que cada uno de nosotros es el cáliz que tiene que albergar el Verbo.

Yo creo que, más o menos, el aspecto sensibilidad, tal como aparece ante mi visión, ha sido hasta cierto punto comprendido, y no quisiera atraer más la atención sobre este punto porque estoy seguro de que ustedes con sus preguntas ahora, me permitirán ahondar algo más sobre la sensibilidad. Quisiera que fuesen ustedes ahora los que preguntasen algo sobre esto que acabamos de decir o, si alguna idea se les ha sugerido a través de esta conversación o de este argumento.



Conferencia de Vicente Beltrán Anglada - En Barcelona, el 13 de Septiembre de 1975
Digitalizada por el Grupo de Transcripción de Conferencias (G.T.C.) 2 de Marzo de 2007





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